https://www.elperiodico.com/es/barcelona/20230821/mudanza-huir-ruido-terraceo-barcelona-91114053
Para acabar de redondear la diferencia entre lo Lógico o Natural y lo Normal, añado una noticia de ayer sobre Barcelona.
Una cosa es ruido, que es el formado por el devenir natural de lo cotidiano, otra el bullicio, este es el fabricado a partir de actuaciones antinaturales, nada lógicas, del ser humano.
Bullicio es ponerse hasta las raíces de cerveza cuando son las once de la noche y se lleva bebiendo desde las seis de la tarde en compañía de congéneres.
Dormir en un bloque de pisos que da balconada a un chaflán con nueve bares, y cada uno con seis mesas y estas mesas con cuatro sillas, además de los de pie sosteniendo las farolas, no es dormir.
Cuando en esta entrevista habla el presidente de restauración de Barcelona, Roger Pallarols, y nos dice que con la proliferación de las terrazas "Se quiere crear la ilusión de que están vinculadas al turismo que afortunadamente tiene Barcelona, y es una perversión de la realidad" porque la mayoría, dice, son barceloneses quien ocupan esas terrazas, yo digo que nos lleva a error y nos desea confundir.
Y digo que nos lleva a error, porque aquí se habla de dormir y de descansar, y el descanso, lo natural y lo lógico, es que empiece a las diez de la noche, que es la hora en que los niños deben estar en la cama, pero para Roger Pallarols, lo natural y lo lógico, no es lo normal, porque hemos normalizado el cerrar a la una de la madrugada.
Confundir lo natural, lo lógico, con lo normal, que es lo que le pasa al señor Roger Pallarols, sí que es una perversión.
Dejo de lado las horas de ocio que aplica cada persona a su cuerpo, cada uno siente una necesidad diferente, pero insisto, el Ay untamiento debería de aplicar la lógica natural que las diez de la noche de los días laborables es bajar persianas, que hay personal viviendo en la ciudad, niños que al otro día van al colegio, ancianos que necesitan descansar y personas de edad laboral que son merecedores del asueto.
Todo esto me hace acordar de un chiste en donde el camarero ha normalizado la situación:
-¡Camarero!, ¡Camareroooo!, este vaso está sucio
-No puede ser, señor, ¡han bebido en él más de veinte personas y ninguna ha dicho nada!
Cuando en la Barcelona del diseño se empezaron a crear islas, lo primero que pensé que el beber en las terrazas hasta bien entrada la noche sería lo normal.
Acerté. Lo normal ha sustituido a lo lógico y natural.
Heus ací el dilema, terrasses o no terrasses, i és greu, afecta els somnis de més d'una nit d'estiu. Cada vegada deu ser més difícil viure i dormir en una ciutat pacificada i turística. La culpa és de la Colau. Au!. Pensa que aquests veïns que no poden dormir, quan van de vacances són ells que no deixem dormir als vilatans d'allí on van. Salut.
ResponderEliminarNo he dit que la culpa fora de la Colau, Francesc, la qual cosa vull dir, i veig que encara no s'entén, és que normalitzem una cosa que no és natural ni lògica.
EliminarEn la resposta: "aquests veïns que no puguin dormir, quan van de vacances són ells que no deixem dormir als vilatans d'allí on van", no donem la solució.
El lògic és que els dies de diari, els quotidians, els laborables, s'adoptin mesures horàries concordes amb la ciutadania, el treball i el col·legi, si no passarà com la família que marxa i poso d'exemple.
O és que volem una ciutat només de terraceo i insostenible per a conviure?
Crec que, i insisteixo, hem normalitzat la situació
Salut
Hola, bon dia Miquel:
ResponderEliminarSí la gente debe estar harta de tanta terraza y barullo por las terrazas.
Abrazos.
Bon día, mi niña.
EliminarAhora creo, ya ves por donde va la entrada de ayer.
Normalizar lo que no es normal y darlo por bueno es lo peor que nos puede pasar.
Nosotros, Mayte y yo, pusimos en la balanza este hecho. En la confluencia de Tamarit/Calabria (Barcelona), que es donde vivíamos, se hizo insostenible el simple hecho de convivir. La creación de la isla de Sant Antoni lo único que produjo fue un incremento de terrazas y un crecimiento desmesurado de bares.
Pertenecía a la AAVV del barrio, y por muchas reclamaciones que se le hacían al Ay untamiento, no daban resultado. ¿Por qué?, porque salía más rentable pagar la multa y seguir abierto. Se de gente que marchó del barrio, nosotros una muestra.
Normalizar una situación que no es natural, y a eso se refería la entrada anterior y esta entrada, nos lleva a que todo nos de igual y a que nuestra convivencia se deteriore.
Hoy nadie cede el asiento en un medio de trasporte; hoy se encuentra normal estar cada día hasta las once de la noche charlando a grito pelado debajo de tu balcón con un cubata en la mano; hoy lo extraño es que alguien haga orinar su perro en la alcantarilla o eche agua sobre el orín de la meada de perro en la acera; hoy es normal y no pasa nada que la gente vaya en patinete a toda leche por la acera ¡no pasa nada!; hoy no se guarda cola en el autobús y el que llega último se pone primero para pillar asiento...lo hemos normalizado todo y estamos perdiendo aquello trascendente y que nos hace diferente del resto de los animales, que es la humanidad.
Un besote muy grande
La pau nocturna del poble que visc, sols es trenca en la celebració d'algunes poques festes durant l'any. A les 10 de la nit difícilment veus algú pels carrers. És un privilegi.
ResponderEliminarI és bonic i forma part del poble el que són les festes i les tradicions, Ricard, però quan la festa és el continu es fa insuportable. Sé de veïns del barri de Gràcia que han canviat de població.
EliminarNingú diu de tancar les terrasses, no deixa de ser una indústria, però no es pot donar per normal el que estiguin obertes fins a les dotze o la una de la matinada. I no val amb el cartell de: "Respectin el descans dels veïns", perquè es renten les mans, només val una normativa que reguli i compleixi amb el lògic i natural, que a l'altre dia és de treball i col·legi.
Per aquí, sobre dos quarts de nou ja està gairebé tothom a les seves cases. Hi ha moltíssim nen i això fa que la gent s'aculli aviat.
Una alegria el llegir-te.
Salut i compte amb les pluges d'avui i demà
M'has fet pensar que quan vivia a Girona, al meu barri hi havia un bar que tancava prou tard. El veï del costat (ujna vivenda de planta baixa) i va deixar un lletrero:
EliminarRESPETEN EL DESCANSO DE ESTE VECINO.
Al cap d'uns dies el van contestar amb un altre lletrero:
ESE VECINO, NO HA TRABAJADO EN SU VIDA, ASI QUE TIENE POCO QUE DESCANSAR.
:))))
Caramba. Però se segueix sense solucionar la situació, perquè suposant que el cartell que respon tingui una mica de raó (que no ho sabem), no sols existeix aquest veí, existeixen més veïns, al costat, damunt i enfront del bar.
EliminarT'asseguro que vaig veure en una ocasió tirar una galleda d'aigua des d'uns balcons damunt del meu, i que em vaig alegrar de l'acte.
Evidentment, jo també vaig perdre les formes, però hi ha moments en què la ciutat es fa inaguantable.
I hem traslladat la bullícia com una cosa normal de la ciutat, i no ho és.
Una abraçada
Pues sí, Miquel, se han normalizado conductas que interfieren la convivencia hasta límites que no podíamos sospechar. Es la dictadura de la hostelería (mucha parte de esta de muy baja estofa) que cuenta con la complicidad de sectores ciudadanos. Así que la hostelería se consagra porque hace "un servicio" a los pobladores. Y es un holding, un grupo de presión municipa, que se cree con derecho a todo. Aquí se han crecido de manera desaforada. Mucha ordenanza municipal pero o se la saltan o la reescriben a su manera, imagino que también con complicidades municipales. Las calles son de los bares, de la suciedad -gran parte de esta en nuestrras calles es causada por los bares, aunque estos digan que es que los clientes no saben comportarse, que también-, del alboroto y griterío, de joder hasta las tantas el sueño del vecino. Me pregunto a veces: España, país de borrachos? Ebrios contenido, en muchos casos, de cuya ebriedad solo el órgano secreto llamado hígado sabrá.
ResponderEliminarMe gusta conocer, Fackel, por lo tanto yo soy, he sido, turista. Siempre hemos intentado respetar el entorno. El papel, en la papelera; el mear, en el hotel; el hablar bajo, sin chillar, sabiendo que hay más personas...lo lógico.
ResponderEliminarNo se si somos país de borrachos, Fackel, pero creo que confundimos la alegría con la mala educación.
Insisto, estamos normalizando unas conductas que no son las apropiadas.
Un abrazo y buen día ¡
Por supuesto que lo de país de borrachos iba a propósito con ironía y carga de artillería pesada, Miquel. Pero que hay gentge con comportamientos absolutamente al margen de la civilidad y de las reglas del juego de la convivencia es evidentge, y que hay triperos y bebedores en abundancia que no cuidan el entorno, pues muchos. Y no echemos la culpa al visitante, me centro más en el habitual. Se puede y debe estar contento, dibvertirse, sin descuidar la colaboración y el respeto, pero se ve que una vez ingerido alcohol o esa campechana camaradería del español la frontera es una línea debilísima o borrada.
EliminarSalut ¡
EliminarHay espacios en las ciudades, que ya son de utilización de la industria turística. Has hecho bien en acercarte a tu hijo y cambiar.
ResponderEliminarSaludos
Una muy buena reflexión, Carlos. Muy buena.
EliminarLa hago, con tu permiso, mía: Hay espacios en las ciudades, que ya son de utilización de la industria turística.
El paseo de Gracia,tiene dos hermosos carril bici,uno en cada dirección. Imposible,por la enorme riada de turistas que colmatan todo,ocupando los dos carriles,las aceras .Así que,vuelta para Esplugues,territorio comanche(donde hacían las películas del oeste,españolas).
ResponderEliminarSaludos
¡Por dos dólares de plata¡...recuerdo que filmaron esa peli allí, junto, al camping. Y cuando encendía el puro, el de la peli, lo hacía con una caja de mistos de la...FOSFORERA ESPAÑOLA ¡¡¡ jjjajajajaja
EliminarHola Miquel ,
ResponderEliminardisculpa lo de
ayer, tuve un
día raro
Tranquilo, hombre, tranquilo. No hay nada que disculpar...faltaría más¡
EliminarUn abrazo fuerte ¡
Sí, te comprendo,Tot, completamente. En determinadas situaciones me siento un vetusto marciano. Más que normalizar la situación, me adapto porque en caso contrario, me escucho rumiar como un verdadero cascarrabias las faltas de urbanidad. E influye en mi humor y no me quiero llevar muescas. Esas muestras de egoísmo, del yo primero aunque haya llegado el último, me exasperan.Ayer mismo, un patinete ocupado por dos chavales se salta el paso de cebra, con cigarrillos y evidentes síntomas de melopea,casi atropellando nos, pues nada, bendita juventud. Qué se te ocurra reprocharles su actitud temeraria. Aquí también se ha instaurado una cultura del derecho al ocio, que me parece estupenda, generamos actividad, pero ése presunto derecho choca o acaba donde empieza el derecho o libertad de los demás a descansar. Vivimos en una sociedad infantilizada, que solamente habla de derechos irrestrictos, que deberían acabar cuando colisionan con derechos de terceros, y que tampoco comprende, que los derechos de unos, son las obligaciones de otros. Y que no puede haber derechos, sin obligaciones. Todo eso lo hemos normalizado,querido Tot,a marchas forzadas.
ResponderEliminarAquí el quid que tan bien retratas, mi estimado Sergio:
Eliminar"Vivimos en una sociedad infantilizada". Ciertamente, y además frágil. No están adaptados para la capacidad de sacrificio.
Tan solo se trata de no normalizar las cosas que por sentido común, lógica o naturalidad no tienen cabida en el comportamiento social. Si el Ay untamiento permite que se circule en patinete eléctrico por la acera, estamos normalizando una situación, a todas luces ilógica, porque sabemos que habrá un accidente. Puro sentido común.
Pero unos lo adoptan como normal y otros lo adoptan como aquello que todo el mundo hace y yo porque no voy a hacerlo.
Desgraciadamente, como es una guerra que no voy a ganar, he intentado mitigarla retirándome a otra urbe menor y más pacífica, así ahora vivo en El Prat, un lugar tranquilo y nada o poco que ver con una gran capital turística, donde todo está permitido, al menos hasta ahora.
Un abrazo
Yo también me batí en retirada, y nunca más tuve la pulsión de retornar a un centro de una urbe masificada, donde todo parece un escaparate. Al principio me costó. De estar en unas calles en plena ebullición, con los principales teatros a los que solía acudir con bastante frecuencia, a menos de quince minutos. Las salas de museos del Paseo del Prado, o el Retiro, por el que a diario solía merodear, descubriendo lugares recónditos, como amantes solícitos. Mis retinas se tiñen de nostalgia con sólo rememorarlo No digo que no lo eché de menos. Ahora vivo en el cogollo de Madrid, y cuando regreso, no sé cómo podía convivir antaño con tremendo bullicio. Me falta algo de objetividad, sin embargo, creo que se ha acrecentado. Recuerdo, una vez, el año pasado, que me dirigía con mi familia italiana que estaba de visita al Museo del Prado, y subía tal corriente de desaforada muchedumbre, que mi primo Fabio me preguntó si es que había una manifestación. Nada de eso. Ellos viven en la Toscana, tranquilos, aunque están acostumbrados al turismo cuando bajan a Florencia.
EliminarTampoco me las quiero dar de estupendo. Entiendo que cualquier ciudadano del mundo como yo hago cuando camino por Ámsterdan, tiene el derecho de vivir su propia experiencia en cualquier lugar de España y de la tierra. No me considero más que nadie para tener ese privilegio, y luego recibir con las uñas a nuestros visitantes. Aunque, nada es perfecto, pues es difícil conciliar esa avidez de viajar de medio orbe, con una vida razonable para los vecinos. Más cuando la urbanidad es un bien realmente escaso. Un abrazo, y cuídate, Tot.
Mi familia, mi progenitor, también es italiano, de Bruzzano Zeffirio, Reggio Calabria.
EliminarSergio, de él tengo algún recuerdo, poco de afecto y nada de herencia.
Un abrazo
Barcelona, ciudad de borrachuzos, gente que sin ir tremendamente borrachos van "todo el día", principalmente tarde y noche, empapados.
ResponderEliminarEs un asco, si al ensanche lo han convertido en una inmundicia, Ciutat Vella no tiene ya remedio. También turistas, sí, también turistas,
Es el ruido, son los meados, es la suciedad que todo ello genera; en el bar de debajo de casa, que también llevan el restaurante de enfrente, tiran todas las basuras en una esquina - les da igual que la clientela esté rodeada de mierda, lo cual dice mucho también de dicha clientela, gente que no duda en sentarse en un suelo por el que campan las cucarachas día y noche -. No solo la basura, la desfachatez de ir de un local a otro y tirar las sobras de un plato en la papelera,
Barcelona ya se ha convertido en la ciudad en la cual ya no me gusta vivir.
podi-.
Mira Podi, le dije a mi mujer que Barcelona era una ciudad para beber y no para vivir.
EliminarUno de los motivos por los que marchamos. Tal como suena.
Un abrazo