En casi todos los rankings de los psicólogos más influyentes del siglo XX figura Burrhus F. Skinner en primer lugar, por delante de Sigmund Freud y Jean Piaget, segundo y tercero en el podio.
José Antonio Marina
Hablamos del psicólogo que entendió antes que nadie que el comportamiento humano puede dirigirse con premios y castigos. Skinner pensaba que, utilizando este método, podía acabar con los problemas sociales. Para comprobar sus teorías, diseñó la famosa “caja de Skinner”, un dispositivo para premiar a los animales con los que experimentaba.
Hubo palomas que acabaron jugando a baloncesto, por ejemplo. “Pues bien, la organización de nuestro mundo se parece mucho a una caja de Skinner”, apunta Marina. “Nadie nos ha obligado a estar pendientes del móvil cuatro horas al día o más. La gente lo hace porque es una fuente inagotable de pequeñas o grandes satisfacciones.
El poder recibir un premio cada vez que se aprieta un botón da la impresión de libertad placentera”, recuerda Marina. En la práctica, casi todos sabemos que la tecnología digital manipula la conducta, pero no parece importarnos. En realidad, lo que nos aterroriza es tener que salir de la caja de Skinner y dejar de estar entretenidos por internet y la IA, como les sucedía a las palomas que preferían jugar al baloncesto dentro de una caja que abandonar la jaula y echar a volar a no se sabe dónde.
No tengo costumbre de poner relojes que no sean de Barcelona, sin embargo, hoy haré una excepción. Primero, porque me las envía mi buen amigo Francesc, de Mosaic Girona; segundo, porque es un reloj especial, de los llamados canónigos, (de los que no he puesto ninguno en el bloc), un simple aparato donde las personas podían orientarse para sus oraciones.
Las fotos, realizadas por Francesc, corresponden al reloj de sol que hay en el Ponte Vecchio sobre el río Arno de Florencia, en Italia. Este reloj data del siglo XIII. Está situado sobre el techo de una tienda y sostenido por una columna de mármol blanco. Bajo el reloj de sol se halla una placa que ya casi no se puede leer, y que hacía referencia a la inundación del 1333. Es un reloj vertical meridional con forma cóncava, realizado en mármol y que indica las horas canónicas, es decir, el momento del día para rezar según la Iglesia Católica. El estilo, ortoestilo (perpendicular al plano del reloj), proyecta la sombra sobre esta superficie cóncava.
Las horas canónicas eran las siguientes:
Maitines: medianoche
Laudes: eran las 3
Prima: Primera hora después de salir el sol, aproximadamente las 6 de la mañana.
Tercia. Tercera hora después de salir el sol, es decir, las 9
Esta entrada va de la mano de la entrada de ayer. Está escrita por Susana Quadrado, una periodista que pisa la ciudad.
Cada vez son más los vecinos, ya no de mi escalera, sino del barrio, que se van. En nuestra zona –hablo de lo que conozco– salta a la vista cómo el ayuntamiento ha perdido el control sobre el turismo, sobre el mercado de la vivienda, sobre el mix comercial, sobre la limpieza, sobre el mantenimiento, sobre la convivencia entre peatón y bici, bici y coche, coche y autobús...
En este Eixample cada vez hay más expats que pagan por un piso una cifra desorbitada que los de aquí no alcanzan ni en sueños. La ley del mercado sigue siendo la ley de la selva. Cada vez hay más turistas, que llenan los locales que sirven brunch y las cafeterías chic donde un café te cuesta tanto como en un local de la T1 del aeropuerto. También hay cada vez más homeless durmiendo en la acera, entre los cartones que dejan fuera los supermercados chinos.
La huida de los viejos residentes se ha acompasado con el cierre de negocios de toda la vida, sustituidos por franquicias o sencillamente por nada. Una cosa sumada a la otra, y la otra a la siguiente y así en un bucle sinfín, la calidad de vida de los de siempre se ha está yendo, con perdón, a la mierda. Nadie ha pensado en mimarnos, qué sé yo, por ejemplo, con ventajas fiscales por llevar tributando aquí media vida.
Si hablamos de la vivienda, está claro que el daño hecho tras casi dos décadas de dejadez frente a la voracidad de inversores privados y la falta de inversión pública no se resolverá en dos días. “La escasez ha permitido subir los precios mucho más que los sueldos”, cuenta The New York Times como si no lo supiéramos ya.
No es que los vecinos abandonen el barrio. Es que el barrio les ha abandonado a ellos. La esperanza perdida era esto.
Creo que esta entrevista es muy interesante. Creo, insisto, en que nos puede ayudar a comprender el porqué de la situación actual con respecto a la comprensión lectora (eso no sólo toca a los jóvenes), y lo que está sucediendo con la capacidad cognitiva en la actualidad.
¿Por qué Europa tiene problemas con las mates mientras que Asia progresa con ellas?
Es un desastre. Los resultados de las pruebas PISA de matemáticas en Francia son lamentables...
Y en España y Catalunya, también.
El problema es que las matemáticas son un lenguaje y hay que empezar a aprenderlo de niño: a los 14 años ya es tarde.
¿Por qué ahora no lo aprenden ni enseñan antes?
A los profes a los que deberían haberles enseñado mates de pequeños ya se las enseñaron mal cuando iban al cole...
¿Y la ignorancia se acumula?
Las matemáticas son acumulativas, un lenguaje que aprendes capa sobre capa. Si no te enseñan bien las primeras capas, es difícil que de mayor sepas enseñarlas, y así la pelota de la ignorancia matemática va creciendo generación tras generación...
¿Por qué crece más aquí?
Porque lo fácil es ser cada vez menos exigente. Lo necesario sería plantarse y exigir resultados, pero se va aprobando a todos con lo justo y, como cada vez son más los que temen y eluden las matemáticas, acaban enseñándolas licenciados en pedagogía, en sociología... Y esa ignorancia matemática se transforma en desigualdad social.
¿Cómo?
Los niños no las aprenden en el cole, así que dependen de que sus padres les ayuden en casa, y los más pobres lo son, entre otras cosas, porque no sabían matemáticas y sus hijos seguirán teniendo peores salarios por no saberlas. Así se deteriora el poder de nuestras clases medias.
¿Qué propone?
Si quieres dar igualdad de oportunidades a los pobres, exige a todos más esfuerzo en el aula y mejores resultados.
¿No le parece que ya exigimos mucho?
No estamos exigiendo el nivel de matemáticas que aseguraría la prosperidad de nuestros hijos. Y en especial deberíamos exigir más matemáticas, porque son la llave para los mejores sueldos. Y es el modo de que Europa no pierda el tren de la tecnología. Sin mates no hay productividad.
¿Por qué hay más varones que chicas en las carreras científicas y técnicas?
Por todo lo que le explicaba antes. La brecha de género durará lo que dure esa ventaja masculina absolutamente injustificada en esas carreras con exigencia matemática mejor retribuidas, como las ingenierías o las finanzas. Y en el mundo ya es imposible progresar sin una avanzada comprensión matemática.
¿Hacia dónde?
Hoy hay 300 millones de personas que hablan matemáticas con fluidez y son los que entenderán mejor las nuevas tecnologías. Es el fin de la industria clásica...
Un coche es un procesador con ruedas.
Soy un admirador de Von Neumann, quien ya en los años cincuenta anticipaba que las máquinas aprenderán cada vez más, pero solo quienes saben hablar con ellas se beneficiarán de esa inteligencia que avanza.
¿Descarta una regresión a las factorías de los sesenta como preconiza Trump?
Es justo lo que hablamos. El núcleo de quienes le votan son los que se han quedado aislados sin educación o con una escolarización precaria y sin capacidad de progresar intelectualmente en ciudades fantasma sin industrias.
Sus trabajos fáciles y bien pagados no existen o los hacen países muy baratos.
Y ellos se aferran a populismos simplistas, como creer que van a hacer retroceder la historia de la economía.
¿Qué hacer?
Favorecer el acceso de todos a la creación e innovación tecnológica. Educar mejor a más ciudadanos y eso se logra, como le decía, exigiendo más a todos y no resignándose al ir tirando. ¿Y sabe por qué es importante y urgente?
¿Quedarse descolgado de las nuevas tecnologías cada vez será peor?
Esa es la gran contradicción del progreso tecnológico. Si lo dejamos que avance por sí solo en su propia dinámica sin conducirlo, llegaremos a la singularidad...
¿La máquina nos dominará?
Y por el camino irá dejando a muchas personas marginadas: el uso intensivo de los smartphones es fatal para la vista.
Y para las cervicales: las mías llegan a la noche hechas polvo.
Pero también la inteligencia artificial está mejorando la investigación médica. Una misma tecnología divide a los humanos. Unos la sufren y otros la dominan. Se trata de no ser de los que las sufren por no saber mates. Fíjese en las criptomonedas.
De nuevo, matemáticas.
De nuevo, tecnología que solo hace progresar a unos pocos y que empobrecerá a muchos que no las entienden.
Las últimas lluvias han ayudado al colorido del entorno. Observen:
PD: No logro saber el nombre de esta flor, aunque está con las amapolas, pero es que no las he visto nunca violetas:
Respuesta: Júlia ha tenido la amabilidad de quitarme de la duda, son amapolas moradas. Me ha dado el lugar donde encontrar la definición: https://ca.wikipedia.org/wiki/Rosella_morada
Vaig conèixer Pep Guardiola gràcies al poeta Víctor Batallé. Aleshores era un jove futbolista, que passava per l’estudi del Víctor de l’Eixample, i ja tenia inclinacions literàries. No pixava colònia, com va passar després, però se’l veia centrat i amb projecció. Per aquest motiu em va estranyar fa pocs dies un titular d’El Mundo Deportivo, en què l’exmigcampista i entrenador comentava que després del seu contracte amb el Manchester City s’aturaria: «No sé si em retiraré, però em prendré un descans.» Hi afegia, «com vull ser recordat? No ho sé:» Aquí em van venir al cap el cèlebre pensament de l’emperador estoic Marc Aureli, amb què vaig iniciar la meva novel·la No miris enrere: «Pròxim està el teu oblit de tot, pròxim també l’oblit de tot respecte a tu.» En fi, meditacions capricioses en aquests dies marcats per les morts d’amics, com Xavier Mariño, que ens va deixar divendres nit a l’Hospital Vall d’Hebron, i Xavier Garcia, que va morir dissabte nit en un incendi al seu domicili de Tàrrega mentre dormia. Amb tots dos havia caminat sense repòs. Tota la infantesa i joventut amb el Mariño pels camins del barri, del Carmel i d’Horta. Podíem anar amb els amics cap als cinemes Venècia i Dante, a buscar figuretes del pessebre o simplement a divagar sobre noies que no es feien ni cas. Després vam passar infinitat de tardes vagarejant pel caos del barri Xino, fins acabar al desaparegut bar Sanlúcar de la Rambla, envoltats de prostitutes, que alternaven el bar amb el Cabales, o a la ruïna del Marsella del carrer Sant Pau, on ens feien idea de com podia acabar tot plegat. Amb càncer als dos pulmons i metàstasi, amb dos motors per respirar i netejar el pulmó més danyat, el meu amic em va confessar amb el seu to mig burleta: «Sospito que el que ha de venir no serà el millor que ens ha passat a les nostres vides.» Llegia i fumava com si s’acabés el món. En una de les últimes cites en un bar de la Rambla del Carmel, enmig de les fantasies amb què compensava les misèries del viure, el Xavier em va explicar com t’havies de distanciar de les tenebres quan aquestes intenten ocupar-te l’espai, el cervell i les forces: la lectura per viure en un altre món. Sempre el recordaré arrossegant la bola del futbolí, quan em va ensenyar a accentuar o quan, amb tres o quatre anys, i al terrat de la Glòria, la professora de piano del carrer Tirso, llençava les caniques cap al baixant del desaigüe. Tornar-les a veure després d’uns segons d’incertesa va ser una de les experiències heroiques de la infantesa. També com va aconseguir la clau per buidar d’orujo el moble bar del menjador de la seva casa familiar, on convivia amb els seus pares i els seus tiets. També les caminates fins al camp de Sarrià per veure les habilitats de Solsona, Ramos, Amado, Aquino, Jeremias, Giménez, Ferrer i Caszely. O quan un tiet seu de Buenos Aires ens va convidar a una festa amb noies al carrer Atenes, una experiència surrealista, on el sexe no va ser ni l’excusa. El Xavier Rodríguez Mariño, Xavier Mariño com el de la novel·la del reverenciat Torrente Ballester, va ser una persona especial, complicat, però noble. Va fer la carrera universitària al bar Andalusia de l’Avinguda de Vallcarca i sempre tenia una idea per trobar llibres barats o diners pels llibres cars. Deia que el millor remei per a una grip era devorar el teatre d’Aristòfanes o els assajos de Schopenhauer i Nietzsche. Mentre es moria, càncer corrosiu els últims mesos, li vaig informar de la mort del vells amics Pere Gascón, a qui anomenàvem Vendimias, i del pintor manacorí Llorenç Femenias, pels vells temps de la Tetuán XIV quan l’anarquisme heterodox va ser substituït per l’ardor guerrero, himno sacrosanto, un culte a la mort que tampoc s’allunyava massa de les nostres ànsies postsimbolistes del Xino, l’estètica de l’heroïna, aleshores predominant, i la idea culminant de la poesia com a forma de supervivència. Tot amanit amb Jean Lorrain, els surrealistes, Baudelaire, Verlaine, Blake, Valle-Inclán, Rubén Darío, Pere Gimferrer i uns quants beatniks més. Com deia el famós himne, orgullosos moriran.