No le den muchas vueltas. El colectivo industrial no dice en ningún momento que hay que salvaguardar a los sin techo, que hay que protegerles, que las temperaturas son bajas, que el frío se hace el amo y que la soledad de los que están sólos es más dura que la enfermedad de los que están acompañados.
No, no dicen eso los de "la botiga més gran del mon", como así se autodenominaron tiempo ha. Dicen que lo que dan es mala imagen y sensación de inseguridad, y que por lo tanto hay que sacarlos de la zonas comerciales y los ejes de venta.
Siempre les quedará El Camp de la Bota, Verdun, la falda del Carmel o quien sabe, al igual se les puede arrejuntar dentro de la Ciudadela y se les encierra por la noche, así los turistas podrán pasear sin necesidad de ver gente cobijándose en los soportales y no harán falta patrullas ni Securytis Direts que nos acojonen diciendo lo mal que está todo.
Cómo se siente uno viviendo en la calle?
Cuando estás solo en un banco de una plaza viendo el trajín de la gente que pasa, a veces piensas que un día formaste parte de esa normalidad.
¿El sentimiento más perturbador?
El miedo, por tu vulnerabilidad, por tu soledad. La impotencia te cala hasta los huesos. La incomunicación social y la falta de pertenencia generan miedo. Ya no crees en nada ni en nadie, ni siquiera en ti mismo.
Eso destruye.
No podía controlar mi cabeza, así que me atiborraba de ansiolíticos y alcohol. Había adelgazado 31 kilos. No quería existir, cada día pensaba en suicidarme, lo planeaba, pero al final… no tenía huevos. Me había convertido en un despojo humano.
¿Cómo llegó ahí?
Trabajaba en una siderurgia y me quedé ciego de un ojo. Me hicieron un despido improcedente y me dieron una pequeña indemnización. Tenía 52 años y no encontré trabajo.
¿Fue usted un niño feliz?
Sí, crecí en una familia humilde, leyendo cómics. Mi héroe era Corto Maltés, porque era libre y defendía a los débiles. Me contagió su pasión por viajar y a los 23 años me fui a Latinoamérica. Viví allí 22 años dedicado al turismo, monté una posada en Brasil.
¿Por qué volvió?
Mi mujer insistió en ir a Suiza, donde tenía familia que nos ayudaría a establecernos. No lo hicieron, no encontré trabajo, mi mujer me había utilizado para llegar allí, me dejó. Empecé a tomar ansiolíticos y a beber.
¿Y volvió a Navarra?
Sí, y de ahí me metieron en un bus rumbo a Pamplona, donde trabajé en un taller de Cáritas: 7 horas al día por 32 € a la semana. Así me convertí en indigente con la cabeza rota.
¿Un mundo nuevo para usted?
No salía del albergue y cuando iba a la plaza me encontraba con otros compañeros de tetrabrik de vino y les preguntaba: “Oye, ¿de esto cómo se sale?”. “De esto no se sale”, decían. Estaba acojonado, con la mirada gacha, solo veía piernas. La vida estaba ahí, pero yo no pertenecía. La gente iba y venía, pero yo no tenía adónde ir.
¿Pedía limosna?
No, tenía líneas rojas por mi educación. He pasado mucha hambre, pero no he robado, otros indigentes que sí lo hacían me traían leche y comida. Encontré en ellos cobijo.
¿Y su familia?
Sintiéndome un despojo humano preferí no acercarme. Ahora los he recuperado.
¿Sentía el rechazo de la sociedad?
Las personas esquivan la mirada cuando topan con tus ojos, otras pasan erguidos y con la mirada al frente, como en un desfile militar: ya me habían visto de lejos y pareciera que les había hecho algo malo. Eres nadie.
Triste.
Tampoco esperaba nada de ellos, estábamos en dos mundos diferentes, en el mismo espacio físico pero separados por un abismo.
¿Cómo salió de esa circunstancia?
Abrieron un comedor solidario en el casco antiguo de Pamplona. Hacía meses que no comía en plato. En un lado había 60 hombres cenando. Separadas por unos paneles cenaban mujeres y familias con niños pequeños.
¿Le trataron bien?
Casi todas eran voluntarias y me trataron muy amablemente. Sentía vergüenza, estaba muy delgado y algo borracho. Pregunté qué hacía falta para poder comer. “Hambre” me contestaron. Una señora me sirvió un plato humeante de puerros con patatas mirándome a los ojos y llamándome por mi nombre.
Se topó con la humanidad.
¡No me lo podía creer!, me estaba sirviendo la cena una de esas personas que pertenecían al otro lado de mi aislado mundo.
¿Le cambió la mirada?
Me hicieron una ficha para que volviera a comer y cenar cada día. Salí asombrado, caminaba por las estrechas calles del casco antiguo, llovía, paré debajo de un balcón, y lloré.
Hay gente buena.
Aquella cena no solo apaciguó mi hambre, reconstruyó mi autoestima. Encontré pertenencia, empatía, solidaridad y calor humano. Aquella organización, Gizakia Herritar, iniciativa popular, tenía un local con prensa, libros, juegos, calor y compañía. Interactúas con personas voluntarias de igual a igual. No es caridad, es solidaridad, respeto mutuo, y eso me reconstruyó.
La calle debe ser muy dura.
Otros indigentes me ayudaron. Detrás de esa fachada dura e incomunicativa, habitan seres humanos sensibles, frágiles y desolados. A la indigencia no se va, se cae, empujado por un sistema voraz.
¿Se ha recuperado del todo?
Sí, he recuperado mi cabeza, mi espíritu y mi osadía. Pero de esto no se sale solo. Hay miles de personas en la calle, y nadie los ve, son como pequeños insectos atrapados en una telaraña, luchando por vivir, esperando a no ser devorados.
En Ibiza desmantelan los diversos poblados de sin techo que hay (bastantes, por cierto), de gente que duerme en tiendas de campaña o en viejas furgonetas de 2ª o 3ª mano. Esa gente busca entonces algún cobijo y ejercen de okupas. La excusa para cerrarlos es que son lugares insalubres y sus habitantes corren peligro por ese motivo. Pero curiosamente, siempre se desmantelan una semana antes de que se dé por abierta la temporada turística, porque "daña la imagen de la isla" (esto no lo explicitan así, pero lo sé de buena tinta). Cuando acaba la temporada, se vuelve a hacer la vista gorda.
ResponderEliminarSaludos.
Había leído lo de Ibiza, incluso que el Mike Kennedy, el cantante de Los Bravos, vivía en esas condiciones en la isla, pero no sabía de la situación tal como nos la cuentas, Gran Uribe.
EliminarUn abrazo
En el cas d'Eivissa no són sense sostre, sinó funcionaris que no poden pagar el lloguer elevat. Viuen en una espècie de campaments com diu el company més o menys autoritzats.
ResponderEliminarEn el cas de BCN són sense sostre que fan nosa, ja saps qui és el lema: Volem acollir!, però un altre dia.
Salut.
És complexe, això és cert, l'església de santa Anna està plena de gent que hi dormirà, en una de les ales de l'església que ha transformat com a dormitori, aquell capellà fa una tasca de deu. Aquesta setmana baixaré a Barna i em passaré, el capellà és un paio genial i qualsevol ajuda és ben rebuda.
EliminarSalut
Me parece que no hay ni una ciudad que no se libre del fenómeno. Habria que recordar ciertas calles de ciudades relevantes de EEUU, repletas de personas tiradas, totalmente drogadas. A pesar de todo lo que se pueda decir, Barcelona o Ibiza no son comparables con algunas de esas calles, donde el numero de "tirados", es exorbitante.
ResponderEliminarEs un problema de difícil solución y me temo que va en aumento.
Sí, cierto, esto ya empieza a ser global
EliminarQuizás este video, ayude a hacerse una idea: https://www.youtube.com/watch?v=BmxEaiotUrE
ResponderEliminarNo sé si es el problema del fentanilo, no lo sé, lo que es cierto que la degradación a la que se ve sometida la gente que no tiene un lugar, un hogar es inmensa.
EliminarUn abrazo y gracias por pasarte y por el video.
Salut
Efectivamente son dos problemas distintos pero que transcurren en paralelo.
EliminarAquí, nuestro querido alcalde -al que, en la intimidad que dan el hogar y los amigos, le enchufamos su archiconocido alias, que no reproduzco aquí por respeto a la concurrencia y a sus votantes-, encontró "su" solución prohibiendo el reparto de bocadillos de los voluntarios y echándoles de las zonas concurridas para que la miseria no tuviera visibilidad, por aquello de " ojos que no ven...". Es decir, hacer uso de la técnica del avestruz, en vez de consensuar una opción más humana y efectiva para mitigarcel problema, que para eso se le paga.
ResponderEliminarDenigrante, CAYETANO. Te diré una cosa que bien puedo decirla porque la sé de primerísima mano:
Eliminarestando un dí día en la cocina de Tersas de Calcuta, se presentaron dos mujeres y un hombre. Venían de parte del Ayuntamiento (tiempos de la Colau, NO del actual socialista Collboni). Su misión era buscar "algo" que si bien no cerrara el comedor si que se le cambiara de lugar (está a escasos 50 metros de Les Rambles y da mala imagen) . A los dos voluntarios de los fogones , no al resto que pelaban, limpiaban, adecentaban la comida, nos pidieron el carnet de manipulador , cosa de lo que carecíamos, y querían saber mil y un detalles de las neveras, los sistemas de congelación y la limpieza. Aquello es de una limpieza sin igual y está todo más que pulido, te diré que los jueves se cierra para desinfectar. Bien, no encontraron mas que la falta de los carnets, y no lo cerraron, pues la idea era sacar de allí el comedor y traspasarlo a la Zona Franca, vamos que sería sacarlo de la calle del Corte Ingles en medio de Madrid para llevarlo a Cuatro Vientos (aproximadamente), lejos de las miradas turísticas. Ya lo han intentado dos veces, con aquella mujer, la Colau, hoy por hoy no sé si está la idea, no lo creo con este señor en la alcaldía, pero lo del Almeida no me extraña, de verdad que no me extraña.
Un abrazo
Siempre, pero en estas fechas aún rompe más el alma ver a esta gente durmiendo por los rincones. Es tremenda la entrevista y sin embargo , fijate! a este hombre una simple mirada cómplice, un plato caliente y que le llamaran por su nombre le hizo reaccionar para conseguir salir de su pozo. Ojalá aprendiéramos a mirar de otra forma o mejor dicho, a verles para q dejen de ser insectos y vuelvan a ser hombres, al menos eso Eso, lo podemos hacer todos. Un beso grande con pena, mucha!
ResponderEliminarUn día, María, a las siete y media de la mañana, bajó la hermana Blanca a abrir la puerta a lo voluntarios, los de las cocinas y los de las mesas de servir. De la gente de las mesas no había nadie porque como las primeras comidas se dan a las 10´30 h, no hace falta estar tan temprano, pero a los de las cocinas si, porque es necesario ir cocinándolo todo. Bien, a lo que voy, en un rincón del pasillo que da al ascensor hay una mesa redonda, en ella estaban desayunando una madre, un padre y sus dos hijos, de una edad aproximada a los 6 ó 7 años. Le pregunté a la hermana ¿qué como habían entrado tan temprano?, y me contestó que al día anterior habían picado a la puerta a las diez de la noche porque no tenían donde ir, que no habían comido nada, y que se había improvisado una habitación para que durmieran. Que la hermana se había puesto en contacto con los servicios sociales y demás.
EliminarTe doy mi palabra que aquel día y muchos de los siguientes no podía, cuando pasaba por allí, quitármelos de la cabeza.
No sé como ha acabado la historia, tampoco lo deseo saber, no soy inmune a los casos desesperados, lo que sé es que en las hermanas siempre he visto una puerta abierta a todo el mundo y que todo el mundo siempre ha sido tratado con respeto, con mucho respeto, eso es un puntazo y dice tanto a favor de ellas que uno, aunque pase de religión, no deja de estar agradecido a su obra.
Un beso
Un testimonio tremendo y muy valioso. Un beso
ResponderEliminarLa organización pertenece a la diócesis
EliminarUn beso, Susana Moreno
EliminarEs que hacen muy feo, quién puede comprar con tranquilidad o atiborrarse a comida con un mendigo mirando. No sé, unos biombos con colorines o algo así para taparlos no estaría mal, ¿verdad?
ResponderEliminarCreo que no aguantaría más de dos días con la cabeza en su sitio si me viese en una situación como la de la entrevista....
No sé que decir, BEAU, la verdad es que no deseo verme en esa situación, creo que como tu, no lo soportaría.
EliminarUn abrazo
salut
En el ayuntamiento de mi localidad, en el "rico e idílico" Pozuelo, hace años que se promueven acciones similares, cuestiones de imagen...
ResponderEliminarUna entrevista muy propicia para reflexionar. Nuestra trayectoria y nuestra vida, esa que consideramos ya asentada, puede dar un giro inesperado (un acontecimiento aciago), y desmoronarse todo; familia, un buen trabajo, salud, economía, relaciones sociales, etc, todo precipitándose hacia el abismo.
Lo hemos visto no pocas veces.
Salud, Miquel
Lo hemos visto, cierto, PACO CASTILLO
EliminarUn abrazote
salut
Yo quisiera saber,
ResponderEliminarque hizo el desgraciado este de
Sánchez , con los sin techo que
quitaron de la calle , hace cinco años,
con la alarma , se sabe que muchos no quieren estar en albergues , porque
los controlan, y los que si?, es que,
lamentablemente, siguen habiendo
sin techo, a los que quizá ,se han sumado otros cinco años después,
estos gobernantes no son los que
hablaban del escudo social?, el de
ellos será, un saludo.
Hemos de ser fieles a la realidad, Orlando. Hemos de recordar que los servicios sociales están todos traspasados, y que los Ay untamienos perceptivos son los responsables, tanto peperos como sociolistos y los de los demás partidos, del desaguisado. No quito importantancia a que un gobierno que se tilda de social-demócrata no tenga como prioridad sobre estos casos, pero debemos contar con lo anterior.
EliminarUn abrazo y un saludo a Pinto ¡
Triste, muy triste. No voy a entrar en las causas particulares que han llevado a un individuo a esta situación, ni creo que debamos hacerlo, la causa general es la pobreza y la cuestión es que el problema existe y hay que remediarlo.
ResponderEliminarSe puede paliar con las acciones altruistas y con la beneficencia, pero hay que remediarlo con la justicia social.
No puede ser que un gobierno que se autocalifica de socialista no sepa o no quiera solucionar una cuestión social tan grave, no puede ser que un gobierno que se autocalifica de progresista no sepa o no quiere solucionar esta cuestión que nos lleva a épocas de tiempos de miseria. No se puede tolerar la dejación o la inacción de los que mandan.
Salud.
Salud.
Copio, pego y hago mío: " No se puede tolerar la dejación o la inacción de los que mandan"
EliminarGracias , Francesc Cornadó.
Salut
Estuve cerca de dos años como voluntario en un albergue del Ayuntamiento de Barcelona gestionado por la Cruz Roja. Sabía que era importantísimo para aquellas personas esa ayuda, no la mía en concreto sino la del conjunto que lo hacía posible.
ResponderEliminarMe alegra saber, a través de esta entrevista, que mi labor - entre la de otros muchos - haya podido tener una importancia que va más allá de la puramente material en la ayuda a servir cenas.
Tú también sabes de ayudar.
podi-.