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sábado, 30 de noviembre de 2024

Cuando Miró encontró a Klee

Inserto este artículo de La Vanguardia para Francesc Cornadó, admirador de Joan Miró.


‘Paisaje catalán’, un día de caza como solía hacer Miró con su padre en Mont-roig 


Por Josep Massot. La Vanguardia 24/Nov/24

Joan Miró era surrealista antes de que Bretón publicara el manifiesto surrealista que ahora cumple cien años. Era septiembre de 1923, y faltaban once meses para que el poeta francés anunciara la aparición de “los elefantes ginocéfalos y los leones alados”, “la chispa” del inconsciente y el “fulgor de las imágenes”, cuando Miró comunicaba triunfal a su amigo J.F. Ràfols: “He logrado deshacerme por completo del natural y los paisajes no tienen nada que ver con la realidad exterior”. Y en octubre: “Animales monstruosos y animales angelicales, árboles con orejas y ojos. Y payeses con barretina y escopeta y fumando en pipa. Todos los problemas pictóricos resueltos. Hay que explorar las chispas de oro de nuestra alma”.

Miró aludía a tres de las telas que había empezado a pintar aquel año. La más radical respecto a la aún noucentista La masia (1922) sería Paisaje catalán (1923-1924). La Vanguardia ha dado con el eslabón entre las dos obras, inicio de una revolución que cambiaría el arte del siglo XX. Se trata de Sie biessen an (¿Pican?), una acuarela óleo pintada por Paul Klee en 1920 y que hoy se exhibe en la Tate Gallery.

Para Miró, el encuentro con la obra de Klee fue fundamental y, sin embargo, su relación ha sido estudiada muy poco. “Klee –reconoció– fue el encuentro decisivo de mi vida. Bajo su influencia, mi pintura se liberó de todas las ataduras terrenales. Klee me hizo comprender que una mancha, una espiral, incluso un punto, podían ser objeto de pintura tanto como un rostro, un paisaje o un monumento”.

“Vi los primeros Klee –dijo– cerca de la Rotonde, en una pequeña galería situada en la esquina de la Rue Vavin y del Boulevard Raspail. Un alsaciano llevaba la galería. De cuando en cuando se iba de viaje y volvía con nuevos cuadros de Klee. Antes había visto ya reproducciones (…) Yo no conocí a Klee, pero me emocioné el día que Kandinski me explicó que Klee le había dicho, en la época de la Bauhaus, a propósito de mí: ‘Hay que seguir lo que hace ese muchacho’”.

¿Cuándo y qué obras pudo ver Miró? Numerosas revistas publicaban pobres reproducciones en blanco y negro de Klee. El pintor André Masson, vecino del taller parisino de Miró, dijo a la historiadora Carolyn Lanchner que en la primavera de 1922 dio a conocer a su amigo catalán un libro sobre Klee. No recordaba el título. Solo pudo recordar que se había editado en Munich, por lo que podría ser Kairun, de Wilhelm Hausenstein, o el catálogo de la galería Goltz publicado en la revista Ararat, cuyo redactor jefe era Leopold Zahn, autor de una monografía de Klee impresa en Postdam. En la revista aparece citada la acuarela Sie beisen an con el número 238. Lanchner no podía saber que en septiembre de 1924, Miró, en una carta que sigue inédita, pidió al crítico germanófilo M.A. Cassanyes que le pusiera en contacto con Hermann von Wedderkop, autor de otra antología de Klee, impresa en Leipzig.

Miró decía que el propietario de la galería Vavin-Raspail era alsaciano. En realidad era un joven suizo de 22 años, Max Eichenberger, que, reciente la Primera Guerra Mundial, había afrancesado su apellido, Max Berger, igual que su socio, otro joven de 20 años, Alfred Dabler, nacido en Orán, que utilizaba el alias Guillaume Dalbert. Los dos se aliaron con el marchante alemán Wilhelm Uhde, cuyos fondos artísticos, como los de su compatriota Daniel-Henry Kahnweiler, habían sido subastados por el Estado francés para compensar los gastos de la guerra. Uhde ayudó a que Berger celebrara la primera exposición individual de Klee en París, en octubre de 1925. Entre las 39 acuarelas expuestas, figura con el número 38 Sie beissen an, por lo que es del todo plausible que Miró la pudiera ver en 1924, cuando aún trabajaba en Tierra labrada y Paisaje catalán .

Si en Tierra labrada (la recodificación de La masia al nuevo lenguaje) hay más ecos del bestiario románico y de los animales fantásticos de Brueghel, en Paisaje catalán las similitudes con la acuarela de Klee son demasiadas para negar que Miró no la tuviera en cuenta. En la de Klee, es un día de pesca de un padre con su hijo. En la de Miró, un día de caza, como solía hacer él con su padre en Mont-roig. Las dos tienen algo de juego infantil y de viñeta cómica en la que el punto y el signo de exclamación sobre el pez grande de Klee se convierte en el signo estilizado de la escopeta mironiana y el perdigón. ¿Qué pez habitante de lo oculto cobrarán las líneas de vida que dibuja Klee? ¿Es cierto que el mundo que alumbra el inconsciente guiado por la mano de Miró es más real que una representación realista? Dinamita pura contra el concepto de naturaleza como paisaje o de la nacionalización noucentista de la naturaleza.

Al hablar de préstamos o enseñanzas, hay que tener en cuenta que Miró seguía a rajatabla el consejo de uno de sus autores faro, Alfred Jarry, y no asimilaba influencias, sino que las deformaba, las transmutaba a la manera alquímica para salvaguardar su singularidad. Y le estimulaban desde la viñeta de un chiste hasta un poema de Rimbaud, desde una estampa de Hokusai hasta una lagartija que trepaba al techo de su cuarto. Y, como en todos los grandes creadores, hay un influjo mutuo constante: el artista joven que capta lecciones del viejo, y este, a su vez, del joven. Klee era un intelectual urbano. Miró vivió realmente la naturaleza en Mont-roig y llevó más lejos la resonancia de sus obras en el espectador.

Una ambiciosa exposición Klee-Miró haría visible sus rupturas y sus afinidades: el punto que nace y muere; la línea que camina, nada, se sumerge, se pierde, vuela y sueña; la estrella y la luna; la búsqueda del equilibrio; los pájaros y la serpiente (es decir, la espiral); la música de colores; el cosmos; las leyes gravitacionales; el magnetismo de las letras, etcétera.

La palabra surrealista la había inventado Apollinaire para alentar, en plena guerra mundial, un “espíritu nuevo”. Fue en un texto sobre Parade, de los ballets rusos de Diáguilev, con tema de Cocteau, música de Satie, decorados de Picasso y coreografía de Massine. La primera vez que apareció la palabra en España ( superrealismo) fue el 10 de noviembre de 1917, sin la firma de Apollinaire, en el programa de Parade en el Liceu. Desde entonces, se llamaba surrealista a cuantos preconizaban ese ambiguo “espíritu nuevo” hasta que Breton impuso su doctrina en 1924.

Cuando en 1920 Miró visitó por primera vez París, quedó tan impactado que estuvo meses sin poder empuñar un pincel. La pintura –dijo– le volvió al fin “como vuelve el llanto a un crío” y quiso cerrar su anterior etapa e iniciar la nueva con La masía , una obra resumen en la que, efectivamente, estuvo nueve meses trabajando, un parto, un renacimiento. En el centro de la tela colocó una extraña figura que no guarda relación con las otras: un niño rana en cuclillas, ídolo o juguete, que un afamado crítico de Time confundió con un caganer, cuando en realidad es el primer personaje surrealista de Miró.

El niño rana dejó de estar en cuclillas, se alzó y, según se aprecia en los dibujos preparatorios de Paisaje catalán que se conservan en la Fundació Miró de Barcelona, se metamorfoseó en el esquemático cazador con barretina que orina y fuma en pipa y que en una mano sostiene una escopeta, y en otra, un conejo. Ahí están el avión Toulouse-Rabat que cruzaba el cielo de Mont-roig, una barca con la bandera española, un ojo volador, un sol araña, un algarrobo y una raspa de sardina liebre camaleón sobre un fondo monocromático ocre. El nacimiento de un mundo.



13 comentarios:

  1. La millor definició de Miró la va fer John Fuster: JOAN MIRÓ té un no sé què d'Esperit Sant, (Oh! Si l'Esperit Sant pintava, ho faria com Joan Miró).

    Salut.

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    1. Particularment m' agrada molt.
      Crec que té personalitat.
      És completament diferent a tots.
      Salut i bon dia

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  2. Ponga vd. a cocer en horno de temperatura baja, durante un tiempo indeterminado, un poco de Klee, acompañado de otro poco de Kandinski y después abra el horno protegiendo sus manos, no vaya a ser que se queme. Tendrá entre las mismas un cuadro de Miró.
    Lo cual no quiere decir que Miró no fuera original ni independiente de los otros dos.
    Los tres, son mis favoritos.

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    1. Fenomenal ¡, A Klee me cuesta entenderle, pero gracias a un libro de Cirlot pude "esbrinar" que es lo que nos quería decir y como "veía" él lo que veía al plasmarlo en la tela.
      En ocasiones, no creas, me confundía con lo que pintaba.
      Un abrazo y on día ¡

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  3. Muchas gracias Miquel.
    Ahora, cuando la Fundación Miró presentó la exposición de Klee, donde pudimos ver la evolución de su obra y muchas de sus afinidades con Joan Miró. Antes tenía alguna reticencia con la obra de Klee, pero después de esta exposición, descubrí en Paul Klee una "vena" poética que me sorprendió y vi en su obra un halo poético de una modernidad extraordinaria que rechaza lo políticamente correcto, lo mojigato y la pamplina.

    Al salir de la exposición sobre Klee, recordé cuál era el origen de mi admiración de la obra de Miró. Este Miró que recorrió desde el surrealismo a la abstracción, desde las telas quemadas a la escultura en mármol, bronce, cerámica, mercurio, madera... Murales y tapices, grandes lienzos...

    Siempre, desde niño, he sentido una admiración por la obra de Joan Miró. Opino que es el mejor artista del siglo XX. Creo que el arranque de mi absoluta fascinación fue cuando visité la gran exposición que se presentó en 1968 en el antiguo Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Era muy joven y visité la exposición tres veces, e iba solo. En una de estas visitas me encontré a un profesor mío que también iba solo y me preguntó: "¿Te gusta todo esto?". Contesté: "sí señor Gálvez, me gusta mucho". Me miro con un gesto agradablemente extraño y me dijo: "Chaval, estás salvado para siempre". No entendí nada, nos despedimos y continué entusiasmado viendo aquella exposición. Esto son cosas raras y no quiero decir premonitorias porque sería una presunción esotérica.

    El caso es que cuando se creó la Fundació Joan Miró, ya en el primer año, me hice "soci-amic" de ella. Y desde entonces, he sido un fiel asistente a todas las exposiciones y a muchas de las actividades que se han celebrado y me he desplazado con ellos en los viajes que se han organizado, alguno inolvidable.

    Masot es conocedor y entendido de la obra de Tapies y un gran experto en la obra de Joan Miró, ha escrito varios libros sobre su vida y su obra. Son libros que me han gustado. Su última obra, "Joan Miró sota el franquisme" es muy interesante.

    Miquel, que te doy las gracias por este escrito que insertas en tu blog.
    Un abrazo muy fuerte.

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    1. Sé que eres socio de la Fundación y supuse que te gustaría leer lo que el señor Massot escribía sobre esta exposición.
      A mí me ha sido de mucha utilidad, porque me explica ciertos detalles que me habían pasado desapercibidos (eso sucede cando no se sabe mucho de una cosa), y a ti, porque intuyo, te corroboran cosas que ya sabías.
      Volveremos a visitar a Miró un día de estos. Sólo hemos de quedar.
      Un abrazo y las gracias a ti por estar

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  4. Me gusta mucho MIRÓ, desde siempre , aunq no le conozco en profundidad como FRANCESC C. ( qué precioso comentario te ha dejado ) a mí su pintura siempre me ha parecido la creación de un niño grande, ingenuo, transparente dentro de su complejidad y lleno de vitalidad ..mucho más limpio q Kleen y Kandinsky aunq tb me gustan muchísimo .. limpio en el sentido de q sus obras son diáfanas, nunca hay saturación como en Kandinsky y su paleta de colores son fundamental primarios, por eso me recuerda a un niño , sin artificios, natural y atiborrado de esa luz Mediterránea que lo hsc tan vital, en fin q muchas gracias por este ratito MUGUEL , un beso grande !!

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    1. Muchas veces nos anclamos antes perspectivas nuevas, nos pasa con muchas cosas, de tal forma que aquello que no entendemos lo apartamos de nuestro camino o no lo damos por válido ni bueno.
      En realidad, toda esta serie de "ismos", de la que también es partícipe Miró, son otra manera de ver las cosas, otra mirada, otra concepción.
      Cuando escuchamos aquello tan manido de: "esto lo hace mi hijo pequeño", no nos damos cuenta de que nos metemos en una trampa, alguno, posiblemente lo haga, pero sin la intencionalidad que le ha puesto ninguno de los artistas que conocemos.
      Llegar a sintetizar lo que se ve para plasmarlo no es facil y pocos están a la altura de Miró.
      Un beso grande y buen fin de semana

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    2. Lo sé MIGUEL, lo sé, no dije que la pintura de MIRÓ me pareciera de un niño grande peyorativamente ¡al contrario! Ser capaz de plasmar la esencialidad de las cosas no está al alcance de casi nadie, PISACOSSO y MIRÓ tomaron caminos artísticos muy diferentes y sin embargo ambos buscaron eso, la esencialidad de las formas, si ves la evolución de un toro o de la paloma de PICASSO a lo largo del tiempo, ves cómo pasa desde el más puro realismo figurativo a trazos aparentemente simples y sencillos que sin embargo son fruto de todo ese enorme proceso de síntesis, ese sentido quise referirme a MIRÓ, de todos los artistas que conozco, seguramente él sea el más personal y genuino en la búsqueda de esa esencialidad … los niños son nuestra esencia, por eso le llamé niño grande ..pero sin quitarle ni una pizca de mérito y valor a su obra, por cierto que antes lo olvidé, también me ha gustado mucho la fotografía de hoy .. todo un ejemplo de la dureza del trabajo en las fábricas textiles, parece un taller mecánico : ) Otro beso MIGUEL!

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  5. jajaja mira aquí tienes un claro ejemplo de lateralidad cruzada .. cómo he escrito al pobre PICASSO : (

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  6. Empecé a disfrutar mucho más de Miró con un librito de Cirici Pellicer que se titulaba Miró en su obra, que complementé con otro de Cirici que editó Polígrafa: Miró mirall. Se me desvelaron muchas claves.

    Confieso que no todos sus cuadros ni esculturas me gustan por igual, pero eso me pasa con todos. No suelo mantener "fidelidad perruna" con ningún arquitecto, pintor, escultor, escritor, director de cine, etc. (ni con ningún partido político, jeje).

    Por cierto, llama la atención la veneración que profesaba hacia Paul Klee, a quien parece ser que no conoció personalmente y del que tal vez solo vio reproducciones en ByN.
    Un abrazo

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    1. Me sucede algo similar. No todo me gusta de todos. La fidelidad perruna tampoco es lo mío.
      De Sábato, Abdadom el exterminador; de García Márquez sus Cien años de soledad; de Bolaño, su 2666; de Cervantes , su Quijote; de Valle Inclán, su Lámpara maravillosa, así de Miró, Marinetti, Magritte, Alguna cosa de Klee, y de Velázquez, su jardín en la Villa de los Médici, ya ves, soy de los pocos que no se decantan por sus Meninas.
      No sé tampoco el porque de su afición por Klee, seguro que le abrió una forma nueva de ver las cosas.
      Un abrazo

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