Si estoy sometido a la necesidad, no soy libre. José Mujica (Expresidente de Uruguay)

martes, 19 de enero de 2021

Cuentos de Navidad. El berimbau.



 En su escepticismo, Eduardo no tuvo más remedio que asentir que la temporada que estaba pasando era, sin lugar a dudas, de las peores que recordaba. La muerte de LLudry, el perro que adoptó junto a Beatriz, su señora, hacía más de tres años,  había cerrado el broche de aquel ciclo que parecía no tener fin.

Sólo entonces, y a raíz de aquel suceso,  aceptó la sugerencia de su mujer ¿Cómo entender que llevara más de cuatro meses sin que nadie picara a la puerta para ofrecerle un "bolo", un simple "bolo" de una actuación? , y menos a él, una persona que llevaba casi trenta años trabajando en el sector del espectáculo,  que había tocado en las mejores orquestas; que era arreglista, compositor, titulado por el Liceo en piano, buen saxofonista,  y conocedor de todos los entresijos de las noches de Las Palmas. 

No le hacía gracia, ni creía en ello, pero probaría. No tenía nada que perder, porque a estas alturas debería tener la agenda llena y las contratas firmadas, como el año pasado, como los anteriores; todo iba tan bien que incluso un par de temporadas atrás compró un Roland RD700, .

Pero este año no, y desde hacía cuatro meses, menos. La decisión estaba tomada. Lo dejó todo en manos de ella. 

No habían pasado 24 horas cuando Beatriz le comunicó donde debía dirigirse. Había hablado por teléfono con una amiga; esta le había dado una dirección, la misma que le entregó en mano.

Por lo que parecía, el único que podía darle una solución vivía en Ámsterdam. Eso decía su señora, que a su vez contaba con la fiabilidad de su amiga. Fiabilidad que no podía ponerse en duda, dado que ella había pasado por similares circunstancias.

No había teléfono de contacto, no había horario de cita previa, no había más que una dirección a nombre Manfred; una calle, un número, un piso y con él, un distrito postal. 

Poco convencido, pero empujado por la necesidad del futuro incierto, compró un billete para el día siguiente a la ciudad de los tulipanes. No sabía cuando su vuelta, ni tan siquiera si encontraría  aquel personaje. No reservó hotel, en todo caso, y a partir de lo que sucediera, lo haría desde allí.

Las Palmas de Gran Canaria /Ámsterdam. Clase turista. Ida. Maleta de mano. 75 € más tasas.  Salida a las 8´25 de la mañana. Llegada sobre unas cuatro horas más tarde.

No hubo imprevistos. Encontrar la dirección le fue fácil; un día antes, junto a su mujer, en Las Palmas, había consultado un plano turístico de la ciudad. 

Llegar hasta la casa bordeando canales le fue incluso terapéutico. Picó al timbre. La puerta se abrió.

-Pase, le estaba esperando. Eduardo se quedó sorprendido. Manfred hablaba un castellano correcto, con acento inglés, pero muy entendible. ¿Cómo que me estaba esperando?. Si, sabía que vendría.

Eduardo le explicó su situación  palabra por palabra, sin dejar nada al margen, sin olvidar detalles de estos cuatro últimos meses pasados.

Su interlocutor era todo oídos. Cuando Eduardo acabó de contar desgracias, Manfred le ofreció un café.

 Se quedó con el poso. Después de observarlo detenidamente le pidió que barajara unas cartas. Tal como iba pidiendo, Eduardo iba depositando boca arriba las figuras que iban saliendo. Ahora el rey de copas, el siete de espadas  y el uno de bastos. Así hasta diez figuras puestas a la manera y antojo que iban cayendo sobre la mesa. No contento con aquello, le mandó tirar unas piedras sobre un tapete rojo.

Al final, Manfred soltó la frase que Eduardo esperaba con impaciencia: -Ya se lo que pasa. El problema está en un instrumento de cuerda que hay en tu casa. Pensativo, Eduardo respondió: -No tengo ningún instrumento de cuerda. Ninguno. Como instrumentos tengo un piano digital, un saxo tenor y un clarinete. La guitarra de mi mujer se perdió hace ya mucho tiempo en un hotel mientras actuaba y no volvimos a adquirir otra.

Eduardo, insistió Manfred, tu problema proviene de un instrumento de cuerda que tienes en la entrada de tu casa, frente a una baldosa que se mueve.

Eduardo dio un saldo de la silla. Se puso de pie y recordó que en la entrada de casa había una baldosa que se movía, que siempre había dejado para el día siguiente la tarea de cimentarla. Y que frente a esta, colgando de la pared había colocado un berimbau que encontró tiempo atrás, abandonado,  al lado de un container.

LLama a tu mujer, que lo descuelgue y lo queme en un descampado. A de ser de inmediato. Y ahora te bañas aquí, en mi casa, con esta loción. Dame la toalla cuando acabes, yo me encargo de ella. 

Acabada la ducha y habiendo hablado por teléfono con Beatriz, Eduardo le preguntó cuanto le debía. Nada, fue la respuesta, no puedo cobrarte. Cuando vuelvas a visitarme, que lo harás para explicarme como te va todo, me invitas a una comida.

No encontró viaje de vuelta para aquel día; pudo lograrlo para el siguiente, a las 7´40 había conseguido vuelo para Las Palmas de Gran Canaria.

Pasó la noche en el B&amp,  unos apartamentos con vistas a la ciudad, pero no pegó ojo pensando en cómo aquel hombre, a más de tres mil kilómetros de allí, podía saber que en su casa había una baldosa suelta en el suelo, y para más inri, en la entrada.

Cuatro horas y cuarto y el avión tomó tierra sin más novedad de que el día se presentaba lluvioso. 

Nada más dirigirse a la gua-gua que le llevaría a poca distancia de donde vivía, un grito lejano le hizo pararse.

¡Eduardo¡ hombre¡ ...¡que casualidad¡. Al otro lado de la calle la voz  del Sr Contreras, viejo conocido; empresario, dueño de una pequeña cadena de hoteles en las islas. Estaba pensando en algo diferente, le dijo en voz alta, casi a gritos, para esta temporada, al verte se me ha ocurrido que un pianista sería lo ideal,  pero tiene que ser ya, continuó, no puedo esperar, acabo de abrir el recinto de Más Palomas. Venga, no digas que no. Cojamos un taxi. Te llevo a casa, saludas a tu mujer y marchamos al hotel para preparar la sala...Ahhh el piano lo pones tu. Mañana empiezas.

PD: Todo lo acontecido es real. Hay pequeñas diferencias de horarios y de nombres; doy fe del suceso.

17 comentarios:

  1. Puede sorprender que la suerte cambiara antes de desprenderse del berimbau, pero si no nos sorprendió que desde Amsterdam se hiciera referencia a dicho instrumento este detalle anticipatorio del cambio de rumbo de las cosas tampoco.

    Y es que l'Univers està lligat, no hi ha cap dubte.

    (es como cuando mi cuñada al comprar un medicamento en la farmacia se le pasó el mal que éste debía atajar, de tal forma que nunca llegó a abrir la caja del mismo. O yéndonos más lejos, aquello de "no soy digno de que entres en mi casa pero una palabra tuya bastará para sanarme).

    PODI-.

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  2. Si que da, FRANCESC PUIGCARBó
    Una abraçada

    CARLOS PORTILLO -PODI-
    El suceso, si es que puede llamarse de esta manera, salvo el nombre del empresario, es tal como se nnarra, todavía tiene más entresijos, pues el protagonista, temeroso de que se le engañara, preguntó si sabía, y sólo a título de curiosidad, donde se encontraba "esa" baldosa, recibiendo una respuesta exacta. El protagonista es un familiar cercanísimo y me habló del tema en un par de ocasiones.
    Por cierto, y a título de anécdota, nunca más volvió a recoger nada de un container, por mucho que se pudiera aprovechar o le gustara.
    Salut

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  3. Da miedo pensar en las aptitudes adivinatorias de ese hombre. Si sabe que en tu casa hay una baldosa que se mueve y ese exótico instrumento de música, qué no sabrá de tus obras y pensamientos. Salva que haya truco y alguien le haya ido con el chivatazo.
    Un saludo.

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  4. Miquel, sé de quién se trata, sé que es un caso real, vivido. Este relato debe formar parte de ese libro que tienes que ir preparando.
    Salud
    Francesc Cornadó Estradé

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  5. No había truco, CAYETANO, te lo puedo asegurar. No lo había. Hay cosas curiosas en la vida, y esta forma parte de una de ellas.

    Salut

    Siempre me llamó la atención el , FRANCESC CORNADÓ. Yo lo escuché dos veces por parte del protagonista, y otras tantas de la boca de su señora. La amiga de esta, hacía tiempo que no subía a casa de Eduardo, y tampoco sabía nada del instrumento, pues este había sido puesto posteriormente a la última visita, y esa última visita ocurrió medio año antes. Son cosas inexplicables y que por muchas vueltas que les des no encuentras ni pies ni cabeza.
    Te hago caso.
    salut

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  6. Pura superstición,para encontrar trabajo,una velita a San Pancracio y sobretodo prepararse y buscarlo con ganas,que no te lo van a traer a casa.
    Salud

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  7. Pas si surprenant que ça: moi, en jetant les dés sur le tapis, j'ai eu trois 6 d'un seul coup !

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  8. Esto se parece al inexplicable caso del "gitano sin primos que estaba en Urgencias esperando educadamente su turno". Pero yo si creo que hay veces que las mentes se conectan, a partir de ahí, todo es posible.

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  9. Ahí lo dejo, CAR RES.
    Salut

    Todo es posible, DANIEL, todo.
    Un abrazo

    Salut PHILFFF

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  10. Hola que le paso a Mª Trinidad que hace unos dias no manda mensaje?

    Saludos

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  11. Hay cosas inexplicables, cierto. La lógica y la ciencia son esenciales pero hay otras formas de entender la realidad que se nos escapan. Saludos.

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  12. "Gitano sin primos que estaba en Urgencias esperando educadamente su turno". Daniel Fuente, eso no es inexplicable, es imposible.

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  13. Coincido en que lo del "caló" sin primos y sentado tranquilo en urgencias es un imposible.

    No suelo creer en monsergas y charlatanes, pero he conocido individuos que con solo estrecharte la mano sabían mas de ti que tu mismo.

    En estos asuntos, quien sabe de verdad no habla, y los que hablan no saben nada.

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  14. No se ANÓNIMO, al igual ha marchado unos días fuera, con su hijo, pero eso es especular, de verdad que no lo sé.
    Espero que se encuentre bien
    Salut

    Haberlas haylas, JOSELU,seguro.
    Un abrazo.

    Jajajajajaja.. FRANCESC PUIGCARBO..
    Salut

    Ciertamente, RODERICUS,quien sabe no habla, pero es lógico que a quien le ha pasado algo similar lo explique. Quién, como tú bien dices, no habla, en el sentido de que no se da a conocer, es el que sabe, como este señor holandés.
    Un abrazo
    Salut

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  15. Una maravillosa historia bellamente narrada y con el añadido de la veracidad de la cual das fe. Precisamente por ese motivo he estado pensando en las posibles causas de ese ‘beneficio’ tras el maleficio. Es muy posible que ese berimbau fuera un idono, originario de Burundi, donde recibe ese apelativo dicho instrumento y contuviera una carga negativa procedente de un pueblo condenados a convivir los genocidas y las víctimas después de una guerra. Sin embargo, una vez destruido el objeto de la magia negativa, renace el verdadero espíritu de ese pequeño país en su ex poseedor: su capacidad de reencontrar la fuerza para creer en el futuro.
    Y se materializa en el contrato que citas.

    Salut.

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  16. La historia, por rara que parezca es veraz, tan veraz que le sucedió a una persona de mi familia que ya no está entre nosotros, PITT TRISTAN. Hay, y con todo su derecho a quien esto le puede parecer una simple falacia, una superchería. Eduardo era el ser más incrédulo del mundo. Escéptico, mordáz hasta la ofensa y nada dado a supercherías. Se fue de mala gana a Ámsterdam inducido por su esposa, que a su vez conocía a una amiga que le alentó hasta el "¿hechicero?" al ver que esta sufría por la negatividad de todo lo que les estaba pasando.
    Las versiones (tanto de Eduardo como de Beatriz), cuando hablaban de este tema -que lo hicieron muy pocas veces pues no querían hablar de ello- , y por separado, eran idénticas. Y yo jamás dudé de la palabra de mi hermano.
    Un abrazo

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