En el mismo momento que dejó prestado el pequeño ensayo metafísico de Gabriel Marcel, Aproximación al Misterio del Ser, supo que jamás le sería devuelto.
Recordó entonces algunos dichos sobre los préstamos literarios, estos siempre coincidían en que en la mayoría de las ocasiones no se apreciaba su retorno.
Le supo mal no haberlo fotocopiado, porque en realidad la composición del libro era pequeña y manejable, no superaba las ochenta páginas y estas las tenía todas acotadas, con apuntes en su interior, señalando puntos que derivaban hacia otros libros del mismo autor, pero en la época que lo prestó el escáner no era de uso generalizado ni los móviles disponían de tantas aplicaciones.
Pasó el tiempo, tanto que dio pie a que Ignasi acabara la carrera, hiciera la tesina y lograra enrolarse en un par de posgrados más, y otra carrera más con resultados similares y tiempos parecidos. Tuvo un hijo y este, otro y otro.
Como a Ignasi le sobraba tiempo para no hacer nada, se entretenía entre la lectura, la Biblioteca de su pueblo y el hojeo en Internet de libros económicos de segunda mano, siempre que estos se circunscribieran al área de su entendimiento.
No hace mucho, Ignaci se llevó una grata sorpresa al ver publicado a modo de oferta, aquel libro que hacía más de treinta años había dejado y que jamás le retornaron. Estaba en el catálogo de una librería sevillana. El precio no era abusivo, había que contar que era un libro descatalogado, difícil de encontrar, y de pequeña tirada que, según ponía en las anotaciones de la librería, estaba en muy buen estado, aunque con algunas puntualizaciones contextualizadas en su interior.
No le llegaría hasta pasada una semana.
Ocho días justos después del pedido, lo avisaron de que este estaba de camino y que por la tarde le sería entregado en mano a la dirección que originariamente le reclamaban.
Fue sobre las cinco de la tarde que picaron al timbre de la calle. Le dieron un paquete pequeño, empaquetado con exquisito gusto.
Le costó abrirlo. Al quedar indefenso de sus múltiples protecciones empezó a hojear el libro con delicadeza. Sus ojos empezaban a confundirlo, estaba tal y como lo dejó hace muchos años, sin una coma de más, con sus señales hacia el Homo Viator, sus apuntes hacia Ser y Tener y sus puntualizaciones sobre Diario Metafísico.
Lo primero que pensó Ignasi al cerrarlo con cariño fue: de vuelta a casa.
Un bonito cuento,otro caso de "vuelve por Navidad",porque ya huele a mantecados y turrón.Mira que si alguien,te hubiese añadido en el libro,alguna frase,como:no supe devolvértelo.
ResponderEliminarSaludos
Una casualidad, CAR RES... o una causalidad, no se , pero así pasó.
ResponderEliminarUn abrazo
Curiosa historia. Potser és la única manera de recuperar un llibre prestat, recomprant-lo. L'esperit de Nadal ja mora entre nosaltres.
ResponderEliminarSalut.
Le enviaron el mismo libro verdad?
ResponderEliminarBon dia Miquel, abrazos.
Un buen cuento que podría haber sido escrito por O. Henry, pero lo has escrito tú. Salut.
ResponderEliminarNo hay como un viaje de ida y vuelta de un libro. Bueno, sí, el de un individuo. Cambiado y evolucionado merced a uno o muchos libros (más la experiencia del vivir)
ResponderEliminarNo sé si es un relato suelto o de tu libro en ciernes. Sigue por ese camino, me gratifica.
En mi pueblo yo organizaba un pequeño mercado de libros de segunda mano, en ese mercado compre dos libros que eran míos y había prestado a dos jóvenes del pueblo. Así que entiendo perfectamente esta entrada. Un saludo.
ResponderEliminarBonita y fascinante la historia viva de ese libro escrito por Gabriel Marcel, y que tuviste en tus manos, convertida ahora en cuento.
ResponderEliminarLas vicisitudes viajeras de ese libro cautivarían al mismísimo Barón de Münchhausen, y sin duda figurarían en su, igualmente viajero, libro de aventuras ;).
Un placer leerte.
Salut, querido Miquel.
POt ser que aquesta sigui l´única manera, si, FRANCESC PUIGCARBó
ResponderEliminarSalut
El mismito, MTRINIDAD. Cob las mismas anotaciones al dorso, las msmas cotejaciones, los mismos garabatos...era el suyo.
Un beso
Se puede decir que es un yo como protagonista, si, JOSELU
Un abrazo
Lo pondré en los relatos que quiero sacar, pero la historia es verdadera. No hay nada de cuento de Navidad, FACKEL.
Todo muy curioso.
Abrazotes
jajajaja, ya te digo, DANIEL F...Lo que pasa es que esta me ha venido casi cuarenta años después desde Sevilla...y no sabes lo contento que me puse.
Ya ves que nunca es tarde.
Salut
Sucedió tal como está descrito, y mira que habían otros ejemplares más económicos para comprar, del mismo autor y el mismo título, pero este me llamó la atención porque ponía que estaba en perfecto estado, y ya sabes, PACO CASTILLO, que a veces los libros están muy mal tratados. pero esta casa de Sevilla, ya llevo tres libros comprados en ella, no me ha defraudado, así que la recomiendo.
Un abrazote .
Cuidate mucho
Es decir, hay gente a quien le prestas libros y luego... los vende.
ResponderEliminarUna vez siendo conscientes de esto, ¡ya es casualidad! Pero las casualidades existen poco...
podi-.
jajajajaja....justa la fusta¡, CARLOS PORTILLO -PODI- Aunque en honor a la verdad, ve a saber cuando el libro se desprendió de sus manos, y si fue él quien lo vendió. Casi cuarenta años dan para una novela y son dos generaciones. ¿Con quién vivía?, ¿era su piso donde fue a parar el libro? ¿Lo dejó también él con la esperanza de que se lo devolvieran?..
ResponderEliminarSon tantos los interrogantes que no me atrevo a preguntar.
Un abrazo