CAPITULO
III
La
persona que calentaba la cama de mí madre fue un superador de
fracasos. Intuyo, por lo poco que se, pero fiable, que fracasó
como hijo. Lo hizo como marido, dejó mujer y cuatro hijas
allende los mares; lo rubricó como militar ( fue un desertor)
y lo materializó como padre (doy fe).
Mí
madre no; mí madre solo los coleccionaba. Los iba alineando en
su memoria hasta que hacía una carpeta lo suficientemente
grande como para cerrarla, pero no olvidaba.
Su
colección quedó marcada por el números de
arrugas en la cara y en el corazón, las primeras eran
visibles, las segundas solo se podían distinguir por el tono
de voz.
Jamás
pude saber a quien me parecí más, si a mí padre
o a mí madre, porque entre los dos sumaban tal cantidad de
reveses que yo, en más de una ocasión, me creí
parte de ellos.
También
intentaba olvidar, pero a mí manera. El grupo con el que
compartía la vida, El Grabao, Pata Palo, El Mochuelo y
Azucena, tenían las mismas cosas en común que yo : un
hogar inestable y una vida quebrada. Pero en aquellos tiempos ni nos
dábamos cuenta, ni era tan importante, porque lo importante
era el buscarse la vida. Uno no siempre se podía dar uno el
lujo de cenar caliente.
A
veces, bajábamos desde Montjuich por Margarit, enfilábamos
por el Paral lel e íbamos a desembocar a la bodega Borrell, al
otro lado de la avenida. Aquella zona estaba llena de cervecerías,
la Moritz, la Bohemia, El Teatro Español y la misma bodega confrontaban un lugar de paso
y de ambiente que no teníamos montaña arriba. La
Borrell nos gustaba. No ponían peros y siempre que llevaras
los 50 céntimos de la jarra, te la ponían sin
pestañear.
Aquello
nos hacía fuertes, pero los dedos de los pies fuera de los
zapatos nos volvían a poner en nuestro sitio.
En
una ocasión, al Grabao se le despegó la suela; aquello
era una mala señal, porque se sabía que una vez cruzada
la puerta de casa, dependías del humor de los padres para
aceptar la noticia. La fortuna hizo que en la bodega hubiera un
electricista y, que con cinta aislante, diera tantas vueltas al
zapato y a su suela, que esta quedó por tiempo formando parte
del distintivo del Grabao. Todo acabó cuando en un alarde de
valentía, el Grabao les comentó (a sus padres, se entiende),
el percance. Tiempo después, y dicho por su hermana Azucena,
supimos que los zapatos que llevaba los habían comprado en los
encantes de Las Glorias, que eran de segunda mano, en este caso de
segundo pie, y que estaba prohibido mentarle absolutamente nada sobre
los susodichos. Ya les comenté que al Grabao había que
irle con tiento.
El Mochuelo era una persona
indefinida. Solía tener miedo de todo, y sin embargo se
enfrentaba a las acciones más inverosímiles como el
primero. Una vez, frente al campo de fútbol del Pueblo Seco,
nos metimos por un túnel que, por lo que nos habían
dicho, era un pasador de cuando la guerra civil. Ni el Grabao, ni el
Pata Palo, ni la Azucena, ni yo, tuvimos coraje para ir abriendo el
camino.
Fue El Mochuelo el adelantado.
Armado con un carburo y una caja de
mistos, fuimos recorriendo la galería hasta llegar a
vislumbrar las vías del metro de la Plaza España. He de
decir que yo iba el último, cogido de la mano de Azucena, y
llevando cuidado de que su hermano, el Grabao, segundo en la fila, no
se percatase.
De aquella excursión guardo
recuerdos y, aunque uno no sea dueño de sus pensamientos,
siempre que lo deseo, me hacen compañía.
Sempre és un plaer llegir aquests comentaris de la teva vida Miquel
ResponderEliminarque placer es leerte
ResponderEliminary leer la intensidad de tus letras
Me has hecho llorar Miquel.
ResponderEliminarBondía y un millon de gracias por compartir tu vida con nosotros, es genial.
Un beso.
M'has recordat Candel, Miquel,només et faltaba per amic el gruïca.
ResponderEliminarbar.cel.ona.uta : petits fragments de les barraques ¡¡ salut
ResponderEliminarMuCha : Los recuerdos se amontonan y salen a tropel ¡¡¡ Un abrazo y salut
MTRINIDAD : gracias por la foto, me ha venido al pelo ¡¡ Bon día. salut
FRANCESC : és que tot gira en torn de la miseria, aquesta es la paraula mágica . salut
Si el toro del Borrell hablase...
ResponderEliminarMagnífico Miquel. Aquello fueron años de penalidades, hubo hambre y dolor. Mis recuerdos me dibujan unas calles del Poble Nou con un aire enrarecido por el humo de las fábricas, con sirenas que sonaban marcando el horario de cada turno de trabajo y los domingos nos acercábamos al Paralelo, Marqués de Duero entonces. Entiendo perfectamente tus recuerdos, siento aquellas miserias que nos tocó superar.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Salud
Francesc Cornadó
Cuántos recuerdos... y de lo más sentidos. Para escribir un buen libro.
ResponderEliminarJÚLIA : eso, si hablase ¡¡¡ salut
ResponderEliminarFCORNADÓ : que curioso es todo, uno se acuerda de lo que hizo hace 50 años, cuando nos es imposible hacerlo con lo que cenamos ayer... Salut
PÉREZ MASSÓ : solo son recuerdos, menos mal que aún tenemos capacidad para el stop. A veces tampoco nos son tan válidos. salut
Yo he empleado carburo para las cuevas, una vez nos revento uno y casi tenemos una desgracia... Excelente relato, si me permites, volveré a releerlo...Plas, plas, plas..
ResponderEliminarA gastar poco que viene lamerkell..
TEMUJIN : hay la parte primera y la segunda, con el mismo título, pero no me preguntes por donde andan; los carburos no tienen buena historia, recuerdo una vez cuando nos quedamos sin agua,,,ya te explicaré. Salut
ResponderEliminarHay aventuras compartidas, Miquel. "Els encans" para que nos dieran los rodamientos que ya no podian vender, cruzando el campamento de gitanos húngaros o cruzar el cementerio de Poble Nou saltando las tapias para ir hasta el mar porque por la puerta no nos dejaban pasar. Miquel, de verdad que leerte es un placer.
ResponderEliminarSalut.
M'encata llegir aquests relats tan personals. Si treus el llibre jo el compro!
ResponderEliminarUn petó Miquel i gràcies per compartir.
aún cuando semejantes 'prendas' me duelen carne adentro, tu relato es una joya cuando de existencia se habla,
ResponderEliminarla villa del señor no es un parque de diversiones
.
salut amic
Pura vida. Qué buen relato y cuánta autenticidad hay en lo que escribes.
ResponderEliminarSalut JOSEP..
ResponderEliminarUn abrazo, NEUS...
Recuerdos OMAR...
AMALTEA, es la Barcelona de 1960, más menos...salut
Me quedo con la última frase, Barcelona de 1960, más menos, igual podría ser el título de la peli.
ResponderEliminarEres el mejor escritor a bocajarro, a la mayoría escribir así les cuesta mil correcciones y pruebas.
ResponderEliminarMiquel...otra cerveza o café contigo sería un agradable placer. Cuando quieras!!! Abrazos fuertes!
ResponderEliminarLAMARÉE : al igual...al igual...un abrazo, gracias
ResponderEliminarFRANCIS : aprendiz, solo aprendiz. Copio, porque no se escribir. Me influencian, porque no tengo personalidad, pero nadie puede decir que las historias son inventadas, porque esas, esas si, que son mías. Un abrazo.
XAVI : yo te invito a la cerveza, y déjame con un chupo de guisky, a mí edad ya me puedo dar el lujo. Ahora tod, y sin quererlo, me va fluyendo. Esto no debe de ser bueno, dicen que en los estertores uno se acuerda de la niñez ¡¡¡ Salut y avísame cuando lo creas menester. estoy a tu disposición ¡ salut
ja,ja,ja...más, menos, igual¡¡¡
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