Cap XXVI
En las barracas los Reyes Magos siempre
fueron díscolos.
Traían poco, de una talla mayor , y
generalmente sin la envoltura que denotara que lo que uno se iba a poner no
hubiera estado ya utilizado. Pero los chavales éramos agradecidos. Todo nos
parecía nuevo, y sino, lo disimulábamos tan bién que hasta nuestros padres,
quien los tuviere, pensaban que nos habían engañado.
Siempre fuimos viejos de pantalón
corto.
Ya sabíamos quien eran los culpables que
montaban en los borricos en la primera semana de enero, cuando lo que habíamos
pedido ya estaba señalado en papel de estraza. Los dos del Tio Genaro y uno del
Talabartero,
Y tampoco nos importaba que en vez de
camellos, nuestros Reyes vinieran en La Torda, la Lenta y Relincho, porque era
bien sabido que los animales del África poco podían con el frío reinante. La
cuestión es que vinieran con algo debajo las alforjas. Lo que fuera.
Ni a la Azucena, ni a su hermano El
Grabao, ni a Pata Palo, ni a Mochuelo, ni a mí, nos trajeron jamás lo
deseado.
Con el tiempo supe que no fue por exceso
ni por defecto, fue por escasez.
"No pidaís mucho, que hay muchos
niños " era el relicario que ya empezaban a recitar los mayores un mes
antes de enero.
A Mochuelo le pusieron cupo: "No más
de tres cosas". A Pata Palo le dejaban que escogiera uno entre los varios
que había escrito; a la Azucena y a su hermano, El Grabao, sólo un par de cosas
por cabeza; a mi, lo que el Rey negro propusiera.
Se dio siempre la circunstancia de que el
Rey negro era el más pobre de los tres, y por más que protesté a mi madre y le
hice ver que también habían los otros dos, jamás me fue revocado el que me
tocó.
Tampoco supe nunca en que sorteo, ni de que
forma me fue otorgada la suerte del dichoso Rey, por otra parte patoso, porque
era el que más hacía reír a lomos de Relincho,
y el que daba menos aire de credibilidad al espectáculo.
Todo me hacía dudar, menos los caramelos.
Esos eran reales.
El menguado botín que aparecía a los pies
de la cama al día siguiente, mitigaba al
menos el trajín de la tarde anterior.
No había el soñado Mecano, pero en su
lugar, y porque el Rey negro sabía que me hacía falta, un sueter de color verde
botella, extremadamente largo de mangas (porque sabía que tenía que crecer), y
unos guantes de lana que parecían los dos de la misma mano. Mi madre lo
arreglaba diciéndome que le diera la vuelta a uno de ellos.
Ante mís quejas, siempre salía la
respuesta de que me habían traído una cosa que no había pedido, y que no me
quejara, que habían niños a los que no les habían dejado nada.
Y eso era la otra cosa que no entendía. Si
los Reyes eran buenos y lo sabían todo ¿porqué ese reparto tan poco solidario?
Tuve la fortuna de enterarme un año
después.
Me quitó de un cargo de conciencia, y pasé
de la esperanza al desengaño.
Con el tiempo, y al ver la tarde de alegría en el poblado, hasta a mí me parecieron los camellos más bellos del mundo, montados por los Reyes más amables del
Universo.
Y fui más niño entonces que lo que había sido hasta el momento,
siendo partícipe del cuento y protagonista del engaño.
Fue Mochuelo el último en enterarse de que
los Reyes eran el final de la niñez, pero ni Azucena, ni su hermano El Grabao,
ni Pata Palo, ni yo jamás se lo tuvimos en cuenta.
Él esperó su Mecano hasta dos años más tarde. Tampoco le vino.
Si lo hubiera hecho, hubiéramos vuelto a
creer en ellos.
Bien tu historia, me gusta mucho como lo escribes,porqué no coges todos tus post y los encuadernas en un libro, no cuesta tanto y lo podías editar y así poderlo leer todo seguido.
ResponderEliminarTus recuerdos de niñez son tristes pero reales, es tu vida y tu historia y nadie mejor que tú para recordarla.
Un beso y bona nit.
De la esperanza al desengaño de la mano de un rey que llevaba la cara pintada de negro y que era más pobre que los niños a los que llevaba regalos. En realidad nada ha cambiado, continuamos queriendo ir del desengaño a la esperanza, pero...
ResponderEliminarLo tengo presente MTRINIDAD..Pero siempre encuentro anécdotas. Esta me vino de seguido, y lo iba apuntando todo en la cabeza mientras veía pasar los camellos de este 5 de enero.
ResponderEliminarPara mi, personalmente, si que han cambiado las cosas, y para bien, pero eso no me basta, porque se que para muchos, muchos de aquí (ya no hablo del telediario)las cosas van de mal en peor. Lo se por T d C de primera mano.
En fin...Haré un par o tres más y miraré de recopilarlos.
Un beso y gracias por informarme de lo que pasa con esto de Blogger.
Salut
Siii, y a lomos de un borrico que tenía una mala leche que no te quiero contar, EL PELETERO. Pero ya ves, todo se supera, menos los recuerdos que te atropellan.
Un abrazo y bon día.
salut
Cuando era joven creía, a causa de esas realidades y de lo injustos que eran los Reyes, que la tradición debía descartarse y no engañar a nadie más, sin embargo cuando tuve hijos la recuperé, claro que los tiempos habían cambiado y podíamos permitirnos unos reyes más igualitarios...
ResponderEliminarMuy bien Miquel, te felicito. Hay que ir montando la maqueta del libro.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Vamos a ver este artículo ahora a que viene ???????????????? jajajajajaj , la epifanía de nuestro señor fué el 6 de enero no el 26......, bromas aparte , me ha encantado el artículo sobre todo me ha hecho mucha gracia cuando dices lo de los caramelos que esos si eran reales jejeje
ResponderEliminarSaludosssssssssss me voy al currelo ¡¡¡
Claro, Miquel, es que todos o la mayoria pediamos al rey negro y el pobre...
ResponderEliminarSiempre que leo un capítulo de tu niñez me pregunto si no has vuelto a ver a tus amigos, los que siempre están. Los que también forman parte del libro. O no se puede decir aun...
Felicidades, Miquel.
Salut.
Creo que cuando lea de nuevo a Juan Marsé tendré la idea de que te estoy leyendo a ti. Me ha encantado.
ResponderEliminarYo en el único sitio que cada año podía ver a los reyes Magos era en el Sepu subido en lo alto ,salut
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ResponderEliminarNi a la Azucena, ni a su hermano El Grabao, ni a Pata Palo, ni a Mochuelo, ni a mí, nos trajeron jamás lo deseado.
NO T'HO HE PREGUNTAT MAI, CREC: Mantens contacte amb algun d'ells, o els hi has perdut la pista?
Contigo, JÚLIA...también me ha pasado lo mismo.
ResponderEliminarSalut
Está en tus manos...Ya lo sabes
Un abrazo FRANCESC CORNADó
Salut SENTIR ¡¡
No, JOSEP...la historia nos separó cuando mí madre y yo fuimos a vivir a la Calle Carretas, y creo que ellos después a Verdún...o así me lo parece.
Un abrazo
MARSé es mucho Marsé...FACKEL.
Si deseas leer algo más de los fragmentos puedes buscaren TOT por capítulos.
Un abrazo
Pero sólo había uno LORENTE ¡¡¡ sólo uno y sentado en un sillón ¡¡
un beso
He perdut la pista...crec van marchar a Verdún (Nou Barris) no ho se segur.
Una abraçada FRANCESC PUIGCARBó
¿Esa foto es de un carro de la basura?.Iban tirando los cubos de las vecinas y se los devolvían .Unos recuerdos muy hermosos,porque al final,los niños éramos felices,sin complicaciones.
ResponderEliminarSaludos.
Un buen relato, me ha gustado.
ResponderEliminar¡¡ Y que viejo que soy !!, aún recuerdo haber visto esos carros de la basura cunando tenia cinco o seis años.
Un abrazo.
No sé què faria sense els teus relats, Miquel. Bravo! La realitat seria més trista sense el paradís dels records.
ResponderEliminarSi BEN, es de un carro de basura del 50. Y cierto, pocas complicaciones, las justas.
ResponderEliminarun abrazo
jejejeje Si, el tiempo se hace un poco terco y se digna acompañarnos RODERICUS ¡
Salut
Petites narracions...és record, solsament records ¡¡
Salut ENRIC H MARCH
Miguel si cierto uno solo,nos controlaba a todos desde arriba para que no nos lleváramos los juguetes de los escaparates jeje ,otro para vos
ResponderEliminarSalut ¡¡ LORENTE
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