Capítulo XVII
La palabra emigrante sólo era válida para los que marchaban a Alemania, a
Bélgica o
en todo caso a Francia.
Para los que pisaban Barcelona desde
cualquier otro punto de la península el nombre peyorativo y en el que le
denominaban los lugareños era el de “murciano”, que lentamente y con el
mestizaje pasó a denominarse “charnego”.
Mi madre era “charnega”. Y yo por mucho
que me opuse, y a efectos de no se qué circunstancia, también.
En las barracas existía la conciencia “de
clase”; aquella de saberse protegido con un trabajo, y por él reconocido. A
nadie le ofendía que se le llamara obrero o peón, antes bien, era esa la
condición elemental para sentirse unido a todo aquel conglomerado de personas
que vivían en la misma situación. En el mismo medio.
Nadie estaba allí por gusto.
Las señas de identidad de un obrero eran
sus herramientas. Rara era la chabola en la que entraras que no hubiera en el
recodo de la puerta los instrumentos de faena bien a la vista. Instrumentos que
siempre se enseñaban al visitante como señas de que allí vivía una persona de
la misma clase y condición que las demás, trabajadora.
Mi padre, en su época de sobriedad, me
llegó a explicar en su mal castellano cosas de su pueblo natal. Sus narraciones
coincidían con lo cotidiano de nuestro poblado y, en ocasiones, me parecía que
hablaba del mismo lugar.
Un pueblo perdido encima de una montaña
carente de luz eléctrica y de agua en las casas, donde no existían los
trasportes públicos y el empedrado era una pura ficción y en donde las personas
vivían hacinadas en pequeñas cubículos hechos a mano con cualquier material
disponible que se dejara moldear.
No hacía falta soñar para
imaginárselo. Solo faltaban dos cosas en el guión, la barrexa y el jabón Lagarto, que eran productos
omnipresentes en aquel conglomerado de viviendas a espaldas de Barcelona.
La barrexa era el genuino producto traído por las civilizaciones habidas en aquel vergel. Tres partes de moscatel
por una parte de cazalla. No había frio que se resistiera, ni cuerpo que no se
acostumbrara. En el Noche y Día, la barrexa era la reina a las seis de la mañana, de
camino al trabajo, aunque su visita tenía la puerta abierta a cualquier excusa.
El jabón Lagarto era la tranquilidad de cualquier casa que se preciase por limpia.
Valía para todo y se usaba
indiscriminadamente.
En más de una ocasión hizo las veces de
champú.
Mi madre tenía una Singer de segunda mano.
Se la compró a plazos al padre de Pata Palo. Fue un día en que los dos, mi
madre y el padre de Pata Palo, tenían ganas de negociar. Para mi madre la
máquina suponía un adelanto de trabajo, y para Don Genaro la seguridad de
cobrar cada mes. Mi madre era persona de palabra.
Complicada de enhebrar pero sólida y fiable
como ninguna.
Aquello supuso que su trabajo saldría a tiempo y bien hecho.
A partir de aquel momento, las señas de identidad de mi madre fue su máquina de coser, y dejaron de llamarla Pepita, la de la CNT, para llamarla Pepita, la modista.
A partir de aquel momento, las señas de identidad de mi madre fue su máquina de coser, y dejaron de llamarla Pepita, la de la CNT, para llamarla Pepita, la modista.
Jamás se estropeó, si acaso la
correa, que saltaba de vez en cuando debido al traqueteo sobre una superficie
que jamás fue plana, pero que presumía de serlo mediante una tabla de madera
puesta debajo sus cuatro patas de hierro.
Aprendí a lubricarla, a enhebrarla por la
parte inferior y por la superior, y a pasar el hilo, por recio que fuera,
en el punto medio de la aguja, a la que siempre le tuve un enorme respeto.
De ella comimos dos y bebió uno durante
mucho tiempo.
En el bar de los Tres Pins había un
teléfono público.
Arrinconado en el extremo del mostrador, era capaz de explicarte todas las andanzas de las gentes del poblado. Solo hacía falta alimentarle con una ficha, ficha que la intercambiabas por dos pesetas que a cambio te abrían las puertas al mundo exterior.
Arrinconado en el extremo del mostrador, era capaz de explicarte todas las andanzas de las gentes del poblado. Solo hacía falta alimentarle con una ficha, ficha que la intercambiabas por dos pesetas que a cambio te abrían las puertas al mundo exterior.
El silencio mas sepulcral se establecía
cuando sonaba el aparato, y en más de una ocasión había que ir a buscar al
vecino para decirle que tenía una llamada.
De allí partían todas las noticias. Y allí
llegaban todas las noticias.
Y de allí supimos ( el Grabao, su hermana
Azucena, el Mochuelo, Pata Palo y yo ), que la Manoli, la hija de la Manuela y
del Desconchao, se había quedado “encinta” porque una rana había muerto.
Desde aquel mismo instante decidimos
por unanimidad, que jamás volveríamos a coger ninguna rana, porque por lo que
parecía se morían si las tocaba una cuerda.
Habían noticias que valía la pena enterarse de
ellas
Precioso texto y preciosa fotografía.
ResponderEliminaremotiu com sempre que expliques aquesta part de la teva vida. Ah! el jabón Lagarto, i el picador per estobar la roba.
ResponderEliminarsalut
La foto JÚLIA es de las barracas, me comentaron que salió en un libro, y me dijieron que era de Can Valero, no se si Petit o el Grande.
ResponderEliminarPor lo demás, nos situa en lo que era el interior de una de ellas.
Un abrazo muy grande.
salut
Poc a poc va agafan forma, FRANCESC PUIGCARBó..poc a poc.
salut
Maldito, me traes recuerdos, debe ser por el olor del Lagarto, nada de los aromas actuales que engañan el olfato, el gusto y las células. Colada entera de Lagarto, bloques que nunca conseguí sujetar bien con la mano por lo inasibles y grandes. Además en días a punto de verano como hoy parece que afecta más la memoria. El tema charnego no lo he conocido de niño, pero en la otra ciudad de verano, en el Norte, ya presencié la llegada de los primeros extremeños, castellanos y sobre todo andaluces...que llegaban con lo puesto, que se decía entonces (¿no recuerda a otros que llegan ahora nuestras cosas de esa guisa?) También se hablaba despectivamente de ellos, pero llegaban para levantar la incipiente construcción y la lenta industrialización de la capital foral. Por poner un ejemplo: muchos de ellos fueron a parara a un barrio determinado, donde deberían ser mayoritarios, puesto que al barrio le llamaron los indígenas Katanga (entonces era el conflicto africano en aquella provincia congoleña) Siempre me pareció feroz aquello.
ResponderEliminarUn abrazo, Miquel.
Miquel: no quiero ser repetitiva, pero si que tengo que decírtelo otra vez:es una maravilla leerte y sobre todo con esta cercanía.
ResponderEliminarDeberías de publicar un libro: sino lo has hecho y no nos hemos enterado.Aunque yo no he vivido esa época, si que la he oído contar y es el fiel reflejo de esa Barcelona de posguerra...Porque parece que fue más larga que en ningún lugar.
Un abrazo.
Cómo me gusta leerte, Miquel. Nos llevas a tu vida en un tiempo que nos parece tan remoto, pero está aquí mismo, más cerca de lo que algunos quieren reconocer.
ResponderEliminarCuántas penalidades pasaron personas como tu madre con un horizonte de trabajo destinado solo a sobrevivir.
Un abrazo y gracias.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEsa bebida aqui se llama chicoychica y es tradicional, donde yo desayuno que es bar de poligono todavia se ve gente empezar el dia asi...
ResponderEliminarSalut FACKEL..ahh el jabón Lagarto ¡¡ ese si que era efectivo.
ResponderEliminarUn abrazo
BERTHA : F Cornadó está en ello y quiere que lo haga...yo voy poniendo capítulos simples y cotidianos...aprovecho y saco marcas del recuerdo que a todos nos han acompañado. De paso me aprovecho y explico la vida cotidiana..Como lo hago en pequeñas dosis, es más llevadero.
Un abrazo y salut
Está a la vuelta de la esquina AMALTEA...No quiero que vuelva porque tampoco era maneras...pero está a la vuelta de la esquina.
Un abrazo grandote ..salut
jajajaja ahhhh TEMUJIN..la barrexa...¡¡¡ jajaja ¡¡ eso eran palabras mayores ¡¡¡
ssalut
Llàstima que no et llegeixin a les escoles. Als joves els aniria bé saber que, a banda de la lluita diària per la supervivència, el coneixement i la intel·ligència passa per les mans que un és allò que sap fer. I la teva mare no només sabia cosir, sinó que controlava els mitjans de producció.
ResponderEliminarJo! MIQUEL acabo de hacer una broma contigo sin leer esto, espero que me perdones por favor. No importa que no sepas de qué va, yo sí y lo siento. No sabía los antecedentes etílicos de tu padre, aunque con esta madre tuya que parece la hermana de Agustina de Aragón está claro que leyéndote se compensó todo, huele a tan limpio como ese jabón de lagarto. Mi padre lo usaba para todo, decía que era como la Coca- cola que lo mismo te quitaba la sed, que aflojaba una tuerca ;-)
ResponderEliminar¿De verdad sabes coser a máquina? sé que me paso soltándote cosas mías, perdóname también por esto pero es que me recuerdas tantas! mi tía tenía una, la recuerdo coser a toooda velocidad con sus uñas roja larguísimas y siempre pensaba ¡se la va a traspasar la aguja esa asesina! qué miedo me daba verla, será por eso que yo no sé coser, ni a máquina, ni a aguja sola... solo botones y para eso debajo parece que les nace un garbanzo de la cantidad de hilo que le meto, eso sí... mis botones cosidos son indestructibles jaja
Mil gracias por estos trocitos de tu historia, impagables.
Muchos muchos besos y feliz semana
Aquesta es bona ENRIC H MARCH..."controlava els mitjans de producció."...jajaja
ResponderEliminarsalut
Tranquila MARÍA.. no pasa nada...Pero se entiende mejor si se lee desde el comienzo...Todo llegará y cuando tenga a punto el "producto" lo leeras de un tirón...Y no, no se coser a máquina...nooo... lo que si se es enhebrarla, eso que parece tan fácil...y hay que rellenar el canuto inferior (rueda)y colocarlo... lleva su miga...
Salut...Un abrazo
No te preocupes.
Oh! eso quieres decir que está pensando encuadernar tus recuerdos en pasta dura y publicarlos? Mmmm ¡ojalá sí MIQUEL! estoy segura que serán un éxito ( espero que me firmes un ejemplar cuando por fin vean la luz) Luego podré presumir que un día, cuando aun no eras famoso me contestabas en tu blog y sabías enhebrar máquinas de coser jajaja
ResponderEliminarMuchísimas gracias, sé muy bien que eres un tipo comprensivo y muy generoso... Muaaaaaks!
Un abrazo , MARÍa...
ResponderEliminarun abrazo... Salut
Hay cosas que ya no comento porque muchos delante mio ya lo han hecho.
ResponderEliminarHay cosas que ya te preguntaré cuando lea el libro, por ejemplo:"porque dices que fuera de Can Valero era otro mundo"?
Lástima que no supierais que fuera de allí se usaban las mismas cosas
El que no a vivido allí o no lo a visto creerá que estabais solos.
Yo pienso que era mucho mejor bajar desde Can Valero al Paralelo, que el resto de barrios(también con nombre propio) que bajaban por la otra parte hasta "Can Tunis"
El jabón Lagarto (de la ferreteria Balius) lo usaba todo dios. [Creia que hoy además de este jabón hablarias de las virtures del "Blau" (azulete)], que genial!!
La mujer que sabia, en este caso tu madre, también le cambiaban el nombre. Era como si fuera un título nobiliario.
Ay Miquel! como te entiendo...
A más de uno al nacer le pusieron la trabanqueta.
"Vale, que se desayuna con la barrecha
pa' arrancarle a la jornada su corazón de lunes en un bar tempranero de Casa Antúnez".
Bravo Miquel!
Salut.
Porque Can Valero era nuestro mundo, JOSEP, el de fuera no era mejor, pero estaba fuera de nuestro alcance. Y ya se sabe, todo el mundo sueña con quien no duerme.
ResponderEliminarLa Balius estaba en Pedro IV y fue durante mucho tiempo una ferretería módica de precio y en el que encontrabas cualquier enser para trabajar en la obra...me acuerdo, aunque remotamente.
salut
Ya van diecisiete, Miquel, se va configurando, y lo hace sin perder frescura.
ResponderEliminarEstos textos han de servir para que no se pierda la memoria, en tus escritos palpamos una historia muy nuestra, donde el esfuerzo y la superación han ido configurando, mejor o peor, lo que somo ahora.
Un abrazo muy fuerte.
Francesc Cornadó
Salut amic FRANCESC CORNADó...¡
ResponderEliminarEspero conseguir esa biografía al precio que sea ,por el jabón del lagarto pase al Flota ese si que raspaba la piel .me dejaba depilado.salut
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¿y cómo eres tú?
ResponderEliminar.
yo creí tener la niñez y pubertad más dura que el imaginario podría elucubrar, pero no, veo que mi cruz por grande que parezca, no es para lamentarse tanto
.
te mando un gran abrazo, Miguel
No sé si me he perdido el capítulo donde explicas lo de los apodos, lo del pata palo y lo de desconchado...es peyorativo?
ResponderEliminarBesos, Miquel.
Intuyo que no. Creo que lo de charnego se puede decir también de las dos formas, aunque ninguna de las dos gusten, cambia mucho si te lo dice uno u otro, en un tono u en otro, como lo de desconchado o como lo de pata palo...lo de charnego se usaba simplemente para señalar si uno era catalanoparlante o no, no hacía falta que fuera murciano podía ser francés a medias. En todo caso, lo de murciano o murciana yo no lo concibo de forma despectiva, cómo habría que llamar a alguien de Murcia? o a un catalán?
ResponderEliminarComo estupidez anecdótica hay una que se prodigaban entre catalanes de diferentes pueblos de Catalunya, en lugar de decir "un vecino de Gerona", el de Figueres decía "el forastero de Gerona" :D
ResponderEliminarLa excusa es hablar de las barracas y de lo que rodeaba a aquello JESUS PECECILLO.
ResponderEliminarUn abrazo salut
No hay cruz OMAR. Hay circunstancias, y aquella no era mala, era la que era en aquella época, de verdad.
salut
Yo recuerdo lo de murciano como despectivo GEMMA. Y sin embargo lo de charnego no.
Cuando una persona te llamaba "murciano" es que esa persona era autóctona, o sea, de aquí.
Cuando te decían "charnego", era más en ton de sorna, que no de menosprecio.
Pero eso son elucubraciones mias a 50 años vista, y de aquello ya afortunadamente no queda nada. Bueno, si queda algo, No decimos magrebí...decimos "moros".
Un abrazo muy fuerte
salut
A mi me toco el otro lado, burgueses venidos a menos. Todavia recuerdo como se hablaba de los 'charnegos, els pobres no en tenen culpa'.
ResponderEliminarGracias por tu relato y felicidades
Miquel, no ofende quien quiere sino quien puede, lo malo de esto es que uno no nace sabiéndolo y le toca aprenderlo. Es vergonzoso que esto sea así, que esto esté en la vida de alguien, de una madre, de un niño, de un padre de familia...escuchar como a tu hijo o a tu madre le llaman "charnega" o "polaca" o al negro todavía negro, y al moro moro, y que se acepte y que se diga con total normalidad, quién nos educa en ese sentido? sólo los recuerdos, lo vivido, Miquel. Y yo en ese sentido no te voy a olvidar, ya :D
ResponderEliminarOtro fuerte para ti.
Me ha conmovido esta narración y me ha facilitado rememorar mis primeros años en BCN. Acabé Magisterio en Teruel, pero solo encontré trabajo aquí. Poe eso tengo tanta gratitud por esta tierra, mi patria de acogida. Pude seguir estudiando en la U. B. de forma compatible con la escuela. Mi esposa y mis hijos son de aquí. Me siento tan aragonés como catalán, aunque a algunos les cueste entenderlo...
ResponderEliminarSaludos