A Pata Palo no
todo le era indiferente. El estar rodeado de sus amigos le confería
esa tranquilidad de saber que nadie le iba a preguntar por esa pierna
que le ayudaba poco, le pesaba mucho y le amargaba más.
El resultado
era que, como manera de agradecimiento y sin necesidad de explicarnos
nada, siempre iba delante en cualquier excursión. Nosotros eramos la retaguardia.
El nosotros
estaba representado por el Grabao, su hermana Azucena, el Mochuelo y
yo.
No nos hacía
gracia el itinerario del último tramo del Funicular al aire
libre, pero por otro lado no podíamos negarnos. La idea
salió de refilón, como sin querer, dejándolo
caer, y como casi siempre, de la imaginería del Grabao.
Segundo tramo del funicular de Montjuich, al aire libre, desmontado en 1981
Por supuesto, al Grabao no se le podían ir
con ostias; era un tipo de poca broma, y si se imaginaba una salida,
por complicada que fuera, el Pata Palo no diría que no, aunque
Mochuelo y yo dijieramos que la cosa era difícil en un principio.
Y lo era. Solo a una mente como la del Grabao se le hubiera
ocurrido llevar una garrafa de agua para hacer saltar chispas en la
toma de corriente del Funicular, la misma que alimentaba la
electricidad del tren, el que hacía la segunda ascensión
a Montjuich, de Miramar al Castillo.
Si no fuera porque está entera, podría ser la misma...
Y no se podía
decir que no, máximo cuando Azucena, la hermana del Grabao,
asistía con aquella sonrisa, como si la cuestión no
fuera con ella.
Elijimos una
mañana de domingo, entre otras cosas, porque eran las únicas
mañanas que teníamos libres, y a primera hora, antes
que la maquinaria se pusiera en marcha, pero a sabiendas de que la
corriente estaría conectada. Sabíamos que a las diez
empezaban a moverse. No hacían falta mucha luces para saber
que un cuarto de hora antes estaría todo en funcionamiento.
Por el lateral de la derecha se comunicaba al funicular superior
El
Grabao no quiso hacerse cargo de la garrafa. Él no estaba para esos menesteres. Con Pata Palo no
se podía contar; cuando no se quejaba de la pierna, se hacia
ecos de noticias siempre desagradables de las chabolas, ir a su lado
significaba escuchar todo aquello de lo que escapabas. A la Azucena
ni mentarla. Así que, entre el Mochuelo y yo, el “hijo de la
Pepita, la anarquista”, nos hicimos a la idea de que aquella subida
campo a través con el peso añadido la íbamos
hacer entre los dos.
Vestíbulo de intercomunicación entre los dos funiculares
Llegar hasta el
cruce no significaba más que ir en paralelo a la vía
única, vadeando la montaña y teniendo cuidado de no caerse entre las zarzas. Justo a la mitad del trayecto, a unos trescientos metros, no más, se encontraba el entrecruce de los vagones. Por un lado la pared de piedra, por el otro, el nuestro, la vaguada para mantenernos al filo de la retirada.
El tren que subía tiraba por la izquierda, mientras que el que bajaba tenía el cableado por la derecha. La toma de corriente se daba por esta última parte, y es por allí donde se tenía que poner la garrafa, damajuana que le denominaba El Grabao.
El tren que subía tiraba por la izquierda, mientras que el que bajaba tenía el cableado por la derecha. La toma de corriente se daba por esta última parte, y es por allí donde se tenía que poner la garrafa, damajuana que le denominaba El Grabao.
Justo el cruce
El vagón
era solitario, se componía solo de una sola unidad; de color
verde desalmado con tiznajos de amarillo desteñido. Pequeño,
desvencijado, con una ínfima cabina para que a escasas penas
cupiera un hombre de pie, que hacía las veces de
maquinista/vigilante, por el hecho de que nadie cruzara las vías
cuando los vagones funcionaran.
Cabina
Azucena tenía
alma angelical. pero actos terrenales.
Fue a ella la
que se le ocurrió que se debería dejar la garrafa llena
de agua justo en la toma de la corriente paralela a la vía, y
en el cruce de las furgonetas, así, cuando pasara el tren, le
daría con la toma y el fogonazo tomaría dimensiones
jamás soñadas.
Desvencijado a la espera del desguace
Las vías
estaban valladas por ambos lados con una red metálica. En los
tramos que se mantenía de pie no era difícil
traspasarla, en otros no existía. Subimos paralelos al cruce y
allí, Pata Palo (con su carácter protector), se encargó
de poner la garrafa justo al lado de la toma de corriente, con
delicadeza, sin tocar la lámina que trasmitía toda
aquella potencia que en alguna ocasión vimos como trataba a
los gatos que una vez atrapados por aquello les era imposible
despegarse, a la vez que se consumían lentamente con aquel
típico olor a chamuscado.
Estirados
detrás de las cañas que aventaban al lado norte de la
ladera, esperamos.
El tiempo se
hizo denso, y el vagón que subía con aquel ruido
especial a traqueteo lento dio la sensación de que lo hacía
más rápido que otros días. Al llegar al cruce,
las vagonetas se dividieron, vimos como la toma de corriente del vagón iba
lamiendo el margen por donde pasaba la electricidad. En un momento
todo se paró, pero antes, un ruido sordo y una nube de humo
blanca rodeo el convoy que lentamente y casi en paralelo al otro que
bajaba quedaron sin fuerzas. Allí, parados en medio de la montaña, solo se escuchaban las imprecaciones de ambos maquinistas que blasfemando conjuros nunca escuchados, juraban que alguien iba a pagar por todo aquello.
Iniciamos la
retirada con lentitud, pero con destreza. Con una sonrisa de complicidad nos felicitamos. Habíamos
vencido a la mecánica.
Directamente a
Can Valero Petit, a tomarnos unos quintos, pero esta vez con olivas.
Azucena no, a
ella solo se le podía invitar a gaseosa.
Aquel fue un
domingo fructífero, de aquellos de no olvidar.
Estupendo , menuda historia, y lo que me he reído, con vuestra/tú aventura , las encontraba a faltar, esas vivéncias que solo a tí te pertenecen.
ResponderEliminarUn abrazo y mi enhorabuena, por ser tan travieso de pequeño.
Un beso Miquel.
Te pillan ahora y te meten doscientas horas de educación para la ciudadanía, convivencia diaria en buena armonía y demás.
ResponderEliminarMe ha gustado, los trenes son un iman...
Una hazaña de la época MTRINIDAD ¡
ResponderEliminarSalut
y aprovecho para rememorar la Barcelona de los 60 , TEMUJIN..
Un abrazo
SI AIXÓ HO FEU ARA, US APLIQUEN LA LLEI ANTITERRORISTA, COM A MINIM.
ResponderEliminarPues a mi me has hecho sufrir desde el primer momento. será porque conozco el tema, no se, pero el peligro que ocasiona hacer esto es tremendo. La tensión (la corriente siempre está allí entre la via y el clable aéreo o la doble via, no me acuerdo cual de los dos sistemas usaba el funicular.
ResponderEliminarMe alegro infinitamente que no os ocurriera nada. En la red de un funicular, tranvia o tren no hay 220v como en tu casa.
Estaba en vilo, "punyetero"
Salut.
Ahora estaba buscado por internet si el funicular de que hablamos la tensión la recibía por un cable aéreo o una tercera via como alguna línea del metro. No lo he encontrado, lo que si he visto es este señor que te copia cada dia. He pensado que él estaba allí. Pero no era ninguno de vosotros. Sería alguien que pasaba por allí.
ResponderEliminarSalut.
jajajaja Si FRANCESC PUIGCARBÓ..pero que se jodan ¡¡¡ que el arma del delicte ja no hi és ¡¡¡..Els malt parits la van deconstruir...
ResponderEliminarSalut
JOSEP , cariño de mi corazón bendito...iba por debajo, laminada en una toma que era una lámina de hierro, y del vagón salía otra que era la que tomaba de aquella para que todo se moviera... Ya vimos gatos, ya , quedarse pegados ... ¡¡¡
Que tiempos...mira que estábamos a dos velas, pero no conocíamos la depresión por la carencia de bienes, todos , absolutamente todos, nos conformábamos con lo que se tenía, y solo se pensaba en la comida del día siguiente.
salut
Temps en què l'aventura era possible i les històries les construïem nosaltres, a pedrades.
ResponderEliminarHostia Miquel quin tipus, eres nuestro "Casavella" con tus historias biográficas.
ResponderEliminarAhhh ENRIC MARCH ¡¡ I tot verídic, solsament fa falta recordar , i surten las paraules...salut
ResponderEliminarFRANCIS BLACK : és tot tan fácil i ho fen tan complicat . Aixó simplement era la nostra vida, no había rés més..rés..
salut. Una abraçada
ResponderEliminarPD :
Familia , hoy, en T d C, he estado hablando con una monja del Prat, venía por la muerte de una hermana carnal y de paso se dió una vuelta por su congregación. Estará 3 días y se volverá al Gabón...Me explicó lo feliz que allí la gente compartiendo un cuenco de arroz, y me ha dicho lo que todos intuímos, que no por tener más se es más feliz...Pero eso escucharlo no es lo mismo que vivirlo, (le dije), a lo que me respondió : estoy segura de que tu en tu niñez has vivido algo similar.
Si rebobino he de reconocer que como al amigo de Serrat, yo también he conocido ha gente que fue feliz con aquello y en aquello. Incluso yo lo he sido.
Me ha reconfortado el escucharla.
Salut
(ha) no debería de llevar h en este caso. Perdón
ResponderEliminarQué historia. Me has hecho recordar cuando de pequeño íbamos con las bicicletas por un camino de tierra dirección Mollet. En una chabola vivía un hombre ya mayor, el Garrapata le llamábamos. Íbamos a molestarle, y le perseguíamos con las bicicletas mientras él conducía su Vespino. Era maldecirnos, sacarnos su escopeta y salir echando leches no fuera que recibiéramos. También eran días para recordar.
ResponderEliminarUn saludo, PEREZ MASSÓ y un abrazo
ResponderEliminarDoncs sí que éreu gamberros! Al meu poble n'hi havia un que tirava gats (vius) a la xemeneia de la màquina del carrilet de vapor (línia Manresa-Berga-Guardiola) quan passava per sota d'un pont. Una altres van trobar al bosc una granada de la guerra, sense explotar, i hi van posar matolls al voltant i hi van fer foc fins que va explotar, i si es descuiden no ho expliquen... Jo era un angelet: em limitava a tirar mosques a les aranyes, i ja em semblava que era molt dolent... Com diu la sarsuela "qué tiempos aquéllos".
ResponderEliminarKTR : els "chabolistes" no teniam un altre entreteniment que el fastiguejar al proïsme...i se'ns donava bé ¡¡ jajaja
ResponderEliminarsalut
Miquel, en el blog he hablado muchas veces de Vicente Ferrer, de Pere Casaldàliga. "Descalç sobre la terra vermella", una minisèrie liderada y coproducïda per TV3 sobre la vida del Obispo de Sao Félix do Araguaia. por favor, no te la pierdas. Esto viene al caso de esta monja del Prat que volverá a Gabón. Esta monja tiene toda la razón.
ResponderEliminarSalut
Tu no necesitaste que te contaran cuentos MIGUEL, tú tuviste más suerte... los viviste de verdad;)) Aquí en lugar de MIGUEL, debiste haber llamado Daniel, robarle el mote a tu amigo "el muchuelo" y esta increíble historia tuya estaría en el camino de Delibes.
ResponderEliminarMuchos besos.
PD
De todas formas, mi cuento es tuyo... por si te apetece volver a ser niño, así nunca volverás de decir que de niño no te contaron cuentos..chiquitín:))
No me lo perderé JOSEP, gracias por la información ¡¡
ResponderEliminarAhora estoy visionando una serie que sale en el Youtube
TODOS LOS NIÑOS INVISIBLES, es de obligada visión.
Salut
MARÍA : en realidad no hay más que recordar y plasmarlo con tranquilidad, y es que la realidad supera con creces la ficción.
Un beso. Salut
Miquel, como siempre que viajas al pasado me trasportas y eso me gusta.
ResponderEliminarGracias por compartir tus retazos del pasado.
Un saludo.
Salut CANELA...son pequeños trozos de retales construidos a cachos de pedazos...solo son eso.
ResponderEliminarsalut
Miquel si esto está hecho con retazos, no quiero pensar lo que serías capaz de escribir en forma de tela, eso sí de una pieza, así que ya sabes, estaremos esperando una larga pieza sin cachos, enterita por favor. Me encanta la palabra que has escogido para definir la composición de tu escrito CACHOS DE PEDAZOS ¡Maravillosa!
ResponderEliminarMiquel: un relat genial (com sempre). En el fons aquestes maleses que feiem de joves eren indispensables per forjar personalitats critiques i inconformistes
ResponderEliminarSalut CANELA...Salut BAR CEL ONA UTA
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