Lo que fué, lo que chaparon y, en lo que quedó.

Miren, paso por allí tres veces por semana, dos veces al día. Soy capaz hasta de explicar quienes eran sus vecinos. La vorágine de este ay.untamiento no tiene nombre, y da igual quien mande y el partido que gobierne. Este edificio no interesaba, así de facil. Había de derruirlo, derrocarlo o deconstruirlo, como dicen hoy las voces del diseño que lamen el diccionario de la RAE.
Yo conocía a varios de los vecinos del inmueble. No a todos. Los fueron echando lenta pero inexorablemente, porque la piqueta tenía prisa para añadir más plazas de parquins a las existentes a la Plaza de la Gardunya. El resultado fue, que los mandamases de los papeles dijeron aquello de que el inmueble no estaba en condiciones de habitabilidad. No se podía hacer nada. Nada, solo tirarlo abajo. ¡ Manda huevos ¡ que diría el listo que mando mezclar las cenizas. O sea, ni reparar, remozar, adecentar, reforzar y proteger las partes que no estuvieran en condiciones. No. Nada. Hay que tirarlo abajo, no sea que haga mal al vecindario. Me asustan estos del ay.untamiento cuando se ponen en plan protector. Los vecinos, casi todos de alquiler, poco podían hacer, y en el poco estaba el marcharse.
Y así fue.
Yo les pongo el proceso. De abajo a arriba.
El edificio en estado de abandono por los mandamases (que es lo que buscaban).
El edificio con sus vigas en buen estado, nada de podridas, carcomidas o partidas.
Los cimientos con silos, ánforas, muros y revestimientos de lo que fue anteriormente, un convento y de lo que no queda nada. Nada.
Y la superior de todas, la magnífica rampa con proyección de futuro de una villa miseria.
Ya está. Ya lo han conseguido. Otro magnífico parquing para esta, nuestra Barcelona del diseño.
Calle Hospital esquina Canonge Colom