XXIX
4 julio 1966. Innauguración de las piscinas de Reina Amalia. Raval
En el colegio, los mejores ratos eran los dedicados a la caligrafía. Todos ambicionábamos que la maestra te eligiera para rellenar el tintero que acompañaba cada pupitre.
En más de una ocasión podías vaciarlo en la bata del compañero.
La plumilla, bien manejada era un arma mortal.
Dábamos preferencia a la de letra cursiva, aunque no hacíamos asco a la plana de letra gótica, que siendo un arma imprecisa, si era manipulada por manos expertas, la huella que dejaba eran mayor.
El frasco de la tinta sólo era llevado por quien despertaba confianza en la maestra.
No solíamos hacerlo, y por diversos motivos, el Grabao, Pata Palo, Mochuelo, y yo.
El Grabao porque era un tipo cargado de malas intenciones, según doña Amelia, la maestra; Pata Palo porque no era diestro en los andares y demostraba más peligro con las buenas intenciones que el Grabao con las malas; Mochuelo porque, y según las habladurías, se la tenía jurada a media clase, y yo porque era sabido, la otra media clase, me la tenía jurada a mí. El motivo era que pocas de las batas que llenaban el aula se salvaron de mis manchas .
Sin embargo, con la Azucena todo era diferente. Doña Amelia le perdonaba que fuera hermana de el Grabao, porque según ella, la maestra, a la familia no la escoge nadie, y a los amigos si, y cuando repetía esta última frase lo hacía siempre mirándome a los ojos, como dándome a entender lo errado que estaba al elegir relaciones.
La tentación de empujar a la Azucena cuando vertía la tinta en los tinteros, se veía menguada por la cara de autoridad que ponía su hermano, el Grabao, a cualquier movimiento furtivo en el aula.
Allí mandaba él.
Además, ni a Mochuelo, ni a Pata Palo, ni mucho menos a mi, porque a el Grabao había que irle con tiento, se nos hubiera ocurrido tamaña insensatez. Tentar a el Grabao no estaba dentro de nuestras metas.
Urbanidad, Gimnasia y Formación del Espíritu Nacional hacían más soportable las horas en el aula.
La primera no había que aprenderla, la sabías de memoria: Ceder el asiento a los mayores, no hablar en voz alta, no decir palabras soeces, significado que jamás supimos lo que quería decir pero que siempre intuimos no era bueno, dar los buenos días por las mañanas; ir a misa…
La segunda no tenía secretos: correr, saltar a la cuerda, brincar sobre una tarima o subir por una escalera eran ejercicios cotidianos para nosotros, y aunque no tuviéramos una pista de gimnasia, teníamos un patio de tierra que hacía las veces de él y en el que todos demostrabamos una habilidad sin límites.
Habilidad es la que tenía el Grabao con la peonza y con la que Pata Palo, por su problema particular jamás pudo competir, pero que se desquitaba con creces en el yo-yo.
Mí especialidad jamás tuvo nada que ver con los juegos del patio.
Saber cuando podía abrir el monedero de mí madre sin que ella se enterara no era tarea fácil, y para eso se debía estar más preparado que para la peonza.
La tercera asignatura era más difícil. El libro de Formación del Espíritu Nacional y las ideas de mí madre eran opuestas.
Mi madre decía que el fascismo no era una manera de pensar, sino una manera de hacer, porque los fascistas no tenían cerebro y por lo tanto eran incapaces de pensar.
Tu y yo, Todos y España era la división en tres partes del Vela y Ancla, libro al que mi madre tenía especial odio, y del cual arrancó la parte final, España, una tarde de aquellas que era mejor no preguntar porque sabías que además de no recibir respuestas corrías el riesgo de agenciarte algún capón, por lo que me vi obligado a copiarlo del ejemplar de Pata Palo.
Las otras materias eran mucho más difíciles.
Ni en Matemáticas, ni en Aritmética, ni en Geometría superé jamás el suficiente.
Mi madre prefería que suspendiera esas tres a que aprobara FEN.
La Religión era asignatura obligatoria, pero se sabía que si cantábamos bien el Padre Nuestro y repetíamos sin equivocarnos el nombre de los doce discípulos de Jesús, en el listado de notas era un notable.
Algunas tardes, cuando el tiempo era propenso a la lluvia, doña Amelia nos hacía cantar las tablas de multiplicar para empalmar con las regiones de España, y de allí con las reglas gramaticales, finalizando con los meses del año…
Trenta días tiene septiembre, con abril, junio y noviembre; ventiocho sólo hay uno, los demás son trenta y uno.
ResponderEliminarSieeempre te lo digo mi querido MIQUEL, estos memorables episodios tuyos de tu infancia son versión mejorada de El Camino de Delibes , coincidís hasta en los personajes porque le protagonista de la novela de Delibes ya sabes que era Daniel "el mochuelo" y en la tuya tb tienes a un Mochuelo, aunque ya veo que en t historia que imponía respeto era El Grabao ¿ por qué le llamabais así?¿ tenía alguna cicatriz? y lo mejor de todo xD! ... tu madre .. cómo me gusta tu madre en esta historia jajaja toda una mujer sí Sr .. mejor suspender tres que aprobar FEN ... un besito para ella y otro enorme para ti ¡¡¡ meeehaencaantado !!! ;)
Por cierto y ¿ a ti cómo te llamaban ? ... MIQUEL el Holmes de los relojes de sol ;)
Mil gracias y buenas noches/ mañanas !
Jo! antes lo olvidé ..
ResponderEliminar¡¡ ENHORABUEEEENA !! ... por lo bien que lo has contado y...
por tener la madre que tuviste.. por eso tú eres tan buena astilla ;)
Ahora sí, FIN.
PueeesssS NO...
ResponderEliminarMe olvidé de los besos jaja
MmuuaaaksS!
URBANITAT NO ESTABA MALAMENT, se'm va ocòrrer fa anys a l'escola comentar que potser s'hauria de tornar a ensenyar - revisada - i em varen dir de tot menys bonico. I mira com d'educada que és la maqinada d'avui en dia.
ResponderEliminarQue una plumilla podia ser una arma perillosa, es cert, més d'una s'havia clavat a alguna ma que no era la pròpia o al clatell en un cas que recordo.
salut
En los primeros capítulos explico que el Grabao tenia cicatrices en la cara y en el alma, MARÍA, de una viruela mal curada.
ResponderEliminarYa sólo falta un capítulo para el final. Mi buen amigo Francesc Cornadó está llevando a cabo una revisión del texto que le lleva a mal traer, porque se ha vuelto complicado y porque no soy escritor y no tengo idea de muchas de las reglas que existen para que sea legible la narración.
A mi madre también se le tenía que ir con tiento, te lo aseguro, MARÍA.
Un beso y gracias por dejar tu tiempo en esta, tu casa.
besos
y Salut ¡¡
FRANCESC PUIGCARBó :
Ja saps que F Cornadó está corregint el text integro.
Em sap greu la feina que li he donat, però diu que no vol que es perdi.
Sense ell no seria possible que la narració tirés endavant.
Sobre les plumilles haurien milers d'anècdotes, eren perilloses.
I si, Urbanitat hauria de ser obligatòria, també ho penso
Una abraçada
Salut
PD : Me llamaban "el hijo de la Pepita, la anarquista". MARÍA.
ResponderEliminarUn beso
Más largo este capítulo, por favor.
ResponderEliminarF. Cornadó
Sí, queremos más sabe muy corto Miquel.
ResponderEliminarbon dia , me parece que me han chapado mi blog, o hay problemas...!!!
Ya diré algo.
un abrazo fuerte.
¡Y cómo ha cambiado la escuela! Ni tinteros, ni batas, ni Don... eso sí, la malas intenciones o el mandamás siguen estand ahí, como en cualquier grupo.
ResponderEliminar¡Saludos!
Ara, a les escoles ningú ensenya caligrafía ni com s'ha d'agafar correctament amb els dits el llapis. Per això no podran mai escriure la seva pròpia vida com fas tu.
ResponderEliminarLes restes de la postguerra que ens va tocar viure, sobretot als que vivíem a la perifèria. I en el teu cas, ni te cuento. M'agrada molt escoltar-te, Miquel. Perquè és el que faig: sento la teva veu i et veig com en una pel·lícula neorealista.
ResponderEliminarUna tarde parda y fría de invierno, los colegiales estudian... o tal vez hacen el paripé y esperan que don Avelino se dé la vuelta para pegarle al del pupitre de al lado una toba en las orejas frías y llenas de sabañones o, mejor aún, pincharle con la plumilla y dejarle un bonito tatuaje en el brazo. Y después, a seguir disimulando, haciendo como que estás resolviendo cuentas, murmurando por lo bajo: "dos que te doy, Eloy. Dos que te meto, Aniceto. Bajo el cero y te clavo el lapicero." Qué tiempos.
ResponderEliminarUn saludo.
Bonita lectura. Gracias Mike.
ResponderEliminarEl cartero.
Bonita lectura. Gracias Mike.
ResponderEliminarEl cartero.
Haremos lo posible, FRANCESC CORNADó..¡¡
ResponderEliminarUn abraz
Si que hay problemas, MTRINIDAD...tu escrito no me salió en el lateral de la página, y eso creo no es normal, sin embargo si salió a última hora, pero es que yo no quiero asustarte, dado que tengo mil y un problemas con la página.
Un beso
Maestro DANI PEREZ MASSó...si que han cambiado los tiempos...y tanto
Un besote para ti, tu señora y tus padres ¡¡¡
salut
EL PELETERo, gracies per ser hi al costat...
Salut
Visca els sentiments¡¡¡¡ ENRIC H MARCH, aquesta és la base de l´historia, sincerament.
la resta és fum i vanitat.
Un petonás de cullons...T´estimo
Salut
CAYETANO GEA...Tiempos de pobreza, no hay más. No hay más. Y válidos para toda la Península, no para este o aquella parte, aquí bailamos todos...Todos.
Un abrazo de los más grandes.
Un saludo y un abrazo
Salut
PETER CACHE....Jodido ¡¡¡¡¡ hay que ver....Leyendo sin parar el internetttte y las cartas sin llegar a mi buzón ¡¡¡
Si, señores, si....PETER es el cartero de mi barrio...Tipo culto y un guitarrista de cojones, pero claro...ahora entiendo el porqué no me llega el cheque del millón de dólares a tiempo ¡¡¡¡
SERÁS ¡¡¡¡ venga ¡¡¡¡ un besote ..animal del sobre ¡¡¡
Salut
"Temps era temps"
ResponderEliminarSomos los hijos de un país diezmado, malherido y humillado.
Me encantaría leerlo en forma de libro.
Un abrazo.
Va tomando forma RODERICUS, pero necesita de corrección y compaginación. Francesc Cornadó se está encargado de ello.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias
....Ceder el paso a los ancianos. No andar por la derecha..
ResponderEliminarAun quedan algunos más. Pienso que en las escuelas hacen bien de no enseñar Urbanidad. La educación la tiene que llevar el niño puesto desde su casa.
Miquel, en más de una ocasión al referirte a tu madre te he dicho que era muy buena. Hoy lo repito, y solo diré por dos cosas. Tenia razón en cuanto a la diferencia entre dictaduras y libertat (bien entendida, claro) y la otra porque dices que a veces se enfadaba. Coño, Miquel!!!! Que quieres!!! Eras tu quien iba buscando su monedero!! Que te creias tu?? Las madres, nuestras madres tenian los cinco (5) centimos super controlados. Eran una fortuna.
Muchas gracias. Salut.
jejejeje...Descubrí que guardaba el dinero en un sobre dentro de un bote de arroz, JOSEP, pero eso era intocable porque sabía que lo tenía contado ¡¡¡¡
ResponderEliminarUno iba madurando a fuerza de vivir. Y, o te espabilabas, o te espabilaban, y si te espabilaban las pasabas magras porque se trataba de sobrevivir.
Un abrazo
Salut
Una de las reglas de Urbanidad que más recuerdo,sobretodo los días de lluvia:"cuando caminas
ResponderEliminarpor una acera,si es la de la derecha en el sentido de marcha,tienes DERECHO a no ceder ante
el que viene en sentido contrario,que ha de desviarse para dejarte pasar".O sea que si vas
por la acera derecha,tienes derecho a pegarte a la pared salvadora,en los días de lluvia.
Además añadía,que ese derecho lo podías ceder si el que viene en sentido contrario era una
persona MAYOR.
Hoy día,es el JOVEN quien se pega a la pared como una lapa,con cara de "malaleche",venga por
el sentido que venga.
Norma de Urbanismo actual:"si vas por una acera,un día de lluvia,mira quien viene en sentido
contrario,si es más fuerte que tú,le cedes el paso y te mojas un poquito,que no es para
tnto".
Saludos,"ben"
Pero no ha de llevarnos a error, BEN.
ResponderEliminarEra esas reglas las que eran, siendo estas las buenas. No hay más.
Hoy, las cosas han cambiado, nos guste o no. Y bo siendo malo lo que hay, si que es diferente.
Poco terminio a diferenciar.
Un abrazo
Salut
me dio risa...epa, no tu escrito que me cayó simpático (algo duro por lo estricto de la época), si me río del lío que tienen ahora los gurúes de la educación que no hay cristiano ni pagano que escriba una redacción de una carilla con no menos de 10 faltas ortográficas, jejeje
ResponderEliminarni hablemos de hacer cuentas mentalmente, ni de razonar frente a un problema sencillo
.
a los jóvenes a los que debía enseñarles el trabajo, le proponía este problema:
un chico roba naranjas,
tiene que pasar por tres fincas para llegar a su casa
cuando pasa por la primera, alguien le dice "dame la mitad de las naranjas y media más y sigues"
cuando pasa por la segunda finca, igual, debe dar la mitad de las naranjas y media más para seguir
finalmente pasa por la tercera finca y le piden la mitad de las naranjas y media más para pasar
cuando llega a su casa, tiene solo una naranja
¿cuantas robó?
¡¡pobres jóvenes!!! solo uno de cada diez podía razonar
ESTAMOS MAL
salut
Estamos muy mal, si OMAR
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por estar desde tan lejos
Salut