Escultura de la Madre Teresa de Calcuta en el convento de Sant Agustí Nou. |
En la cocina del comedor de Las Hermanas de la Caridad, la Hermana Sándia supervisaba ese mes los fogones.
Enjuta, pequeña, de piel aceitunada y de no más de cuarenta y cinco kilos de peso, la Hermana Sándia no parecía que había estado en la trinchera de todos los frentes de miseria en el mundo.
Ajada por los años era imposible acertar con su edad, algunos, los menos, nos arriesgábamos pensando que superaba la sesentena.
Teníamos la certeza, porque así lo había comentado, que en los dos años que sirvió en la Casa Madre de Calcuta lo hizo bajo la supervisión de la fundadora de las Misioneras de la Paz.
Trabajar con ella suponía un oasis de tranquilidad, irradiaba calma.
El reloj trotaba aquella mañana. Nada que poner en los platos y se necesitaban tenerlos llenos para el primer turno.
El primer turno se daba siempre a las diez y trenta. El segundo se servía a las once y cuarenta, y en ocasiones se dejaban las puertas abiertas para un tercer turno, este ya con muchos menos comensales que los anteriores.
Tanto en el primero como en el segundo turno el lleno estaba asegurado y los asientos para acomodarse en el comedor situado en el segundo piso del convento y que se componían de cinco mesas de vente y cuatro sillas, una mesa de catorce y otra de diez y seis estaban al completo.
Eran ciento cincuenta personas que multiplicadas por dos turnos sumaban la cantidad de trescientas, más un resto del tercer turno compuesto por no más de vente personas.
Las ollas, dos de ciento vente y cinco litros, se ponían siempre al alba, cuando ellas se levantaban. Generalmente a las diez de la mañana ya estaba todo a punto.
Siempre al menos desde que yo acudía; aquella mañana no fue así.
Sobre las siete trenta, cuando la Hermana Violeta abrió la puerta de la calle, me comentó de que no habían encendido los fogones. Al primer instante no entendí de que me hablaba y creí por momentos en que había habido una avería.
Me dirigí con paso firme al almacén en el primer piso, junto a la cocina; lo vi completamente vacío. No había nada. Lo que en días anteriores había había estado surtido por sacos de patatas, cebollas y pimientos estaba vacío, tan vacío que incluso habían pasado la escoba y se veía pulido. Di media vuelta y me fui a la sala de los fogones. Los tres apagados y nada dentro las ollas.
No había nadie y no sabía que hacer.
Habían trascurrido no más de tres minutos cuando escuché los pasos de la Hermana Sándia. No hay nada que poner Miquel, me dijo. Atónito le pregunté que había pasado. Este fin de semana no viniste y se gastó lo que había, desde entonces no han traído nada del Banco de Alimentos, tampoco de Mercabarna y así estamos, sin nada, a la espera de algún aporte. Pero Hermana, respondí, son casi las ocho, por mucho que nos traigan algo no nos dará tiempo a pelar, preparar y cocinar. No lo veo claro, respondí. Ten fé, me dijo.
Pensé en el dilema que tendría la Hermana Celine, en aquellos días estaba al cargo de la puerta principal y se encargaba de repartir los números para tener claro cuantas personas entraban y no sobrepasar el aforo del comedor. ¿Cómo iba a explicar a aquella gente, y después de hacer cola, que no había nada para llevarse a la boca? y pensé en eso de la fé y la montaña y no vi nada que pudiera sacarme de mi escepticismo, simplemente porque nada había para poner, y si hubiera algo sería imposible servirlo.
Dieron las nueve trenta en el reloj de la cocina, fue en ese momento que la Hermana Sándia me dijo que me esperara en la sala del teléfono, junto al montacargas y la dejara sola, que tenía que rezar una oración muy particular, que sólo estaría cinco minutos.
Me mantuve a la espera, esta fue corta, no pasaron tres minutos. Ten fé, me dijo a su vuelta. No tienes fé y por eso dudas. No contesté, pero las dudas me seguían asaltando.
No habían trascurrido cinco minutos desde que me realizó la reprimenda cuando sonó el teléfono. Fue ella misma quien descolgó.
Una sonrisa iluminó su rostro.
Por lo visto unas pruebas de envasado de una conocida casa de pizzas habían salido mal y los envases al vacío no había sellado. Toda la partida tenía que darse por fallida. Eran pizzas para consumir de inmediato y estaban de camino. Lo que solicitaban es que hubieran voluntarios para descargar rápido la mercancía.
Apenas un cuarto de hora después ya había llegado un furgón isotermo a las puertas del convento. Rápidamente trasladaron las cajas con las pizzas al primer piso donde ya estaba el horno industrial preparado para recalentar el producto.
Pizzas que antes de meter en el horno se trocearon en porciones de a dos, dado que habían cerca de trescientas.
En cuestión de minutos nos darían las diez trenta y el primer turno estaba completo y a la espera de la comida.
PD: A posteriori, y pasado todo el suceso, la Hermana Sándia me volvió a llamar en privado. Me comentó que ella jamás había temido por la comida, que sabía que sucedería algo y que ese algo yo no lo podía comprender. Que lo primero que tenía que hacer era creer y tener fé, que sin ella, la fé, hubiera sido imposible lo que vi.
Me enteré mucho después y por boca de otra misionera de la congregación, que las Hermanas tienen una oración especial para casos especiales y que sólo hacen uso de ella en circunstancias extremas; por lo visto fui un testigo de excepción.
Doy fé.
I el millor de La historia és que és un cas real.
ResponderEliminarDiuen que la fe mou muntanyes, en aquest cas de pizzes.
Salut
Incomprensible, FRA.
ResponderEliminarUna abraçada NCESC, incomprensible. No crec en miracles, pero és inexplicable. Això de l' oració especial és veritat. Jo vaig comprovar lo, de casualitat, es clar, i no puc dar una explicació amb sentit comú
Pues no puedo menos que recordar una historia casi idéntica aunque no era comida lo que faltaba sino dinero para el mantenimiento de una congregación en los alrededores de San Jose de la Montaña. También me lo explicaba una amiga, voluntaria, que sabiendo que en pocos días no podrían hacer frente a los pagos, las hermanas le decía "ten fe, algo sucederá" y sucedió que en el último día llegó una donación inesperada. "El Señor siempre provee", le decían a mi amiga.
ResponderEliminarpodi-.
En fin, no se que decir, CARLOS PORTILLO -PODI-, sólo que aún puedo dar más detalles, la casa de la pizzas era Tarradellas, hacían unas pruebas para cerrar al vacío con atmósfera controlada de unos nuevos envases de pvc, unos rígidos de color blanco; por lo que fuera aquella prueba, te hablo de hace más de una década, no les funcionó, eran las primeras pruebas, y aquella partida quedó sin sellar tal como los responsables de la casa deseaban. Las pizzas eran de esas de 30 ctms de diámetro, o sea, grandes, y vieron que o bien se daban o se echaban a perder porque ya no se podían vender ni manipular para ponerlas en otras bandejas, pero todo fue casual, muy casual. Ya te digo, no se como explicarlo porque hay que vivir la situación.
ResponderEliminarNo hay más testigos que yo, porque la Hermana Sándia aún vive pero está en Cartagena y es muy mayor y la otra persona que estaba conmigo hace unos años que falleció.
Un abrazo
La multiplicación de los panes y los peces.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Verdaderamente curioso, FRANCESC CORNADó, por ello me guardo mucho de posicionarme ante hechos insólitos, pues encuentro que en ocasiones no hay explicación.
ResponderEliminarPanes y peces, como bien dices.
Un abrazo
Como creyente, no creo en oraciones de última hora, ni en oraciones mágicas, porque eso es paganismo, Sí, en la Fe en toda su amplitud, en ideas, en luchas y por supuesto religiosa. Es el sustento de la persona.
ResponderEliminarSaludos.
Yo tampoco creo en los milagros, pero como dicen los gallegos, "haberlos haylos".
ResponderEliminarUn abrazo.
Unos lo llaman fe, otros aptitud mental positiva que genera corrientes positivas. Yo ni niego, ni afirmo. pero algunas veces visualizar ambientes positivos futuros ayuda, de eso estoy seguro.
ResponderEliminarUn saludo.
No puedo decir nada CAR RES, porque no lo se, si se que tu argumento es válido, pero ¿qué decir?
ResponderEliminarUn abrazo
¿Húbolo?...¿quí lo sá? RODERICUS...pero comer comieron y hubiera perdido una puesta a caballo ganador, porque era imposible por el tiempo que quedaba poner algo caliente , y sin embargo, la Hermana Sándia me ganó de largo.
Un abrazo
salut
También creo en eso del ambiente positivo, DANIEL F, pero ten en cuenta de que yo en ese instante era tremendamente negativo, vamos, pero que no entraba por el aro de que a en menos de una hora se pudiera servir nada, y menos para tanta cantidad de personal, porque era imposible, primero porque no había género que poner y después porque se tenía que cocer todo lo que se trajera, y sin embargo...perdí.
Un abrazo
Por lo que dices, el hecho tenía las mismas probabilidades que ocurriera, que tocara una primitiva. Pero toca. Cada semana, echo una por Internet.Lo mismo toca, si ocurre te prometo una donación a las monjitas
ResponderEliminarNo te aceptarán dinero, CAR RES, no lo hacen, lo que viene de allí viene por al Banco de Alimentos, por empresas que tienen excedentes de comida, por Cáritas o por la Diócesis Episcopal. ¿Quién paga el pan diario?, las barras de queso y las de jamón dulce que se piden, el agua, el gas, la luz, los tapers, los huevos, el pollo fresco... ? porque yo he hecho pedidos y esos pedidos se pagan...se que hay una cuenta corriente pero esa cuenta corriente no es de ellas va a otro nomenclator pero eso no lo se y si lo supiera me estaría vedado decirlo. Si que he puesto el sello de entrega en los albaranes que vienen a nombre de las Hermanas, tengo, después de tantos años, la autorización para ello, pero no cogen dinero de ningún tipo. Es una de sus máximas, por eso me agradan porque laboran y oran y no cogen nada de metálico. Si que aceptan comida en buen estado y ropa.
ResponderEliminarY si, ninguna probabilidad de que se pudiera hacer nada, porque no había posibilidad de que trajeran comida preparada para tantas personas y que ocurriera el hecho que ocurrió y que además no se tuviera que ir a buscar a la fábrica sino que te lo traían de camino y que todo sucediera antes de las diez trenta y diera tiempo a recalentar y servir...
Yo hubiera perdido hasta la camiseta si me hubiera apostado algo.
Seguro que de todas formas, aunque sea de paseo, te veremos por allí.
Un abrazo
Siempre tienen sus particulares explicaciones para todo. Y yo que pensé que era el delegado del arzobispo el que iba a solucionar la papeleta, por ejemplo...Pero ¿y si no llega nada de nada, res de res, hermano? ¿Qué hubiera dicho la madre? Ah, sí, que el Señor lo habrá querido así. En fin, mejor lo dejo.
ResponderEliminarLo que vale es el resultado, FACKEL,y yo hubiera perdido.
ResponderEliminarDe todas formas hay cosas increíbles en las religiones animistas, cosas inexplicables que sería muy arduo entrar a debatir.
El catolicismo, o sea los universales, no deja de ser una de ellas en lo más profundo de su concepción.
Un abrazo
No te confundas Miquel, el Catolicismo, como organización religiosa y con muchos años(ya ha vivido de todo),tiene todo muy claro. Son las personas que la forman con ideas muy dispares y las que se acercan, las que interpretan según sus sentimientos, son libres de hacerlo. Lo que cuentas, es eso un cuento, sin ningún fundamento científico, ni matemático(teoría de probabilidades, Matemáticas).Por lo que dices, no eres creyente, pero estás cercano y en un entorno de Fe Cristiana, supongo que es esa tu confusión. Pero hombre leyéndote, da la impresión de que el cristianismo parece y usa palabras mágicas, como solución espiritual y de vida. Nada más lejos de la realidad.
ResponderEliminarSaludos.
Siete años estudiando teología en el seminario dan para algo, no mucho, CAR RES, pero te aseguro que dan para algo. De Panikker aprendí mucho, él daba unas clases y unas conferencias, y con su secretario, una de las personas más inteligentes que he conocido, he hecho al menos siete cursos de pos-grado. Mi hijo, CAR RES, se llama Icaro, de la comuna Icaria de Cabet, y tiene ya los cuarenta años y no está bautizado en la iglesia de los Universales (Catholicos) , ni en ninguna otra. Y lo mio me costó para que se aceptara ese nombre en el Registro Civil, pues no estaba consensuado en aquella época.
ResponderEliminarSomos animistas, si, CAR RES. Creemos en los espíritus, en la resurrección de la carne y en el alma que llena aquella carne. Incluso creemos en la metempsicosis, en la plaza Arboç está la sede de los Salesianos y allí hay una placa que habla de ello y de Don Bosco, fundador de la órden, donde se da fe de haberlo visto en dos lugares al mismo tiempo.
No estoy confundido, creo no estarlo, vamos, pero todo es posible.
Cada vez que escucho el Rosario, allí lo cantan cada día, veo como se trabajan los cerebros repitiendo mantras en racimos de cincuenta Salves y otras tantas bienaventuranzas.
Yo voy a lo que voy, CAR RES, a ayudarme, si, a ayudarme, allí hago una cosa que me deja tranquilo y satisfecho y allí veo que no pierdo el tiempo.
Ellas, las monjas , lo saben y me respetan y en ocasiones cambiamos impresiones sobre el mal, los orígenes, el poder del pensamiento positivo, el del negativo.
Me respetan y yo las respeto y quiero.
Un abrazo muy, muy fuerte.