Apostamos más por un equipo de fútbol, que por uno de científicos.

Laura Lechuga. Premio Nacional de Investigación y premio Jaume I de Nuevas Tecnologías.

"El procés ha frenado el despegue de la investigación en Catalunya".

 LLUÍS AMIGUET para La Vanguardia.

07/12/2020 00:09

Tengo 57 años: no importan mientras disfrute con lo que hago. Soy de Cádiz y en el 2008 me ficharon para investigar en Catalunya. Las monjas del Amor de Dios despertaron mi vocación científica: el machismo lo sufrí en la universidad. Mi biosensor Convat detecta enseguida la carga viral en una gota de sangre

Soberanía tecnológica

La doctora Lechuga también se formó en Holanda y sabe que la investigación progresa mejor sin fronteras, pero advierte que la soberanía científica y tecnológica es imprescindible cuando las grandes crisis, como una pandemia, las cierran. Por eso enfría el entusiasmo de quienes alaban nuestros sistemas sanitarios o los de transplantes advirtiendo que “el transplante será español, pero toda la tecnología que se utiliza en él, desde la nevera a las pantallas, es extranjera”. Y advierte que la pandemia ha puesto en evidencia nuestra indigencia tecnológica: “De las mascarillas a los tests han tenido que importarse y esa dependencia manifiesta nos debería servir de lección, porque sin soberanía tecnológica no seremos respetados en el mundo”.

Por qué gana tanto premio?

Este año me han dado el Ada Byron de Deusto a la mujer tecnóloga; el Jaume I de Nuevas Tecnologías y el Nacional de Investigación, y usted recordará, porque me entrevistó en el 2016 para otra sección, que ya me dieron el Fronteras del BBVA.

¿En qué anda metida para lucir tanto?

Ahora lidero el proyecto Convat para la ­detección rápida del SARS-Cov-2 con un dispositivo que no solo te dice si estás infectado o no, sino que además cuantifica la carga viral. Será un gran progreso, porque hoy los tests solo te dicen si das positivo o no. Los premios me los dan por mi investigación en nanofotónica

Defina nanofotónica .

Yo hago estos circuitos nanofotónicos, que son como unos chips en los que circulan fotones de luz que interaccionan con moléculas y cuantifican enseguida cuántos virus tienes en la muestra de saliva del paciente.

¿Por qué es tan innovador?

Es la primera de esas tecnologías diseñadas aquí; porque aquí usamos mucha, pero ­creamos poca. De momento ya hemos va­lidado un test serológico para la Covid-19.

¿Para cuándo su test Convat?

Podría ser más rápida, pero los científicos diseñamos la tecnología y un prototipo en el laboratorio y yo no soy una empresa. Es en ese punto donde falla todo.

Usted habla en plural de sus logros.

Los punteros en nanotecnología estamos en el BIST (Barcelona Institute Science and Tech­nology). Pero la financiación no es española; investigamos gracias a la UE, aunque el ministro me llama mucho para ver cuándo sacamos el test Convat.

¿Hemos sabido usar la pandemia como oportunidad de financiar la ciencia?

Tenemos gente que vale mucho, pero en los proyectos Covid me temo que el Instituto Carlos III ha aplicado un café para todos que no prima a los mejores sino que solo busca evitar el agravio político.

¿Por qué es importante tener tecnología médica propia?

Porque cuando una pandemia o cualquier crisis sanitaria va realmente mal, se cierran fronteras y te quedas sin nada, que es lo que nos pasó al principio de la pandemia aquí.

¿Pero la investigación no progresamás cuanto más universal y compartida?

En el CSIC todos los investigadores tenemos que irnos fuera 2 o 3 años y es un gran paso adelante, pero también te valoran más en todas partes si vienes de un país puntero.

¿Además del Convat que ha conseguido usted en tecnología?

Me he dedicado a los biosensores que usan, por ejemplo, los diabéticos.

¿Para qué sirven?

Me gusta esa pregunta, porque siempre me ha interesado que mi investigación sirviera y que fuera aplicable cuanto antes. Y nuestros nanosensores miden las patologías a nivel de una gota y de forma inmediata.

¿Por ejemplo?

Detectan una infección en una gota de sangre, lágrima, orina, saliva... Sin esperar a que te den los resultados de laboratorio. Hacemos también detección de cáncer con dispositivos nanotecnológicos con los que buscas marcadores moleculares.

¿Cómo se formó para eso?

Llegué a la fotónica tras estudiar Química, doctorarme en Física y formarme en Holanda en Ingeniería Electrónica. Y me he distinguido por hacer, para entendernos, aparatos completos, que me interesan más que la investigación básica.

¿Por qué?

Al doctorarme dise`ñé unos sensores de gases y vinieron los de Tabacalera a interesarse por ellos. Y me sentí muy útil. Después me asocié con Cristina Garmendia y montamos una empresa que vendimos a Mondragón. Y seguí desarrollando nanotecnologías clínicas y de medio ambiente hasta que me ficharon para venir a Catalunya en el 2008.

¿Para la red de centros de investigación que creó el conseller Mas-Colell?

Y era una gran iniciativa hasta que llegó el independentismo con el procés y frenó ese despegue de la ciencia en Catalunya.

¿Por qué?

Yo respeto esa voluntad de muchos catalanes por la independencia, pero no me iba a quedar aquí y, como yo, muchos investigadores que tampoco. Otros han dejado de venir por la inestabilidad que genera; porque la investigación necesita inversión y predictibilidad a largo plazo. Así se frenó la apuesta por el talento excepto para cuatro obsesionados por la independencia a toda prisa.

¿Por qué no le interesó a usted?

Porque la investigación es Europa y Europa estaba y está poco interesada en el procés.

¿En Madrid las cosas se hacían mejor?

No ser independentista no me convierte en fan del PP, porque no lo soy. Y si soy vicepresidenta del Grupo de Expertos de Ámbito Interdisciplinar que asesora al Ministerio de Ciencia, es por ser útil a todos, no por afinidad política. Yo soy científica.