O yo soy gilipollas (cosa que no me extrañaría nada), o tiran mís dineros.

Lo dicho, o soy gilipollas y no entiendo a la gente joven (y de izquierdas, esto hay que acotarlo), o me pasa como al autóctono de la ciudad, que cuando coge un taxi y le pides que te lleva a tal o cual lugar, el taxista, creyéndote foráneo, te pasea por el puerto, te lleva hasta el Tibidabo y te deja en el lugar que has pedido con 50 euros menos en el bolsillo y completamente mareado de dar vueltas.

Estos de la CUP se comportan como niños malcriados. Digo niños porque lo que piden no es de recibo, expropiar una Catedral, ¡ como si nada ¡; y de malcriados porque los han acostumbrado, (claro que la costumbre se ha hecho rigor porque tiene cogido a los del partido del Homs de los huevos -Homs dixit-), y a que todo lo que piden se lo dan.

Acabada la promoción de "copas y esponjas menstruales", en lugar de compresas,  que tanto preconizaba la Anna Gabriel, y que a mi entender significaría un paso atrás para las féminas -pero eso sería otro cantar-, acabada digo, me vienen ahora con este dislate : Expropiar la Catedral para hacer un economato y una escuela de música. Y a lo que voy: no se si les pasa a ustedes como a mi, pero en este momento me siento como el cliente del taxi, el que les he comentado en un principio, el que es autóctono, y al que le toman el pelo, le joden el dinero y le  hacen perder el tiempo dando mil tumbos para semejar que lo llevan a la dirección indicada. 

Insisto, o soy gilipollas (cosa que no me extrañaría nada), o me toman el pelo.

La Vanguardia Digital, y no del 28 de diciembre, no; del 4 de julio del 2017. (Europa Press).