Aún
hoy me resulta incomprensible la manera en que llegué a ocupar un puesto de responsabilidad
en una empresa puntera del sector.
La
mitad de mi curriculum era incierto, por no decir falso, el resto se adaptaba a lo que pedía la
consultora.
Si
una cosa aprendí, fue que la sinceridad
y la honestidad no son siempre garantía de éxito.
Cuando
la compañía que se encargó de contratarme me llamó para decirme que había sido
seleccionado para el cargo, después de no se cuantas pruebas psicotécnicas, y
otras tantas presenciales, lo primero que pensé fue que jamás pediría servicios en la
misma.
Quizá
lo único que les impresionó fue aquel enorme papel rectangular con la firma de
representantes eclesiásticos diciendo que había concluido los estudios de
Teología. Siempre supuse que con ello dieron por hecho que lo demás era tan cierto
como mi exposición sobre “Como producir mejor con menos personal en
épocas de crísis”, exposición que me inventé en mi segunda entrevista con
el máximo responsable de Star Plus
Cuality, empresa que tenía la responsabilidad de seleccionar el puesto en
cuestión y que por lo que se ve, quedó impresionada con mi disertación.
En
aquel invento de borrador tesinal que les presenté, todo era muy sencillo; si
los resultados de la empresa se tornaban menguantes, se despedía personal, se
hablaba con el resto que quedaban en plantilla, se les comunicaba que debían
hacer el trabajo que les pertenecía más el plus de los que ya no estaban. Que
ellos eran el medio y la forma de salvar la empresa, que esta se lo agradecería
“a posteriori”, y que dentro de un par de años todo volvería a la “normalidad”.
El
miedo a ser los siguientes en la cadena de despido, daría unos resultados
favorables, y durante un par de años nos evitaríamos un convenio colectivo que
sólo podía perjudicar a la fábrica.
Se
trataba de que siempre perdieran los débiles, y que los fuertes quedaran
inmunes. Eso siempre daba resultado.
Por
lo que pude intuir nadie miró nunca si en aquella época había acabado Filosofía,
y si eran ciertos los numerosos títulos de cursos a los que jamás me molesté en
asistir y que yo daba por realizados.
Tampoco
nadie nunca dijo nada, pero los hechos nunca dejan de existir porque queramos
ignorarlos.
Allí estaba yo, y el trabajo era mío.
Tiempo
después, pensé que debían tener prisa por rellenar el puesto y cobrar el
trabajo.
Y
fue así, de relleno y con rapidez inusitada, como me convertí de la noche a la
mañana en Jefe de Personal de uno de los mataderos más grandes de la zona, con
una experiencia mínima en relaciones laborales, por no decir nula, pero capacitado al máximo en las distancias
cortas gracias a la labor ingente del Seminario, en donde si algo te enseñan es
que la peor tiranía es aquella de querer gustar a todos, y que como imposible, lo más lógico es intentar agradar a
quien tiene el poder y ceñirse sólo en ese punto.
Al
presentarme el primer día en la oficina, y tras los saludos de rigor, recordé
un símil de un profesor de Filosofía del Lenguaje, quizá porque nunca me cayó
bien por haberme suspendido en varias ocasiones, quizá porque estuviera en un
matadero de cerdos:
Si
el desayuno es de huevos con jamón, decía, la gallina está involucrada,
mientras el cerdo está comprometido.
Mi
situación lindaba con lo último.
Así
que lo primero que decidí fue cambiar el rótulo de la puerta del despacho. De
ahora en adelante relucirían mi nombre, mi apellido y las iniciales RRHH en letras bien grandes en su parte
inferior.
Jamás
hubo nada como el diseño de las palabras para mantener entretenido al personal.
Las
primeras semanas fueron de informalidad.
Papeles
y más papeles, todos con su foto correspondiente en la esquina superior
derecha. Pude observar que el anterior responsable era un tipo metódico. Adopté
sin ningún rubor aquel sistema de trabajo que ya me venía dado, que por lo
visto funcionaba y que evitaba exponerme
a dolores de cabeza.
Lo
que más me llamó la atención fue la cantidad de extranjeros que había en
nómina. A las líneas de despiece acabé por llamarles “La ONU”.
Llegué
a contar trenta y cuatro nacionalidades diferentes, mayoritariamente
subsaharianos. Senegaleses, gambianos, guineanos, marfileños…Habían de Malí, de
Burkina Fasso, de Togo y de Benin; unos pocos de Ghana y menos de Marruecos y Argel, del Pakistán y de Cachemira, pero habían… De Europa, mayoría de rumanos, búlgaros, macedonios, bosnios, pero
no recuerdo serbios; si de los países limítrofes con Rusia: lituanos y
eslovenos, algún polaco y mucho sudamericano del Perú, de Colombia y del
Ecuador.
Ninguna
de las oficinas de la "Sección de Nobles"
estaba ocupada por nadie que fuera
foráneo, si se exceptuaba la de Ventas, donde había una joven ucraniana que
dominaba el inglés, el castellano, el ruso, el francés y el catalán, idioma que
empleaba con el gerente de la empresa y por los que recibía un plus salarial fuera de todo convenio.
Muy
poco tiempo después, observando curriculums, me di cuenta de que todos eran
cercanos en familia, y que las recomendaciones, apostilladas en los márgenes de sus perfiles,
siempre venían dadas por personas que trabajaban en las mismas oficinas y que tenían
cierto grado de proximidad.
Las
oficinas ocupaban un ala superior del complejo fabril, estando distanciados
incluso por una puerta de entrada diferente, con un horario laboral que nada
tenía que ver con las líneas de sacrificio.
El
sueldo también era diferente. Y nadie decía nada; por acomodo, unos; los otros
por miedo.
Y
fue allí cuando empecé a vislumbrar en toda su medida el funcionamiento de
aquel lugar.
Con
el tiempo, y en el rincón reservado del restaurante, tuve constancia de que en las demás
factorías del entorno, el mundo funcionaba de forma similar.
Y
nadie decía nada.
tan fotut com real, es el retrat tipus de qualsevol empresa càrnica o no del país una mica gran.
ResponderEliminarEs la pura realitat, FRANCESC PPUIGCARBó
ResponderEliminarsalut
Dos mundos distintos dentro de la misma empresa. Nada que ver los unos con los otros.
ResponderEliminarUn saludo, Miquel.
Hola Miquel, bon dia:
ResponderEliminarSi viésemos lo que ocurre en un matadero, nadie comería carne, de eso estoy segura.
Por lo de tu trabajo, creo que son etapas de la vida y no vemos lo nocivo del trabajo, pero te despediste, eso quiere decir según mi visión del tema, que no estabas bien.
Saludos y BFDS, pensaba que ibas a hablar del reloj de sol del dia de san Juan.
Besos y abrazos.
No seas tan ingenuo en pensar,que podías mentirles en tus cualificaciones.Simplemente tú eras el adecuado para lo que necesitaban,poco importaba si tenías más o menos cursos de especialización,master.Si habías estudiado una carrera adecuada,en este caso económicas y no teología.No todos están preparados,para hacer lo que esperaban debías hacer.Siguiendo tus razonamientos surrealistas,te impongo como penitencia dos padres nuestros y cinco aves marías.Por supuesto el Acto de Contrición.
ResponderEliminarSaludos
Un saludo CAYETANO
ResponderEliminarPienso que describes a la perfección el funcionamiento de muchas empresas.
ResponderEliminarAbrazos.
Esa es otra entrada que no creo que salga porque el dueño de la finca no desea que se vea donde está, y entre nosotros, MTRINIDAD, me parece muy bien.
ResponderEliminarCreo que se nos ha ido un poco el sentido común y con tanto okupa y tanto jolgorio esto no ha de acabar bien.
Ya te explicaré ¡¡
Un besote
CAR RES, lo importante no es el cargo, es como entras en la novela para intentar reflejar la realidad de los que trabajan allí por 850 euros al mes 10 horas cada día, domingo incluído.
ResponderEliminarLos tiros van por ahí.
pero hay que desarrollar el tema.
Un abrazote
salut
Es la idea CONCHI. NO el trabajo de la oficina, sino el trabajo de la linea, el de obrero sin cualificar. Y hay que dar entrada al asunto, sino no se entiende el funcionamiento, y no pasa sólo aquí, en Alemania y en Inglaterra...y en Andalucía, y en Burgos...
Un abrazo gracias por seguir el hilo
Salut
He leído bastante sobre la formación de los Estados Unidos a partir de una base protestante blanca y anglosajona. Allí por su propio desarrollo económico comenzaron a llegar inmigrantes de todo el mundo: irlandeses, italianos, polacos, rusos, suecos, hispanos, japoneses... Todos tuvieron que pasar tiempos muy difíciles para lograr en una o dos generaciones asegurarse. Fueron tiempos muy difíciles pero en dos generaciones los hijos o nietos de inmigrantes estaban plenamente integrados. Ya nadie habla de los inmigrantes irlandeses muertos de hambre que llegaron a América en la hambruna terrible de los años cincuenta del siglo XIX, ni de los italianos ni de los japoneses. Lo que pasa en la empresa de que nos hablas es lógico y normal, no creo que haya que pensar que rumanos o marroquíes lleguen a un país y de entrada ya ocupen los lugares directivos. Hay un tiempo de espera y todo cambiará en veinte o treinta años. Por cierto, voy por mi mutua a la clínica Barraquer y observo que muchísimos clientes son musulmanes que pagan fuertes cantidades por los servicios de la clínica. Me encuentro con mujeres tapadas todo menos los ojos y me las quedo mirando. Hay clases y clases. Lo que nos cuentas no lo veo algo indeseable o terrible, lo veo lógico y no veo que puedas sentirte culpable por nada de lo que pasaba allí, era normal. Y hasta te digo que deseable. En veinte años encontrarás a los hijos de los empleados en puestos directivos. Tiempo al tiempo. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarLa diferencia siempre la marca el dinero, JOSELU
ResponderEliminarUna cosa es ser árabe, y otra "moro", y ello lo saben también como nosotros.
En la Barraquer abren los domingos por si han de operar a un jeque, no lo harán ni por uno de aquí, a no ser fuera de la casa real.
Por otro lado , la narración es una introducción al ambiente que hay en una comarca en concreto , pero puede ser de cualquier lugar de Europa, y apongo que la historia siempre se repite, y si esta semana he empezado esta especie de narración ha sido en colación a lo que conocí una vez, tiempo ha, en la comarca de Osona.
Nada ha cambiado, es lo que vengo a reflejar
Un abrazo
https://www.google.es/url?sa=i&url=https%3A%2F%2Fwww.forocoches.com%2Fforo%2Fshowthread.php%3Ft%3D7019568&psig=AOvVaw30UEITDei_2OFAHQyTHrP8&ust=1593271013314000&source=images&cd=vfe&ved=0CAIQjRxqFwoTCLirppjjn-oCFQAAAAAdAAAAABAJ
ResponderEliminarBueno, supongo que con las nauseas que pasaste en su momento ya has tenido mas que cumplida penitencia, Miquel.
ResponderEliminarTodo quisque infla el currículo hasta lo indecible. Mira si no, la cantidad de políticos que han tenido que corregir sus falsas carreras o inexistentes "masters".
Nuestra Señora de las Estatuas, ColaCau, sabe algo de una inacabada carrera, que por arte de magia, aparecía como finalizada con aprovechamiento en su reseña oficial. Que tuvo que corregir.
Y con los idiomas, ni te cuento. Todo aquel que coloca lo de "ingles nivel conversación" sin título oficial, a duras penas podria pedir el menú en un restaurante de Londres.
En todas las empresas que hoy precisan mano de obra intensiva, se dan las mismas circunstancias. Horarios intempestivos, jornadas de diez y doce horas, y paga según el mínimo del convenio. Ya sabes que hablo desde el conocimiento en carne propia.
Estoy rezando para que me prorroguen el ERTE hasta septiembre.
Y toda esta mierda, es el futuro laboral de este país. O conoces a alguien dentro de una empresa que te recomiende, o a remar a galeras.
Y sobre la ubicación de la masía, mejor silencio, ya haces bien.
Un abrazo.
Gracias por compartir esa vivencia, Miquel, que refleja simplemente como han funcionado las sociedades desde las primeras civilizaciones, siempre hubo gerarquías, y los que tenían mejor posición han utilizado y explotado a los más débiles, llevamos funcionando así desde la polis griega hasta la era de las TIC (tecnología, información y comunicación).
ResponderEliminarEres honesto exponiéndote como ejemplo criticable, que tire la primera piedra quien esté libre de pecado, yo desde luego no lo estoy.
Un abrazo, salut!
Las cosas tomaron otro cariz, RODERICUS, y también volé de allí
ResponderEliminarPero lo que intentaba reflejar es el problema subyacente, lo de la mano de obra.
Las cosas tienen otro valor /precio que intentamos minimizarlas con el coste en la mano de obra, y por ahí no ha de ir la cosa.
A ver si las cosas te salen bien.
te tengo presente
salut
De todo se aprende PACO CASTILLO, de todo y de todos.
Un abrazo