Si estoy sometido a la necesidad, no soy libre. José Mujica (Expresidente de Uruguay)

viernes, 22 de noviembre de 2013

Fragmentos de una historia que me pertenece . Pabellón del Deporte




     Cuando en alguna ocasión bajábamos de las barracas de Can Valero Petit a la Plaza España, lo hacíamos por el trazado del Pueblo Español . Circuito abajo atravesando las ruinas del palacio. El motivo no era otro que ver las carreras de perros, galgos que les llamaban las gentes bien.

    Nunca entendimos como las personas podían hacer cola para perder un dinero en animales que no conocían y por el cual ni el mismo Pata Palo hubiera apostado por alguno. Pero era evidente que uno de aquellos debía de ganar.

  Nos esperábamos en la puerta, deseando que el ayudante del camionero desenjaulara aquellas bestias que tenían mas miedo que otra cosa, y que por lo que nos parecía, debían de pasar mas hambre que alguno de nosotros entrada la merienda.



  Bonitos, bonitos, no eran. Flacos y desgarbados. Aulladores unos, ladradores otros y todos nerviosos, como si supieran que después de aquel viaje su destino estaba ligado al resultado de la carrera.

  Los llevaban en grupos, asidos corto por unas correas y a la voz de grito. Pasándolos directamente por debajo del arco de la entrada de la puerta principal. Allí eran vistos en primera línea por todo aquel que quisiera acercarse. Azucena era una de ellas. Ni al Grabao, ni al Mochuelo ni por supuesto a mi nos hacía gracia. No nos gustaba ver como los trataban. El motivo de Pata Palo era diferente, el tenía perro y siempre estaba atado, pero es que le era necesario, hubiera sido imposible salvaguardar la chatarra que recogían sus padres sin la vigilancia de aquel mastín al que se le tenía que ir con tiento a pesar de conocerte.

  En mas de una ocasión planeamos soltarlos de las jaulas en un descuido de sus vigilantes y que se fueran en libertad. Pero a los perros les pasaba como a nosotros ¿ a donde iban a ir una vez sin la correa ?

  Después nos acercábamos en grupo frente a las líneas de apuestas, donde unos hombres sentados detrás de unas máquinas dominaban unas palancas que movían con inusitada velocidad a la voz del número que le cantaba el cliente, cliente que siempre llevaba las monedas en la mano y que le eran intercambiadas por un papel, el mismo papel que minutos mas tarde veíamos en el suelo, a modo de alfombra, y que quería decir que la apuesta había sido fallida.



  Nunca nadie nos dijo nada y esa confianza que nos daban la utilizábamos.

  Subíamos a las tribunas y desde allí podíamos observar la amalgama de personas deseando que la combinación ganadora de los tres perros, de los seís que soltaban, fuera la suya.

  Nosotros hacíamos las apuestas de boquilla, entre nosotros mismos, y el que mas se acercaba era siempre Pata Palo. Que si un perro cagaba antes de correr en la pista, eso era señal de que iba mas tranquilo y de seguro estaba entre los primeros; que si daba vueltas alrededor del que lo llevaba para enseñarlo, eso era señal de que era nervioso y corría mas que ninguno, y así mil señales que a la postre no servían nada mas que para pasar la tarde, y la excusa de estar juntos.

  Pero lo bueno era cuando salía el conejo de trapo disparado. Aquello nos hacía reír de lo tonto de los perros, galgos que les llamaban las gentes bien.

  Después, cumplido el requisito de la carrera, desandábamos el camino hacia la puerta de entrada, pero esta vez a mano izquierda, donde habían tres taquillas separadas del resto. Allí y debajo de una teles colgadas del techo, esperábamos a que dieran la combinación por buena. Eran donde pagaban los premios.



  En mas de una ocasión, alguno de aquellos afortunados nos convidaba a un frankfurt y una Cocacola, a fin de cuentas no se solía ver un coro de cinco niños gritándote : ¡ felicidades ¡.


  Una vez...merendamos dos veces. Doy fe.

17 comentarios:

  1. Tu historia y tus recuerdos querido MIQUEL.

    UN BESO.

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  2. Lo vuestro si que eran apuestas de verdad jajaja

    Me encanta!

    Besos.

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  3. Oh, cuantos recuerdos, de pequeñps entrábamos a menudo con mi padre, algún domingo por la mañana, a ver aquellas carreras, bastante tristes, jamás vi que apostase nada pero sí que jugábamos a adivinar qué perro ganaría. Qué tiempos y qué distracciones...

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  4. Las desgrano de vez en cuando MTRINIDAD. Y me parece que no me equivoco al pensar que lo expuesto nos ha pasado a todos en alguna ocasión...esto empieza a oler a recuerdos...umm
    Un abrazo salut

    Salut ¡¡¡¡ Una abraçada CETINA

    siiii GEMMA...el final de todo aquello era ver si nos invitaban a merendar ¡¡ ostras ¡¡ Palabra.
    Salut

    jajajaja Igual que nosotros JÚLIA..igual...¡ Si no había dinero para apostar ¡...lo que pasa es que ibas a distraerte y de paso a ver si algún alma cándida te invitaba ....a comer ¡¡¡ ya ves ¡
    salut

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  5. En alguna ocasión yo también habia ido al Pavellón, y como tu tampoco apostaba dinero, y si lo hubiera tenido tampoco hubiese puesto un duro. Siempre pensé que aquello era "tongo". Pobres perros!
    Felicidades por la historia.

    Salut.

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  6. Cony, això són vides paral·leles! Nosaltres també anàvem al canòdrom perquè podies entrar gratis i ningú et deia res encara que fos en horari escolar.

    Era tot un espectacle veure la gent apostant per gossos que molt bé dius no coneixien i només per l'aspecte.

    En fi, la teva reflexió de " ¿ a donde iban a ir una vez sin la correa ?" em recorda la dita de_ "on vols anar bou que llauris?" que deia un pagés que coneixia...

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  7. Ya ves JOSEP ¡¡..ya ves..pobres perros...
    salut

    Y si GADERICH..ese es el quit de la historia, ¿ a donde iba a ir yo, si me soltaba de aquello que no me gustaba ?..
    Una abraçada..
    Salut

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  8. Miquel, no sé si te has preguntado quién vivía al otro lado de la pared del canódromo, en aquellas casas de la calle Vilamarí, aquellos pisos de la planta principal que tenían un jardín que quedaba precisamente detrás de las gradas del fondo. En aquellos jardines, había una palmera, unos limoneros y un aguacate; ¡qué hermoso el aguacate!, nos llegó a dar cuarenta quilos de aguacates al año, desde el otro lado de la pared oíamos los altavoces que anunciaban el ganador.
    Salud
    Francesc Cornadó

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  9. Caramba...FRANCESC CORNADÓ...ya están satisfechas mis dudas ..
    salut

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  10. Cuantos recuerdos de infancia con mis amigos me trae mis visitas al canódromo meridiana (EL OTRO) de la ciudad . Aun recuerdo el ladrido de los perros dentro de las gavias,el olor inconfundible de los escrementos ,la liebre de trapo, los viejos ludópatas pasando la vida entre apuestas , el derby galgero del 12 de octubre donde actuaba el carrusel de la guardia urbana ect ect.
    Aunque hablo yo de mediados de los ochenta muchos recuerdos me ha traido señor Miquel. Felicidades por su original blog.

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  11. aixó de les carreres aquestes ho havia vist de petit. M'hi va dur una vegada el meu pare, però era a la Meridiana, entrant a la dreta (Canódromo Meridiana, es deia). La veritat és que no hi vaig trobar la gracia, llevat de com dius veure el conill de broma que seguien els pobres gossos.

    salut

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  12. Qué historia la tuya y qué avispados, no se os escapaba una.

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  13. Ja no hi és FRANCESC, tot aixó és una figura del nostre pasat
    Salut ¡¡¡

    Dicen que el hambre mueve el ingenio AMALTEA ¡¡
    jajaja Salut

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  14. Los galgos, aquí en Burgos había bastante afición, siempre me llamaron la atención, por su "diseño" enfocado a la velocidad...

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