Pero los fascistas, claro, siempre son los otros.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Juan Marsé y, " Últimas tardes con Teresa "



Hace casi 76 años que creció en el "barri" del Guinardó.
Cuando en 1965 ganó el Biblioteca Breve por «Últimas tardes con Teresa», el escritor tenía muchas cosas que contar. Personajes como el Pijo-aparte pretenden hacernos recordar el barraquismo del Carmelo. O del bar Delicias, cuyo dueño, en la vida real y, en aquella época, era de Porcuna, un pueblo de emigrantes venidos de Extremadura y, que se aposentaron en la cumbre del Carmel, dominando toda Barcelona . Alguien me contó que Manolo Reyes, el protagonista, era menos novela y mas verdad; que habitaba en la calle del Dr. Bové y, que no era ni por mucho un personaje imaginado. Pero hay quien me dijo que el Pijo-aparte vivía en los bajos de los contrafuertes de las viviendas de la calle Vista Alegre... Y que Teresa Serrat, la rubia platino, también era un vivo retrato de una chica del barrio con las piernas muy largas. ¡Vaya uno a saber ¡, lo que si está claro que al retratar a la gente tal y como eran, muchos se veían casi señalados por no decir protagonistas.
También leí, en unas apostillas de contratapa en donde se comentaba que el título, «Últimas tardes con Teresa», se lo «cedió» Jaime Gil de Biedma, ( se acuerdan udes. que pasó por aquí como protagonista cuando hablamos sobre los grandes poetas olvidados de la Barcelona de los 50; pues nos vuelve a salir de "retruc"). Marsé parece ser que deseaba titularlo «Adiós muchachos», pero le sonaba a tango.
Se, le han dado el Cervantes por toda su trayectoria y, que yo solo me remito al libro que me encandiló. Les pido disculpas.
Quizá porque continuo viendo ( cuando cierro los ojos ),el mismo bar, las calles y el ambiente de aquella Barcelona de aquellos años. Triste y obrera. De gente que se iba al trabajo a las 6 de la mañana y bajaba silbando por entre las barracas del Padre Alegre dirección carretera del Carmel, a coger el 24, con su bocadillo envuelto en papel de Vanguardia...
Léanse el libro en cuanto puedan. No ha envejecido...
Les dejo una foto de Marsé y otra, muy curiosa, del bar Delicias, de 1961, ( se puede ver al borrico cargado de tinajas de barro ), es donde pasa parte de la obra que a mi, me gustó tanto...
Se, no me cabe duda, que cuando escribo según que cosas, lo hago como diario particular. Y se, que nadie truncará lo que uno ha escrito. Como lo mio es una pelea conmigo mismo, comprendo que no hay árbitros y, que entenderán, mis devaneos con aquello que se me escapa de las manos. Hay tres edades, cronológica, física y mental. Yo empiezo a ser antiguo en lo primero. Caduco en lo segundo y, quinceañero en lo tercero...
Clicar sobre las fotos para verla al detalle

4 comentarios:

  1. Leido su post releeré últimas tardes con Teresa.
    Lo veré de otra forma sabiendo que los personajes no son personajes que son personas

    ResponderEliminar
  2. Pues aunque parezca diseño, ( tontos del culo ), me das una alegría, que ya te explicaré cuando en el final, veas que no acaba como uno quisiera. Gracias por estar.

    ResponderEliminar
  3. Me gustó "Últimas tardes con Teresa" cuando me obligaron a leerlo en 1º de Bachillerato. Lo cierto es que, a veces, cuando te obligan a leer un libro, acabas odiándolo (me acaba de pasar con "La vida perra de Juanita Narboni"). Pero con ese fue diferente... ¡y mira que he tenido discusiones con mis compañeros sobre la novela! Que parece que fui al único que le gustó...

    ResponderEliminar
  4. Lo de las edades tiene un sentido. "Quien no es guapo a los veinte, fuerte a los treinta, rico a los cuarenta y sabio a los cincuenta, no es ni guapo, ni fuerte, ni rico, ni sabio." De ahí paralante es la propina de la vida. (No dude que le llamaré. Le debo una.)

    ResponderEliminar

Trabalenguas eufemístico: "Trabajadores fijos discontinuos inactivos"

  Por cuestión de léxico, simplemente, si son trabajadores fijos, no son  discontinuos , pues eso es la antítesis; y si son i nactivos , n...