De las últimas veces que me rondó la felicidad fue aquella en
la que me vi en las rodillas de mi padre, frente a una mesa redonda, con un
hule que jamás cambió de posición y por donde las manos hacían el papel de
bayeta que a la postre servía de mapa.
Él iba poniendo los
tres tenedores en forma de tanques, los tres vasos en forma de torres y las
tres cucharas en forma de trincheras. De
cuchillo solo había uno, siempre fuera
de mi alcance.
Explicar historias era lo único que sabía hacer, eso y hacer
amistad con cualquier cosa que tuviera grados y se pudiera beber; yo aprendí a escuchar.
Algo me decía que en todo aquello había un mucho de
inventiva, un poco de fantasía y nada de realidad.
Mi madre era la antítesis. Fue sincera y honesta. Jamás habló
de su vida de trincheras, que la tuvo. Mi padre y mi madre eran la noche y el día, pero la
seguridad que dan las rodillas de un padre, por muy embustero que se proponga, queda
relegada ante la caricia de una madre, por muy sinceras que sean. Como en todo, el tiempo se encarga de poner
las cosas en su lugar.
Siempre atrae más un mentiroso que un honrado.
La puerta de la barraca daba a un camino semi
escalonado de piedras superpuestas argamasadas con tierra. Estas estaban
colocadas con una anarquía irracional pero
su efectividad era a prueba de lluvia, que de eso se trataba.
Bajo un caos racional, las piedras hacían de dique o puente, dependiendo de la situación. Te permitían solventar un charco, traspasar una balsa o sobrepasar el surco peredne del agua que, lloviera o no, siempre regaba los lirios que se habían aposentado como inquilinos desde nuestra llegada.
Bajo un caos racional, las piedras hacían de dique o puente, dependiendo de la situación. Te permitían solventar un charco, traspasar una balsa o sobrepasar el surco peredne del agua que, lloviera o no, siempre regaba los lirios que se habían aposentado como inquilinos desde nuestra llegada.
La puerta que nos hacía de entrada estaba mal hecha y peor ajustada. Lo normal dentro de toda la anormalidad que nos rodeaba. Los días de viento
poníamos diarios en la parte superior y en la inferior. No hacían bien su
trabajo pero mitigaban la corriente.
Otro de los problemas eran los quinqués de petróleo; el aire
que recorría la casa siempre hacía que la luz fuera de un continuo temblor.
En no pocas ocasiones
las sombras se equivocaron de dueño.
Uno de aquellos pocos días sentado sobre rodillas de mi padre, recuerdo con precisión el
componente de las tropas italianas, el desierto, la posición de las trincheras, las torres
enemigas e incluso donde estaba situado un país llamado Abisinia. Aquel día, el
cuchillo, inalcanzable para mi, era el carro de combate desde donde mi padre
combatía a las fuerzas enemigas comandadas por un extraño emperador.
Años más tarde, me enteré de que sirvió allí, si, pero sus labores no
consistieron en atacar y repeler agresiones, sino en suministrar un rancho
caliente a quienes lo hacían.
Nunca nada me llevó a sorpresas. Estas fueron en mi, rémoras constantes.
Mi madre había olvidado su guerra y si no la había olvidado
hacía como si así fuera.
Ahora estaba en otro frente. Se había juntado con un perdedor del bando
contrario en un lugar en donde nadie podía esconder su miseria y en donde se
encontraban todos en un mismo estado de igualdad. Aquella trinchera era la de Can Valero y la batalla, la de Montjuich.
Encontrarte con tu vecina para ir a la fuente en busca de
agua era tan normal como el juntarse para bajar al Para-lel a coger el tranvía.
En las barracas no existía el excusado, como no existía el agua potable ni la electricidad. Con el tiempo me di
cuenta de que aquello era la carencia más grande con el que se encontraban las mujeres. Generalmente esperaban a la
noche, cavaban un agujero y allí depositaban sus frustraciones. Frustraciones
que después volvían a tapar.
Eran realidades que a la postre unían.
Aunque todos teníamos poco, dentro del recinto jamás faltó nada. La sensación de seguridad que tenías al ver el estadio era la contrapuesta a la que tenían muchos de los vecinos del barrio aledaño.
Se nos juzgaba por lo externo y se nos despreciaba por lo interno.
Mi madre se revelaba. En alguna ocasión me comentó que en su lucha siempre predominó la igualdad y que el pago fue en moneda falsa.
Aunque todos teníamos poco, dentro del recinto jamás faltó nada. La sensación de seguridad que tenías al ver el estadio era la contrapuesta a la que tenían muchos de los vecinos del barrio aledaño.
Se nos juzgaba por lo externo y se nos despreciaba por lo interno.
Mi madre se revelaba. En alguna ocasión me comentó que en su lucha siempre predominó la igualdad y que el pago fue en moneda falsa.
Pero para mi aquella fue la mejor época. Rodeado de lo que más
quería y de lo que menos miedo me daba. Y siempre detrás el Grabao y su hermana
Azucena; Pata Palo; el Mochuelo y como
no, mi madre.
No fue para ella, mi madre, la mejor, pero los niños suelen ser egoístas y solo tienen conciencia de su necesidad, y en aquel tiempo, pese a todo, no encontraba a faltar nada. Posiblemente porque lo desconocía todo.
Les teves narracions d'infantesa demanen a crits la publicació immediata.
ResponderEliminarBen escrits i alhora un fidel retrat d'una Barcelona tant real com la del Rancho Grande de Via Augusta!
Penso el mateix que t'ha dit en Galderich. M'encanta llegir les teves vivències, senzilles i tendres i tornar per uns instants a aquesta innocència...
ResponderEliminarPetons.
D'acord amb en Galderich, res a afegir. I una Barcelona a recuperar, encara poc explicada.
ResponderEliminaramb en Galderich, ja t'ho vaig dir una altra vegada, hauries d'ordenar-les una mica i publicar-les. Tenen un punt d'autenticitat neorrealista que les fa molt interessants.
ResponderEliminarsalut
Sóc un narrador "naif", perquè escriure és una altra cosa (Galderich, Júlia, Gemma, Francesc...). Ho faig tot en un moment i d'un tiratge. De vegades em quedo pensatiu quan ho torno a llegir, això de : les ombres es confonien d'amo (em sembla), fins i tit a mi mateix em crida l'atenció. La resta és senzilla perquè vénen de records que t'assalten.
ResponderEliminarLa foto és una de les poquísimes que tinc d'ells dos junts.
Intentaré ordenar l'escrit, desparramat i sense cap ordre.órden, ja que escric a cop d'instint.
Gràcies.
Salut
Miquel, por supuesto no puedo estar más de acuerdo con Galderich. Si, necesitas poner un poco de orden y ponerte en marcha. Miquel, ya se que escribir es otra cosa. Yo también lo digo. No se trata de poner una palabra detrás de la otra pero tu no lo haces de esta forma, seguro que gustará, seguro. Tu sabes que yo además de conocer a Candel he leido todo lo que escribia.
ResponderEliminar"Cuando la ciudad cambia de nombre" verdad que también parece que las palabras estén una tras otra...
Escribe, Miquel!
Salut.
A banda de la bondat dels teus relats, en els qual m'hi submergeixo com quan de nen em banyava en el safareig i enfonsava el cap dins l'aigua, hi ha una lectura ètica, que avui has expressat perfectament: "Se nos juzgaba por lo externo y se nos despreciaba por lo interno".
ResponderEliminarI evidentment, m'afegeixo al clam de la publicació. Miquel, si no ho expliques tu, qui ho farà?
Como dijo el afamado filosofo burgales: "Las vivencias son como los culos, cada uno tenemos el nuestro" y cuaqndo uno habla en primera persona se transmiten las vivencias en los escritos, ¿era mejor aquella Barcelona que la actual? sinceramente creo que no, era infinitamente peor, pero los ojos de los niños perciben normalmente lo mejor del paisaje, es un excelente metodo de supervivencia. Tu en aquel tiempo no veias mal esas cosas, porque no conocias otras y la vision de tu padre, imagino que variaria en exceso comparada con los padres de la época en circunstancias similares. El rancho es fundamental para la guerra, no nos olvidemos de quienes hacen labores imprescindibles, pero silenciosas.
ResponderEliminarCuidate... y a gastar poco... que viene "Van Rompuy".
Voy, como siempre, como cagallón por sequía, JOSEP. A veces pienso que hay frases que no las he escrito yo, pero vienen , y las sujeto.
ResponderEliminarVeremos como puedo alinear todas las parrafadas, que ya empiezan a abultar.
salut
Diu Francesc Cornadó que m´ajudará, que soc un desastre , ..jajajaja
Salut ENRIC H MARCH ¡¡¡
No tengo palabras .no se la edad que tienes Miguel ,pero si yo escribiera mi biografía estarías reflejado en ella,tengo 60 años y tengo la seguridad que nos hemos cruzado en la niñez ,en la adolescencia no por la razón que cambie de campo de batalla ,la historia de tu padre es calcada, pero con una salvedad que no puedo contar públicamente no por miedo o vergüenza si no que no seria creíble ,existen muchas historias de posguerra calcadas y deberían ser un referente para algunos hechos oscuros no se repitieran. mucha salud Miguel.
ResponderEliminarTemujin lo a descrito perfectamente. Esos niños tenían hambre de vida por sus carencias. Solo existe una forma de superarlo aceptarlo y expresarlo, pero nunca dejar de denunciar las injusticias porque esos niños si vivieron una injusticia .una guerra entre adultos que duro tres años,pero sus secuelas nunca terminaran se marcharan con las victimas. Un niño no puede expresar el horror que pasa en su entorno ,pero si retenerlo en la memoria son como esponjas no se acuerdan de lo bueno pero si de lo malo .nuestra obligación es concienciar para que ningún niño se quede sin su juguete.salut
ResponderEliminar"imagino que NO variaria en exceso", quise decir
ResponderEliminarHe ido leyendo, a medida que los has ido publicando, todo estos capítulos de tu historia como 2 o 3 veces cada uno. Son únicos. Y más cuando sabes del cierto que son reales y no algo lejano que jamás te toca.
ResponderEliminarUn abrazo, Miquel.
TEMUJIN : como es bien sabido la escuela de filosofía burgalesa es afamada en el mundo cosmopolita intergalactial en la atmósfera de Andrómeda, doy fe.
ResponderEliminarLas similitudes analógicas combinadas entre experiencias barraquiles y ecuaciones cosmolares es tan igual como el pensamiento de una señora con su marido.
El NO posterior es lo andrógino de lo que ahora se ha dado a llamar el parto post-gamonal. Lo jodo todo pero me quedo preñado.
Hasta aquí un abrazo. Y que no, que el Rioja bueno es mejor que un Ribera malo....Se siente...
salut
JESÚS PECECILLO : somos de la misma cosecha. De la misma, del 53.
Nos hemos cruzado alguna vez, seguro...seguro...
Un abrazo...de corazón
salut gracias por escribir.
Salen cuando toca PEREZ MASSÓ. Nunca lo se. Hoy en T d C he vaciado patatas en BOLSAS DE ARPILLERA ¡¡¡¡ coño ¡¡¡ me ha revertido una serie de sensaciones que hubiera dejado todo para ponerme a escribir...ya tengo próximo capítulo...
Un abrazo grande y un beso a tu madre y un abrazote a tu padre y hermano...
salut prenda ¡
Qué emocionante es leerte, Miquel.
ResponderEliminarToda la literatura cabe en tu historia, que es la de la vida con toda la dulzura y el veneno que la acompaña. Felicidades
Resumiendo Miquel, que lo del vino no es lo tuyo...
ResponderEliminarHola Miquel, estos días no dispongo de mucho tiempo (por temas laborales) así que lo poco que tengo lo dejo para cosas importantes entre ellas leer tu escrito. Felicidades por esa memoria que tienes tan estupenda arropada por esa delicada forma de desmenuzar el pasado que tanto me gusta.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Miquel este capítulo XII es el más tierno, el más sentido; un fragmento lírico, en medio de la épica de Can Valero.
ResponderEliminarMiquel, ya sabes, te lo he dicho muchas veces: manos a la obra y a recopilarlo.
Salud
Francesc Cornadó
Miguel seguro del 53.¿ no serás mi gemelo? si tienes pasta nos hacemos la prueba de genética ,pero si no la tienes no te conozco la vida esta muy achucha jeje,salut
ResponderEliminarbueno che, me has entristecido aún cuando pienso que te resultó más dramático a más edad tuvieras
ResponderEliminar.
pero vamos, que fui un niño con muchas carencias, pero siempre fui solvente en ilusión
.
te mando un abrazo
Ya ves AMALTEA, las palabras salen solas..
ResponderEliminarsalut
Lo se TEMUJIN. lo se..
salut camarada ¡¡
CANELA 988 , gracias por co,partir tu tiempo con el escrito, un abrazo..
salut
FRANCESC CORNADó, me habrás de ayudar, ya lo sabes..
salut
Del 53 seguro, de febrero JESÚS PECECIllO, seguro que habremos celebrado el cumpleaños juntos ¡¡¡ Salut y un abrazo
Gracias OMAR...otro desde el otro lado del charco
salut
Miguel Del 19/12/1,953.salut
ResponderEliminarUn relato y una vivencia que solo tú sabes darle el punto justo:aveces la realidad supera a la ficción y gracias a esas personas que nos crean un mundo idílico dentro de las carencias de la época.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias por estar detrás BERTHA, como siempre te deseo el bien más preciado :
ResponderEliminarsalut ¡
Siempre te e dicho que en estos trozos que nos reglas de tu historia es donde más se nota tu habilidad con las letras y lo enoorme de tu corazón, gracias, muchas.
ResponderEliminarUn abrazo muuy fuerte MIQUEL, las madres lo saben todo, aunque no les digamos nada.
jejeje...gran verdad MARÍA, gran verdad....
ResponderEliminarun abrazote ...Cuidate mucho.
salut