Pero los fascistas, claro, siempre son los otros.
martes, 6 de noviembre de 2012
Fragmentos de una historia que me pertenece , y VI
El día en que mí madre me mandó bucear en su monedero fue especial. Antes, tuve que hacer unas averiguaciones sobre el precio de una botella de champan, (el cava ni tan siquiera era nombrado en aquel entonces), “ La más buena, la más barata y la más fresca”, esas fueron las premisas.
Bajar hasta el Borrell, al otro lado del Paral-lel, y averiguar el costo fue de lo más sencillo. El Sr Josep "el de la Borrell", siempre estaba atento a su clientela, y aquellos eran mis otros aledaños.
Lo que no entendí fue el porqué. Llamé al El Grabao. Hay misiones que no se podían hacer sin ayuda. Fue buen lugarteniente.
Sesenta y siete pesetas. Eso era el valor nominal de un Codorniu Gran Cremat fresco. El Grant Cremat se caraterizaba por tener una etiqueta amarillenta, que le daba sabor de distinción y apariencia de mucha antigüedad; el Lumen era un semi-dulce de calidad regular, con un etiquetado verde y una apariencia de vino barato, y a cuarenta y cinco. Fue la parca explicación del Sr Josep, “ el de la Borrell” para que se lo dijera a mí madre cuando llevara la botella.
Acepté el primero.
Sesenta y siete con cincuenta fue el valor intrínseco que le dije sin pestañear a mí madre. Iban incluidas las dos jarras de cervezas; las de El Grabao y la mía.
El Sr Josep, “el de la Borrell”, me entregó la botella previo pago de la moneda de 50, más tres duros y añadiendo dos “rubias”. Los dos reales de las jarras fueron aparte.
A El Grabao le pareció la operación mejor hecha de toda la semana, y yo, con su aprobación, me encontré el tipo más feliz del mundo. Solo encontré a faltar a su hermana, Azucena.
Saltarse la clase de la tarde para ir en busca de algo no establecido, era como mínimo todo un placer.
El Grabao no solía hacer preguntas, pero aquello era un encargo muy especial. ¿ Por qué ?. Yo tampoco tenía respuesta.
Me enteré tarde y mal. El beso que mí padre me dio a la mañana tendría que haberme puesto en guardia. No fue así, a pesar de que me lo tenía que haber imaginado. Él, que no solía despedirse, aquella vez lo hizo.
Mí padre creía en enemigos principales, pero lo eliminó un secundario. Su miedo.
Jamás volví a verle.
Regresamos a eso de las siete. El Grabao tomó el camino de arriba, el que le llevaba directamente a su casa. Su misión estaba cumplida y la promesa de ponerle al corriente a primera hora del día siguiente calmaron su curiosidad.
Y la noticia corrió tan rápida como el agua que usábamos para bañarnos en la palangana de hierro al echarla por las vías del funicular. El sistema de comunicación en las chabolas era de lo más eficaz, y su centro de prolongación se situaba o bien en el lavadero, o en los mal llamados excusados, que no eran más que letrinas comunitarias. Pero el resultado era el mismo de eficiente.
La noticia, fuera cual fuera, se sabía con rapidez.
Los barraquistas nos bañábamos por mitades, y en el invierno, por cuartos. Aprendí ha hacerlo viendo a Edelmiro, “el del huerto de la bomba”. Primero de mitad de cintura para abajo. De cintura para arriba, después. El pelo era cuestión especial. Cuando se podía y de la manera que se podía. Por eso, El Grabao, Pata Palo, El Mochuelo y yo, lo llevábamos casi al cero; por eso y por los piojos.
Jamás entendí como Azucena, la hermana de El Grabao, podía llevar aquellas trenzas tan brillantes acabadas en moños, generalmente de color blanco, y que cuando se movían junto a su cuerpo, representaban todas aquellas cosas que no sabíamos pero que los mayores mencionaban en voz baja.
Cuando entré por la puerta con la botella de champan, mí madre me estaba esperando sentada en la silla de mimbre, la más baja de las que teníamos, y en donde solía coser, junto a la ventana. Pero esta vez sin aguja, ni dedal, ni huevo de madera, ni costuras entre las manos.
Me explicó lo de Antonio, que así se empezó a denominar a mí padre.
Su marcha fue tan rápida como su vida. Huyó.
Tuve ganas de llorar, pero en vez de eso, le pregunté por el porvenir de la botella. Me señaló la pequeña nevera de hielo que hacía las veces de armario, y la deposité cerca de lo que quería representar un trozo de hielo que quedaba en la parte superior, al lado de la marca del aparato, un “Camello”, creo recordar, para que se mantuviera todo lo fresca que fuera posible.
Por la noche, mantuvimos una conversación de lo más intensa. Abrimos la botella (me enseño como hacerlo), y me dijo de que era hora de adquirir nuevas responsabilidades.
Cuando Pepita, que así se llamaba mí madre, después de bebernos el contenido, me ofreció mí primer “Tres Carabelas”, empecé a comprender que se me estaba escapando la vida de niño, y que sin saber porqué, muy pronto, me vestiría con pantalones largos.
Si de mí padre ya no supe jamás, de mí madre empecé a saber menos.
Con el tiempo, comenzó a encerrarse en si misma y sus ojos se tornaron pequeños y rojos. Y yo comprendí que allí también tenía mucho que ver el lugar donde vivíamos. Creo, se sentía culpable.
A la mañana siguiente todo le fue explicado a El Grabao.
Las promesas siempre han estado para cumplirlas.
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A vegades és millor no dir res, limitarse a fruit d'aquestes pàgines viscudes i recordar, això si que el Codorniu Gran Cremand semi sec és el millor xampany que hi ha hagut mai.
ResponderEliminarsalut
Afortunadament el cap del toro, testimoni de tantes penes i alegries encara es manté, cosa estranya.
ResponderEliminarI recordo inclús el preu del Grant Cremat ¡¡¡ Salut FRANCESC..
ResponderEliminarSi JÚLIA; vaig passar aquesta setmana a ferle unes fotografies en blanc i negre ¡¡¡ ja veus ..salut
Estoy impaciente por saber más. ¡Un abrazo!
ResponderEliminarHola Miquel, pones y VI, ya se ha acabado?
ResponderEliminarMuy buena tu historia y de la forma que la explicas más.
Un fuerte abrazo y Salut...!!!
PEREZ MASSÓ : un saludo ..salut
ResponderEliminarMTRINIDAD, lo que pasa es que va poco a poco. Hacer las cosas demasiado extensas pienso que cansa, y hay que explicarlas de manera que sean simples . Las frases muy largas me agobian y me dan la sensación de poner demasiado forraje. Hay un par de partes más...salut
Poesía de la experiencia.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Vas passar de nen a home en un dia. Quines coses té la vida...
ResponderEliminarMiquel, no deixis d'escriure: editis o no, però no per nosaltres sinó per tu mateix.
Salut.
Posible CORNADÓ ...puede..si.. salut
ResponderEliminarJOSEP ; l´historia no dona per més...falan dos, tres, máxime custro tonterietes més....salut
Es usted un Cretino. Sí, Cretino y con mayúscula...
ResponderEliminarCretino porque nos toca
el sentido de una vida,
que sin vivirla se nota
que mas que dura es sentida.
Se le quiere.
pues veo que todavia falta bastante para que nos cuente algo del señor jose................el del marcelino jajajajajajajaja...............saludos y como el gran carlitos dice,se le quiere señor mamon
ResponderEliminarCARLOS...como se me escapan los días, considero que Calderón acertó con aquello de que La Vida es Sueño...salut
ResponderEliminarHombre Sr PERICO GRANOLLERS ¡¡ Ud por aquí....¡¡ pensaba que estaba dando clases de tenis para uniformados en la alta sociedad ¡¡¡ salut....se me cuide ¡¡¡
Uno,que ya siente y mira como un yayo,se le contrae el corazón y se
ResponderEliminarentristece,pensando en ese niño sin
amor.
De todo lo que has contado,lo hemos
padecido,en cuanto a penurias,pero
la diferencia es que en mi caso,sí
había amor.
Saludos.
Tens una memòria privilegiada.
ResponderEliminarJo voldria saber si hi ha final feliça amb l'Azucena però no m'ho diguis....continuaré els relats :)
Petó!
Antes se me olvidó, las fotos en blanco y negro, estupendas, me gustan mucho.
ResponderEliminarben : Uno no desea lo que no conoce. Y todos íbamos de la misma forma y manera..Penurias quizá físicas, ahora son psicológicas...en fin...Nada que no le haya pasado a nadie de una manera u otra. Salut y gracias por estar
ResponderEliminarNEUS : ens pasa a tots amb l´edat ¡¡¡
el final...ahh el final...és la realitat..i la realitat mai es feliç....un petonás ¡ i salut
MTRINIDAD : me pase esta semana pasada para que me dijeran como se llamaba el propieratio...y si, nombre y apellidos...Aproveché para hacerle una fotos en blanco y negro...la misma vidriera, el mismo espejo...y el mismo toro ¡¡¡ salut un abrazo fuerte
Este episodio me parece el más completo, aparecen todos los protagonistas sintetizados, incluida la ciudad en su doble vertiente de domesticada, la montaña, y a alcanzar, el llano con todos los ingredientes de futuro placentero. Enhorabuena.
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ResponderEliminarUna crónica que deja pocas, ninguna duda, de la capacidad que tienes de rememorar una época y unas vidas, la tuya, que conmueve porque no hay en lo que escribes nada postizo.
Un abrazo
LAMARÉE : te aseguro que sale lo que sale, solo me preocupo de la puntuación, creo que es importante, porque una coma mal puesta haría variar el sentido...Salut y gracias
ResponderEliminarAMALTEA : Y cosas que me guardo en el cajón, porque la realidad supera la ficción...salut, gracias por estar
Sin palabras Miquel,sin palabras.
ResponderEliminarUn saludo.
Salut EMILIO ¡
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