Escritores Recónditos. Con ustedes, Miquel Cartisano.

Hoy, con el permiso de ustedes, y en esta página que les pertenece, me extiendo.

Como decía aquel gran librero de Gracia: Cualquiera puede escribir un libro. Hay pruebas.

Mi deseo ha sido el acotar los primeros años de la década de los sesenta; período gris, o al menos así me lo pareció, porque la forma de pensar, al igual que el vino -o se enriquece o se avinagra-, va cambiando con la edad.

Por otra parte, aún no se si con el escrito hago un homenaje a mi madre, de ella apenas he tocado nada, sólo que me he limitado a reflejarlo, o a todos aquellos que vinieron desde lejos intentando buscarse una vida mejor, en una época en que el precio del jornal era la fuerza del trabajo.

Apuesto por un canto general, por los que intentaron ganarse la vida a base de sacrificar sus orígenes, y por los que habiendo sacrificado sus orígenes no pudieron conseguirlo.

En algunas ocasiones, todo hay que decirlo, he hecho como los pescadores con lo capturado, pero detener la imaginación es harto complejo porque todo el mundo sueña con quien no duerme.

Las ideas, son eso, ideas, y poco se asemejan a la percepciónes, y hay períodos de la vida en que uno idealiza (para bien y para mal) las circunstancias habidas en otra época. 

Agradecer a Francesc Cornadó su inestimable ayuda (los amigos están para fastidiarlos). Sin él hubiera sido imposible sacar el escrito a la luz, (sin duda alguna).   Y a Jesús Aumatell, el editor que lleva la editorial Emboscall, y que desde un principio se interesó por el escrito, comentándome que había una frase que era buena para el título: las sombras se equivocaron de dueño, por lo que opté por cambar la portalada, que era otra, a la luz de su consejo.

Y no olvidarme de los ánimos que desde esta página me han dado todos ustedes, a los que no nombro,  porque me da temor no recordarme de alguien, y eso si que no me lo perdonaría.

Gracias.

Cliquen por favor